Es muy común ver en cualquiera de los “belenes”, símbolos
propios de estas fechas, la imagen del recién nacido Jesús sobre unas pajas en
lo que podría ser una cuna u otro elemento parecido. Al tiempo oímos unos
villancicos narrando el nacimiento, respuesta de los pastores, etc. Todo en
ambiente dulzón de luces y guirnaldas.
En la religión cristiana, como en cualquier otro ente
histórico, existen distintos niveles en cuanto a la transmisión de datos
históricos, geográficos y demás componentes con los que hoy nos encontramos.
El hecho histórico se nos presenta con la imprescindible
aportación de artistas (pintores, escultores, poetas, narradores, etc.), y
otras imaginaciones más bien laxas en cuanto al rigor fidedigno. Para conocer
el hecho histórico, en sí mismo, se necesita la aportación intelectual de numerosos
entendidos en distintos especialidades del conocimiento, historia, geografía o
de cualquier saber.
Si con estos y otros condicionantes imprescindibles nos
acercamos, por ejemplo, a lo que los cristianos celebramos estos días, nos surgen
multitud de preguntas como estas: ¿De verdad Jesús nació en una cuadra?
Nosotros la llamamos “portal de Belén”,
un eufemismo. Pero donde se guardan los animales no es precisamente en
el portal de la casa.
¿Por qué los padres de Jesús se refugiaron en una
cuadra habitada por animales, para pasar la noche del alumbramiento de María?
Si despojamos la situación de adornos edulcorantes no es demasiado atractivo el
escenario.
Hay estampas que nos presentan a José y María en la
puerta de lo que podría ser una posada y donde un señor barrigudo les prohíbe
el paso. ¿Tan malo era el posadero que no dejó que María diera a luz en sus
instalaciones? Así nos lo presentan muchas letras de canciones navideñas. Se
trataba de una persona aparentemente sin sentimientos.
Sólo Lucas y Mateo nos hablan del nacimiento de Jesús,
y quien nos da más detalles es el primero. Dice textualmente: “Por entonces salió un decreto del emperador
Augusto, mandando hacer un censo del mundo entero… Todos iban a empadronarse a
su ciudad… También José, que era de la estirpe y familia de David, subió desde
la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en
Judea, para inscribirse con su esposa, María, que estaba en cinta. Estando allí
le legó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en
pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada.
(Lc. 2, 1-7)
Para comprender la situación necesitamos detallar: Se
trata de un decreto que afecta a miles de
personas. Entonces, como ahora, no todos permanecían durante la vida en
el mismo lugar de nacimiento; por miles de
razones se asentaban y nos asentamos lejos del pueblo que nos vio nacer,
por lo tanto muchos tendrán que emprender el viaje hasta la oficina de empadronamiento.
Algunos, pocos, con suficiente cuantía económica disponían de intermediarios o
esclavos que les preparasen alojamiento en donde fuese necesario. Otros, la
mayoría, hacían el camino a pié en compañía de mercaderes o viajeros movidos
por la misma razón, exigencia del cumplimiento obligado.
La llegada de estas caravanas al lugar de destino hacía
que se cubriesen lo que hoy llamamos “plazas hoteleras”, entonces se trataba de
una habitación en las posadas o casas particulares animadas por la vista de
unas monedas necesarias y cercanas.
Lucas nos dice: “… lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en
la posada”. Debemos tomar muy en cuenta las seis últimas palabras. No dice
que el posadero, siendo un sinvergüenza, viendo a la mujer a punto de dar a
luz, tuvo tan mala conciencia que no los admitió en su casa.
Un detalle muy importante es la distribución de muchas
casas que hoy llamaríamos “grandes” al estilo manchego. Aprovechando la rampa
de algún terreno inclinado, cerro u otro accidente geográfico con similares
características, escavaba espacio suficiente para, con algo de construcción de
albañilería, conseguir dos o tres habitaciones, donde se alojaría la familia,
contigua a las habitaciones se construía el establo donde guardar los animales,
(bueyes, vacas, ovejas, cabras, burros, etc.,) y donde dormían y convivían sus
cuidadores (pastores y otras personas del servicio) junto a un patio imprescindible
para esparcimiento de los animales y personas.
Según muchos investigadores éste podría haber sido el
lugar que, con permiso de sus dueños, José y María se alojaran aquella noche.
Lugar en que nació Jesús, igual que nacían muchos hijos de pastores, agricultores
y ganaderos. Evidentemente era un establo. No es descabellada esta afirmación.
En la Mancha y otros muchos lugares y en tiempos no lejanos, los agricultores
dormían en habitaciones cerca de las caballerías para suministrarles cuidados
necesarios en la noche.
La intención de hacer creer que la vida de Jesús fue un
continuo sufrimiento, desde el nacimiento hasta la muerte, ha hecho que muchos
predicadores y escritores de historias sagradas nos hayan dado una visión
sufriente y descarnada, con muy poco rigor histórico del nacimiento de Jesús.
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Sábado, 9 de Agosto del 2025