Los bacteriófagos,
o simplemente fagos, son un tipo de virus que infectan únicamente a las
bacterias. Pueden encontrarse en multitud de hábitats, y están muy presentes a
nuestro alrededor. Sin ir más lejos, en
nuestro propio intestino se estima que habitan algo más de 30 millones de fagos.
El papel de estos organismos en la naturaleza es importantísimo, ya que
permiten controlar que las poblaciones de bacterias no crezcan demasiado en
diversos ecosistemas. Además, en los últimos años ha cobrado fuerza el estudio
de estos virus como tratamiento de enfermedades en humanos.
Es un hecho que cada vez existen más bacterias que
desarrollan resistencia a los antibióticos, por lo que estos fármacos van
perdiendo eficacia. Por esta razón, ha cobrado mucha importancia investigar
tratamientos alternativos para luchar contra las enfermedades bacterianas. Y es
aquí donde los bacteriófagos pueden jugar un papel muy importante.
EL PROBLEMA DE LA RESISTENCIA A LOS
ANTIBIÓTICOS
En el año 1928 el científico británico Alexander Fleming
descubrió el primer antibiótico: la penicilina.
A partir de ese momento se empezaron a describir las primeras bacterias
resistentes. Se trataba de cepas bacterianas que debido a una mutación eran
capaces de sobrevivir en presencia de la penicilina.
Los diferentes tipos de antibióticos pueden acabar con las
bacterias de formas muy diversas. Algunos actúan rompiendo su ADN, otros impiden
que produzcan nuevas proteínas, de las bacterias. El problema es que las
bacterias pueden desarrollar mutaciones que sirven como protección contra estas
acciones.
Además, el uso
inadecuado de antibióticos ayuda a generar resistencia. No tomar la dosis
adecuada o finalizar el tratamiento antes de tiempo ayuda a que las bacterias
más resistentes sobrevivan, y las infecciones sean más difíciles de tratar.
Con los años han comenzado a aparecer las llamadas superbacterias, es decir, bacterias
capaces de sobrevivir ante muchos tipos de antibióticos. Algunas de ellas han
sido capaces incluso de adquirir resistencia ante los antibióticos más eficaces,
entre los que están los carbapénicos o las cefalosporinas. De hecho, en el año
2017, un grupo de científicos estadounidenses aislaron una cepa de la bacteria Klebsiella
pneumonae que era capaz de sobrevivir a todos los tipos de antibióticos
utilizados en la actualidad.
La Organización Mundial de la Salud ha alertado de la enorme
importancia que tiene utilizar los antibióticos de manera adecuada. Desde este
organismo también se han establecido grupos de bacterias resistentes que
suponen un riesgo prioritario para la salud pública. Este grupo incluye cepas
de bacterias como Klebsiella, E.coli o Proteus. Se trata de microbios que pueden producir infecciones graves,
como neumonías o infecciones de la sangre, especialmente en grupos de población
vulnerables.
FAGOS COMOS COMO
ALTERNATIVA
La estructura de los fagos es bastante peculiar. Más que a un organismo vivo, su aspecto recuerda a una especie de robot o una nave espacial. Poseen una cabeza denominada cápside, con forma de icosaedro, es decir, como un dado de 20 caras. En el interior de la cápside está su material genético, y de ella sale un cuerpo alargado. Esta estructura acaba en una base, de la que salen una especie de patas, con las que se fija alas bacterias que va a infectar.
El estudio de los fagos como tratamiento médico, denominado fagoterapia, se inició a
principios del siglo XX. Sin embargo, su uso quedó relegado por el desarrollo de los
antibióticos. Pese a esto, sí que tuvo importancia en países como Polonia o la antigua Unión Soviética, donde la disponibilidad de antibióticos era menor
que en el mundo occidental. Era frecuente el uso de preparaciones terapéuticas
con fagos, por ejemplo, para combatir infecciones superficiales de la piel.
En la actualidad, el estudio de tratamientos alternativos a
los antibióticos ha puesto de nuevo a los fagos en las primeras líneas de la
investigación. Aunque el uso generalizado de la fagoterapia queda aún lejano,
cada vez se llevan a cabo más ensayos clínicos que permiten evaluar su eficacia
contra distintos tipos de enfermedades. Por ejemplo, se han probado satisfactoriamente
para tratar infecciones auditivas y
urinarias. Los tratamientos con fagos han demostrado ser también eficaces
en veterinaria y en agricultura, donde se pueden usar para eliminar
enfermedades bacterianas en los cultivos.
Una de las ventajas de la fagoterapia es que no suele
producir efectos secundarios. Los diferentes tipos de fagos son específicos
para una bacteria concreta, y no afectan
a células animales o vegetales.
Aún no sabemos si este tipo de terapias alcanzarán un nivel
alto de eficacia, pero lo que si está claro es que han establecido una
importante línea de investigación en la búsqueda de tratamientos alternativos a
los antibióticos.
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Sábado, 7 de Enero del 2023
Miércoles, 30 de Octubre del 2024
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