En el imaginario colectivo del fútbol castellanomanchego, los nombres de las capitales de provincia suelen copar los titulares de éxito. Sin embargo, existe un curso balompédico, el de 1988-1989, que rompió cualquier lógica centralista. Fue el año en que el CF Atlético Tomelloso (renombrado Tomelloso CF en 1995) se convirtió en el faro deportivo de la región, firmando una temporada que hoy, tras la desaparición del club en 2015, adquiere tintes de leyenda.

El origen de un milagro: de la nada a la cima

Fundado apenas nueve años antes, en junio de 1979, el club vivió una ascensión meteórica. Tras proclamarse campeón de Tercera en la 87-88, la directiva liderada por Vicente García tuvo que reinventarse. La marcha del técnico Emilio Cruz al staff del Atlético de Madrid obligó a la contratación de Gonzalo Hurtado, un estratega de 40 años procedente del Rayo Majadahonda, con la difícil misión de debutar en la categoría de bronce.

Esta nueva etapa supuso el renacimiento definitivo del fútbol local tras décadas de altibajos. La semilla se plantó en 1921 con la Sociedad Athlética Castellana, pero fue en 1927 cuando surgió el Tomelloso Foot-ball Club, que llegó a competir en el Campeonato Regional manchego de los años 30 junto a equipos como el CD Manchego o el CD España de Alcázar. Sin embargo, las deudas federativas en 1932 provocaron una sanción que mantuvo a la localidad tres años fuera del fútbol federado.

Tras la Guerra Civil, el 22 de marzo de 1944 se constituyó el Tomelloso Club de Fútbol original, que llegó a ser subcampeón de Tercera en la 46-47 (solo por detrás del Albacete) y estrenó el Estadio Municipal el 12 de septiembre de 1948 ante la UD Salamanca. Tras años de crisis y desapariciones en los 70, el proyecto de 1979 recogía finalmente el testigo de toda esa historia.

Hurtado no solo cumplió, sino que orquestó una sinfonía perfecta. Con una plantilla equilibrada, donde la veteranía de hombres como el delantero Rivera (30 años) y el centrocampista Joaquín Miñarro “Quini” (29 años) se combinaba con la seguridad bajo palos de Parra (23 años), la solidez de la defensa de Gabriel Martín “Gabi” (23 años) y el despliegue ofensivo del extremo derecho Moreiras (25 años), el Tomelloso dejó de ser una revelación para convertirse en una realidad temible.

Una campaña de récords y pundonor

El curso comenzó el 4 de septiembre de 1988 con una victoria por 2-1 ante la UP Plasencia en el Estadio Municipal. Sería el preludio de un año donde el feudo tomellosero se transformó en un fortín inexpugnable. El equipo alcanzó su cénit estadístico en el tramo final del campeonato: una racha de 10 partidos consecutivos imbatido (desde la jornada 29 a la 38) que catapultó al club hasta la quinta plaza definitiva.

Entre los hitos de aquel curso sobresalen la victoria a domicilio en el Coliseum ante el Getafe CF, equipo que hoy milita en Primera División, por 0-2 y la histórica goleada para cerrar la liga ante el Medinense (4-0), que certificó el quinto puesto con 46 puntos. Aquel equipo no solo ganaba; imponía respeto. Con 18 victorias y solo 10 derrotas, el Atlético Tomelloso se codeó con los filiales del Atlético de Madrid y Sevilla, mirando de tú a tú a plazas históricas como Córdoba o Badajoz.

En el plano individual, Rivera fue la figura más destacada, firmando 14 goles en 37 partidos. Su capacidad para decidir encuentros ajustados fue clave para mantener al equipo en la zona noble, liderando una delantera que anotó 53 tantos. Este éxito borraba los fantasmas del pasado futbolístico de la ciudad, marcado por etapas convulsas como la inactividad del club en 1972 o la crisis de finales de los 60.

El techo de Castilla-La Mancha

Lo que hace verdaderamente especial a la temporada 88-89 es el contexto regional. Ningún equipo de Castilla-La Mancha militaba en Primera ni en Segunda División. Mientras el Atlético Tomelloso brillaba en el Grupo III con su 5.ª posición, el Albacete Balompié, en el Grupo IV, terminaba en un discreto 12.º puesto. El resto de representantes regionales estaban a una distancia sideral.

En el Grupo XVII de Tercera División, el CD Toledo logró el ascenso como campeón con 62 puntos, seguido por el CP Villarrobledo y el CF Gimnástico de Alcázar. Clubes históricos como la UB Conquense (12.º) o el Daimiel CF (8.º) competían ese año en Tercera tras descender de Segunda B la temporada anterior. Por primera y única vez, el centro de gravedad del fútbol de la comunidad autónoma, creada el 10 de agosto de 1982, se desplazó a una ciudad que contaba con 28.000 habitantes (actualmente unos 37.000). El Atlético Tomelloso era, sin discusión, el mejor equipo de la región.

Un muro infranqueable

El éxito no se puede explicar sin la columna vertebral del equipo. Carrasco fue el jugador con más minutos (3.397), disputando las 38 jornadas como titular a sus 24 años. Junto a él, el portero Parra (22 años) disputó 22 partidos recibiendo solo 15 goles, consolidando una de las mejores defensas de la liga.

El bloque defensivo se completó con Ríos (37 partidos), José Luis y Gabi, quienes junto a Arístides Martín “Aris” formaron una retaguardia de hierro que encajó 36 goles en 38 partidos (menos de un gol por encuentro). En el centro del campo y la delantera, además de Rivera, destacaron Figueroa (36 partidos y 4 goles), Quini (34 partidos y 6 goles), Luisito y Totó, configurando un once que compensaba la juventud con madurez táctica.

El fin de una era

Aunque el club mantuvo la categoría durante seis temporadas más y vivió otros momentos de gloria bajo el nombre de Tomelloso CF (como la temporada 95-96, invicta en Tercera), la sombra del curso 88-89 siempre perduró. Las deudas y la crisis económica acabaron con la expulsión y posterior desaparición de la entidad en 2015.

Sin embargo, el sentimiento no murió. Anticipándose al fatal desenlace de la entidad histórica, el 12 de julio de 2012 nació el actual Club Deportivo Atlético Tomelloso, heredando el antiguo nombre del club que desaparecería tres años después. Bajo el impulso de una nueva generación de aficionados y directivos, este proyecto comenzó desde lo más profundo del fútbol regional (Segunda Autonómica), vistiendo los colores amarillo y verde de la bandera local. Con una gestión saneada y un crecimiento constante, el nuevo Atlético Tomelloso logró escalar categorías hasta alcanzar la Tercera División (actual Tercera Federación), recogiendo el testigo de la cantera y la fidelidad de una afición que se negaba a ver morir su identidad.

Hoy, los aficionados más veteranos que acuden al Estadio Municipal Paco Gálvez aún recuerdan aquella mítica campaña 1988-1989, cuando el antiguo Atlético Tomelloso fue el estandarte de toda una región.