Opinión

La cuadra de Belén

Joaquín Patón Pardina | Sábado, 29 de Diciembre del 2018
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Es muy común ver en cualquiera de los “belenes”, símbolos propios de estas fechas, la imagen del recién nacido Jesús sobre unas pajas en lo que podría ser una cuna u otro elemento parecido. Al tiempo oímos unos villancicos narrando el nacimiento, respuesta de los pastores, etc. Todo en ambiente dulzón de luces y guirnaldas.

En la religión cristiana, como en cualquier otro ente histórico, existen distintos niveles en cuanto a la transmisión de datos históricos, geográficos y demás componentes con los que hoy nos encontramos.

El hecho histórico se nos presenta con la imprescindible aportación de artistas (pintores, escultores, poetas, narradores, etc.), y otras imaginaciones más bien laxas en cuanto al rigor fidedigno. Para conocer el hecho histórico, en sí mismo, se necesita la aportación intelectual de numerosos entendidos en distintos especialidades del conocimiento, historia, geografía o de cualquier saber.

Si con estos y otros condicionantes imprescindibles nos acercamos, por ejemplo, a lo que los cristianos celebramos estos días, nos surgen multitud de preguntas como estas: ¿De verdad Jesús nació en una cuadra? Nosotros la llamamos “portal de Belén”,  un eufemismo. Pero donde se guardan los animales no es precisamente en el portal de la casa.

¿Por qué los padres de Jesús se refugiaron en una cuadra habitada por animales, para pasar la noche del alumbramiento de María? Si despojamos la situación de adornos edulcorantes no es demasiado atractivo el escenario.

Hay estampas que nos presentan a José y María en la puerta de lo que podría ser una posada y donde un señor barrigudo les prohíbe el paso. ¿Tan malo era el posadero que no dejó que María diera a luz en sus instalaciones? Así nos lo presentan muchas letras de canciones navideñas. Se trataba de una persona aparentemente sin sentimientos.

Sólo Lucas y Mateo nos hablan del nacimiento de Jesús, y quien nos da más detalles es el primero. Dice textualmente: “Por entonces salió un decreto del emperador Augusto, mandando hacer un censo del mundo entero… Todos iban a empadronarse a su ciudad… También José, que era de la estirpe y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa, María, que estaba en cinta. Estando allí le legó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada. (Lc. 2, 1-7)

Para comprender la situación necesitamos detallar: Se trata de un decreto que afecta a miles de  personas. Entonces, como ahora, no todos permanecían durante la vida en el mismo lugar de nacimiento; por miles de  razones se asentaban y nos asentamos lejos del pueblo que nos vio nacer, por lo tanto muchos tendrán que emprender el viaje hasta la oficina de empadronamiento. Algunos, pocos, con suficiente cuantía económica disponían de intermediarios o esclavos que les preparasen alojamiento en donde fuese necesario. Otros, la mayoría, hacían el camino a pié en compañía de mercaderes o viajeros movidos por la misma razón, exigencia del cumplimiento obligado.

La llegada de estas caravanas al lugar de destino hacía que se cubriesen lo que hoy llamamos “plazas hoteleras”, entonces se trataba de una habitación en las posadas o casas particulares animadas por la vista de unas monedas necesarias y cercanas.

Lucas nos dice: “… lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada”. Debemos tomar muy en cuenta las seis últimas palabras. No dice que el posadero, siendo un sinvergüenza, viendo a la mujer a punto de dar a luz, tuvo tan mala conciencia que no los admitió en su casa.

Un detalle muy importante es la distribución de muchas casas que hoy llamaríamos “grandes” al estilo manchego. Aprovechando la rampa de algún terreno inclinado, cerro u otro accidente geográfico con similares características, escavaba espacio suficiente para, con algo de construcción de albañilería, conseguir dos o tres habitaciones, donde se alojaría la familia, contigua a las habitaciones se construía el establo donde guardar los animales, (bueyes, vacas, ovejas, cabras, burros, etc.,) y donde dormían y convivían sus cuidadores (pastores y otras personas del servicio) junto a un patio imprescindible para esparcimiento de los animales y personas.

Según muchos investigadores éste podría haber sido el lugar que, con permiso de sus dueños, José y María se alojaran aquella noche. Lugar en que nació Jesús, igual que nacían muchos hijos de pastores, agricultores y ganaderos. Evidentemente era un establo. No es descabellada esta afirmación. En la Mancha y otros muchos lugares y en tiempos no lejanos, los agricultores dormían en habitaciones cerca de las caballerías para suministrarles cuidados necesarios en la noche.

La intención de hacer creer que la vida de Jesús fue un continuo sufrimiento, desde el nacimiento hasta la muerte, ha hecho que muchos predicadores y escritores de historias sagradas nos hayan dado una visión sufriente y descarnada, con muy poco rigor histórico del nacimiento de Jesús.

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