La hora roja es ese momento en el que uno toma una decisión
que va a marcar el resto de su vida. Así, “La hora roja”, es como se llama la
exposición con la que Andrés Ruiz Paraíso ha regresado al Museo López Torres de
Tomelloso y que se puede contemplar hasta el 19 de mayo. Una gran muestra que
sobrecoge al espectador y que denota la honradez de un artista al que todo el
mundo quiere. La obra de Andrés Ruiz es rompedora, intemporal, valiente, juega
con los sentimientos del espectador deformando la realidad para contarnos sus
anhelos.
El viernes anterior a la Romería de Tomelloso charlamos con
el artista en el Museo López Torres. Cercano, con humildad y sin estridencias,
el artista nos cuenta que la exposición es el fin de una etapa, una catarsis
artística que le hará replantearse lo que va a venir en su obra.
Andrés Ruiz está contento con la exposición «se puede ver de golpe toda la obra, seguir
la evolución de estos cerca de diez años». Mientras el artista la recorre,
piensa «en como encontré la idea para
este o aquel cuadro». Hay mucha gente, nos cuenta, que se queda en lo
anecdótico de la obra «pero también hay
otros muchos que quieren profundizar». La subjetividad del espectador es un
riesgo inevitable, a nuestro juicio, ya que una vez que el artista cuelga la
obra, quien la contempla, la interpreta a su manera «es necesario que el espectador tenga su propio lenguaje y una interpretación
diferente a la del artista. De otra forma no sería coherente, quedaría el cuadro
muerto, sería un discurso vacío». El círculo del arte se cierra «con la interpretación de quien contempla
la obra, única y distinta y que no tiene por qué ser errónea».
Un lenguaje universal
El arte sea tal vez, le planteamos a Andrés, las sensaciones
que cada creador nos transmite con su obra «quien
pinta debe tener un mensaje que no tiene que coincidir con el de quien lo ve.
Pero no pude carecer de ese mensaje porque si no, la obra sería un objeto
meramente decorativo. El arte, la obra, debe tener un mensaje universal, que
perciba el espectador. Pero también es verdad que, para descubrirlo, es
necesario un poco de paciencia a la hora de pararse a contemplar un cuadro». En
ese sentido, el artista va a estar en museo los días 11 y 18 de mayo explicando
al público que quiera acudir la exposición «creo
que cuando le explico a la gente lo que he querido, no trasmitir pero sí de
donde ha nacido la idea, veo que al público le interesa mucho más y lo entiende
mucho mejor». La idea inicial está ahí «pero
la obra coge su camino. Esa es la lucha entre el pintor y el cuadro».
A primera vista, y a ojos de un lego, la obra de Ruiz
Paraíso, muestra mundos cerrados en los que no dejamos que entren los que vienen
de fuera (migrantes), soledades, además de un importante contenido social. «Quiero recordar, con mi obra, que la
migración se trata de un problema que hemos generado nosotros. Si tú en tu casa
estás a gusto y comes bien no necesitas irte a otro sitio. Si, encima, presumimos
a otra gente de lo bien que vivimos, que no nos extrañe que quieran venir aquí.
No sabemos lo que es la convivencia, no entendemos la sociedad ni el mundo y
culpamos al que viene, no a quienes los mandan o los traen; o nosotros, que damos
donaciones a base de armas».
El arte debe agitar
conciencias
Es decir, que el arte debe servir para agitar conciencias y con ese concepto hablamos largo y tendido
sobre las hipocresías, muchas asumidas por todos, de la sociedad que nos ha
tocado vivir «me interesa el legado que
dejamos a la sociedad, como tratamos a la Tierra. En un cuadro que titulo “Vestigio”
trato de explicar que nosotros pensamos que vamos a marcar al planeta con
nuestro sello cuando en realidad solo lo arañamos. Pensamos que todo es nuestro
y que hay que explotarlo, pero a la larga la que manda es la Tierra y o nos la
cargamos o ella acaba con nosotros».
A pesar de que pueda parecer lo contrario, dado los temas
tan peliagudos que trata, Andrés no sufre para pintar «no necesito sufrir, ni pasar un duelo. Pero sí necesito canalizar lo
que está a mi alrededor, las opiniones, para dar un punto de vista relativo a
la obra. Cojo temas con los que, si tú profundizas, a la larga se pueden
expandir en otras cosas. Un estado de alerta social también me hace reaccionar,
aunque no voy al detalle ni a la noticia. Es por eso que, a veces, los títulos
son más abstractos que la propia obra».
Con el respecto a títulos el de la exposición es “La hora
roja”, sugerente, como poco. «Aparece en
una obra de teatro de Animé Desaire, un poeta negro de La Martinica que luego
fue político y escribía en francés. El título de la obra es “Y los perros
callaban”. La hora roja es ese momento en el que tomas una decisión que va a
marcar tu vida». En principio, la muestra se iba a llamar “Darse” «un concepto de generosidad. Pero coger el
toro por los cuernos y hacer algo, aunque no sea buen, es algo que te marca».
Un estilo propio
Andrés Ruiz paraíso ha logrado en todos sus años de carrera
algo que dice mucho de él como artista, que su obra sea reconocida «el estilo, o lo que también llaman el
lenguaje, es un arma de doble filo. Piensas que si lo pierdes evitas crear
cosas nuevas y otras veces te afianza la capacidad de hacer lo que quieres».
Un ejemplo de eso es la serie de
desnudos que también incluye la muestra «es
mi forma de interpretar el cuerpo humano. Aunque no estoy seguro de que me
reconozcan con esos cuadros que son tal vez, más coloristas». En
definitiva, lo que queda claro para Andrés es que «el
estilo es una forma de ver más que una forma de hacer».
“La hora roja” es para Andrés Ruiz Paraíso una catarsis «necesitaba colgarla para comenzar una etapa nueva. Estoy cansado del papel. Quiero entrar dentro del cuadro, subir, que no sea tan delicado. Cada cierto tiempo hay que cambiar y ser respetuoso con mi estilo o mi lenguaje no es volver a hacer lo mismo. Es coger lo que sé, lo que ha aprendido a lo largo de todo este tiempo… y a ver por donde sale». Asegura que más que el hecho de coger su sitio, le costó «que me diese igual que me compararan. En un pueblo lleno de pintores, me vino muy bien irme a Madrid, conocer otros aíres. Cuando te tomas la pintura en serio, la trabajas y no dejas de aprender, la gente te toma en serio».
En la vida se deben tomar decisiones que implican renuncias,
nos cuenta Andrés, con respecto al camino del artista «pero hay que hacerlas con lógica y de acuerdo con tu pareja, en mi
caso. Desde un primer momento sabía que no podía vivir de la pintura, el pensar
que tengo que pagar una hipoteca con mis cuadros no me habría dado la libertad
que tengo. Además, trabajar donde trabajo me gusta y me sirve para mi arte, me
retroalimenta». Andrés Ruiz Paraíso
trabaja en el Centro Reina Sofía de Afas.
En esta exposición, el artista es capaz de retorcer el
soporte, de usarlo como parte de la obra «no es
que necesitara hacer tres dimensiones, quería que el papel diese mucho más y
que fuese la propia textura. Son cuadros con un mensaje más sencillo pero más
flexible, que se pliegue ¿Quién no querría poder plegarse o ser flexible en
algunas circunstancias? Algo inmóvil no aguanta los envites de la vida». Andrés
Ruiz Paraíso nos explica, grosso modo, los cuadros de la muestra, señalándolos,
acercándose a ellos, trasmitiéndonos la simbología de cada uno que no vamos a
desvelar. Recomendamos a los lectores que acudan a las visitas guiadas que ha
programado Andrés Ruiz Paraíso, estamos seguros de que van disfrutar con su
charla y, decididamente, con su obra.
Toda la vida dedicado
al arte
El artista lleva toda la vida dicado al arte, nos cuenta que
el gusto por las texturas le llegó gracias a Marcelo Grande. Confiesa que le
gusta mucho la materia «si pudiera,
pondrá más en los cuadros, pero muchas veces no soportan el peso. Cuando me meto
dentro del cuadro lo amaso y me sale la textura que busco… es cuando más
disfruto, eso me emociona». Andrés siente los cuadros, los toca, los vive,
le chorrean entre las manos, los respira, los siente, en definitiva «primero los pongo en el suelo… y una vez
que está ahí, ¿cómo no vas a meter la mano?... te lo pide. Quiero que los
efectos que le doy al cuadro, las texturas, parezcan casualidades, como algo
que se hace por inercia, pero no. Es necesario estar muy atento a donde escurre
la pintura, por qué lugar hay que meter la materia para que el efecto quede
grabado y no se expanda».
Andrés Ruiz Paraíso hace con la vida lo mismo que con la
pintura, se mete hasta el fondo en ella, es inconformista, enemigo de las
injusticias y reivindicativo a más no poder «hay que vivir con coherencia, creo que no se puede ser tibio, aunque
te equivoques». Convenimos periodista y pintor en que la sociedad, se
mejora o se cambia de uno en uno, con pequeños detalles «y el poso que vamos dejando cada uno. Pero hay que tener en cuenta que
no somos nadie sin los demás».
Para nuestro interlocutor fue una alegría la inauguración de
“La hora roja”, a la que acudió un gran número de personas, muchos de ellos artistas
«No creía que era tan querido Sé que hay
mucha gente que me conoce, pero tantos no. Los artistas tenemos un vínculo muy
grande en Tomelloso. Nos reunimos un grupo a pintar con una modelo en el
estudio de Calorine Culubret y es impresionante. Hablamos de nuestros temas y
nuestra pintura, de otros pintores y lo hacemos en el mejor sentido,
compartiendo nuestras técnicas, nuestras inquietudes, nuestro arte… Es cierto,
me sentí muy halagado y querido con la inauguración».
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Sábado, 23 de Noviembre del 2024
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