Opinión

María de las Viñas, Madre

María Pilar Valentín Díaz | Domingo, 26 de Agosto del 2018
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Esbelto lirio blanco

perfumado con el rocío de la noche.

 

Esbelto y a la vez flexible

para guiarnos como madre;

como MADRE que combina la ternura con el deber,

que nos empuja a crecer,

a crecer y mejorar,

a completar nuestra estela en la vida,

nuestra huella al caminar.

 

Inagotable fuente

de agua benefactora de un manantial.

 

Corriente de vida

que nos arrastra suavemente a la verdad.

 

Pétalo de violeta

que perfuma la noche de nuestras vidas

llevando a ellas un poco de primavera.

 

Desde el origen de mi vida

estoy unida a ti;

en una cálida tarde de abril

quise asomarme a la vida

y saludarte en tu llegada a la plaza.

 

A partir de ese momento, MADRE,

consciente en la aurora de mi amanecer,

he ido acercándome a ti en mi peregrinar;

con sencillez de alma

que espera comprensión en su deambular.

 

En esta tarde que presagia primavera,

rebusco recuerdos en mi desván,

imágenes borrosas de otros tiempos

van aclarándose: vienen y van.

 

¡Cuántas veces, amorosa precursora,

me has sabido perdonar!

 

Tu serenidad y dulzura me han acompañado al caminar,

mirando de frente a la vida,

encontrando castillos y dragones para soñar

y como fiel caballero,

por su dama, luchar.

 

¡Cuánta ternura he sentido al comprobar

emocionados destellos que en tus ojos se reflejan,

cuando miras al pequeño que contigo va! 

 

Homenaje en Abril

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