Este martes se está celebrando en Tomelloso el 150
aniversario del nacimiento de una figura sin parangón, Francisco Martínez
Ramírez, El Obrero. Coincidiendo con esta señalada fecha, Santiago Arroyo Serrano
presenta —de manera virtual, dada la situación sanitaria— el libro “El Obrero
de Tomelloso (1870-1949). Pensamiento y acción reformista en La Mancha”,
editado en la Colección Biografías de Castilla-La Mancha.
Charlamos con Arroyo de la figura de este pionero,
adelantado a su tiempo, que lucho por el progreso de La Mancha y de Tomelloso.
Ser trata de la primera biografía que ve la luz sobre este personaje que ha
sido el artífice del Tomelloso que conocemos. Una persona que todo lo que hizo
fue por su pueblo, según nos descubre el autor.
—¿Por qué ha elegido a El Obrero?
—Siempre me ha llamado la atención. Ha sido un referente que
hemos tenido en Tomelloso, más allá de los vivos. Siempre se ha dicho que somos
un pueblo sin historia y el hecho de que El Obrero tenga un monumento en la
ciudad indica que algo debería haber hecho
Me sorprendió el título de uno de sus libros “Verdad increíble.
El periodo rojo en España (1936-1939)” y pregunté por él en la Biblioteca
Municipal. Yo tendría unos dieciocho años y me dijeron que no podía acceder al
libro. Aquello despertó aún más mi curiosidad por esa figura. A partir de ahí
me puse a investigar por mi cuenta y cuando acabé la carrera me presenté en el
Ayuntamiento con un certificado del Decano y un profesor de Historia de la
Filosofía. El alcalde de entonces, Carlos Cotillas, me atendió muy bien, pero
me dijo que la documentación que pedía estaba en muy mal estado y no podía
trabajar con ella.
—Y aún así, siguió investigando sobre El Obrero.
—Me empecé a mover y contacté con familiares y amigos que me
contaron cosas muy interesantes. También hablé con los familiares de Melquiades
Álvarez “su jefe”, como él decía. Y empecé a trabajar. Publique en El Día, en los
especiales de feria de Lanza, intentando complementar lo que había hecho Jesús
Rincón, que era el único que había escrito sobre El Obrero.
—Tengo entendido que los últimos años de la vida de
Francisco Martínez Ramírez fueron muy amargos.
—Conocí a algunos familiares que me contaron que sus últimos
diez años los dedicó a sobrevivir y a escribir. No hacía otra cosa ya que su
ilusión era contar toda la historia de lo que había vivido. Con respecto al
tema político, como explica Paco Alía, él era un republicano de derechas lo que
le permitió tener algunos amigos en el régimen franquista que lo apoyaron. A
pesar de que no pudo mantener su estatus, no tuvo que exiliarse como fue el
caso de su gran amigo Antonio Zazaya.
En ese sentido hemos descubierto documentos, cartas y apuntes
en los que deja constancia de como su pueblo lo olvidó. La verdad es que esos
últimos años, en los que intentaba que le pusieran una pequeña paga para poder
vivir, después de todo el progreso que él había traído a Tomelloso, hace
llorar.
—Con “El Obrero de Tomelloso (1870-1949). Pensamiento y
acción reformista en La Mancha”, ¿usted viene a enmendar el desconocimiento
sobre una gran figura?
—Me parecía que Tomelloso había perdido la memoria. Compartí
esa inquietud con amigos ilustres como Dionisio Cañas que me animaron a seguir.
En 2011 el Ayuntamiento envió documentación a la UCLM porque el profesor
Francisco Alía iba a escribir una biografía de El Obrero como así hizo.
Continué trabajando, descubrí nuevo material, me fui a
Huesca a seguir su etapa como gobernador en aquella provincia. Investigué en
los archivos ferroviarios y visité los lugares donde El Obrero dejó su rastro. Encontré
el único ejemplar de “El centro de España”, un periódico que fue la
continuación de “El Obrero de Tomelloso” y que doné al Ayuntamiento de Alcázar.
Una publicación que sirvió para que Melquiades Álvarez fuese diputado, lo que
permitió la consecución del tren. He reunido muchas piezas de un puzle.
El libro surgió porque siempre se ha dicho que Tomelloso no
tiene historia. Por intentar ir a la historia más allá de los contemporáneos,
de los apuntes de Pavón y de los tópicos. El Obrero fue el que trajo el
ferrocarril, pero había mucho más detrás. Cada cosa que descubría me animaba
más a seguir profundizando en la figura de Francisco Martínez Ramírez. Espero
que sea el primer trabajo sobre él porque hay muchísimo.
—El Obrero fue una gran figura de su época.
—Estuvo a punto de ser ministro cuando, desde Tomelloso,
organizó el golpe de estado de la “Sanjuanada” en Valencia. De hecho, se tuvo
que exiliar a París. Es un personaje muy interesante. A mí, que no soy experto
en historia, la parte que más me ha interesado es la de la identidad local.
La visión de Tomelloso que tenemos hoy y su idiosincrasia,
él la escribe en sus textos inéditos. Después de la Guerra Civil, El Obrero
recopila historias y formas de ser. Eso lo heredan Pavón o Eladio Cabañero. No
en vano, fue el educador de la ciudad, con “El Obrero de Tomelloso”, la
creación del orfeón o del Círculo Instructivo.
Además, fue a Estados Unidos a buscar financiación para el proyecto
del ferrocarril. Prácticamente él fue la referencia para todos los trenes de
menos de 25 kilómetros que se construyeron después en España
—La investigación habrá tenido recompensas, ¿no es así?
—He encontrado su primer libro “Mancha de oro”, manuscrito.
En él hace una reflexión sobre La Mancha y el potencial que tiene. Muchos de
los proyectos de El Obrero, como el pantano de Peñarroya, se han cumplido. Curiosamente
nunca quiso meterse en política, fue el azote de los políticos locales.
—Pero fue gobernador de Huesca.
—Por su carácter templado y porque estaba ganado muchos
enteros con la expropiación del ferrocarril por parte de la República, lo
mandaron lejos. A Huesca como gobernador con su hijo de secretario. Dimitió del
cargo porque lo llamó Indalecio Prieto acusándolo de haber tirado un cargamento
de armas de socialistas al río. Sus enemigos eran los socialistas y los
comunistas, contra lo que intentó luchar. Si hubiese sido ministro hubiese
evitado la Guerra Civil por su talante conciliador.
—¿Fue importante “El Obrero de Tomelloso?
—A “El Obrero de Tomelloso” estaba suscrita la práctica
totalidad de la clase política nacional. Era una publicación que circulaba con
normalidad por el Congreso de los Diputados porque era el periódico de referencia
en los temas agrarios.
—Francisco Martínez fue también un reconocido mecenas.
—Cuando construyó Mirasol hizo un estudio para que Antonio
López Torres pudiese pintar, de hecho, muchos de los paisajes están hechos
desde allí.
—Una de las quejas recurrentes de la familia de El Obrero
es que no se haya publicado su obra completa y que el amor que profesaba a Tomelloso
no fuese correspondido.
—No sé porque extraña razón sus obras completas no están al
alcance del pueblo. En su pluma hay una humanidad desbordante. Desde que empecé
con la figura de El Obrero, hace más de quince años, ha sido una de mis
reivindicaciones, que su obra esté al alcance de todo el mundo. Además, era un
gran lector.
Por otro lado, hay una biografía de su hijo que donó al
Ayuntamiento y a la semana se hizo un Pleno Extraordinario para devolvérsela. El Obrero cuenta en “Verdad increíble” —y yo reproduzco en mi libro algunos pasajes— lo
que pasó en su época, no solo en la provincia. Esa obra podría ser un referente
a nivel nacional. El Obrero es un personaje importantísimo y por alguna razón
política, parece que no es ni de los unos ni de los otros, se ha quedado sin
voz. He percibido más interés en Huesca por él que en su tierra. Hay que decir
que hizo muchos favores y después, a él lo dejaron abandonado. Elaboró una
lista de lo que el llamaba “Sanchos” que fueron los que no apoyaron el proyecto
del tren.
—¿Es el Tomelloso del siglo XXI hijo de El Obrero?
—Totalmente. Si oyes a un político actual hablar de
lo que quiere hacer, ya lo dijo él y se puede ver en el libro. El problema del
tren, del aislamiento de Tomelloso, ya lo denunciaba él. La imagen de Tomelloso
que hay en España la ha proyectado él, porque al final es lo que ha quedado.
Además, Francisco Martínez Ramírez lo hacía todo por su
pueblo. Cuando la gente lea el libro va a poder apreciar la gran generosidad de
este hombre. El carácter emprendedor de Tomelloso es obra de El Obrero, lo trasmitió
a través del periódico y del Círculo; fue el emprendedor más grande que ha
tenido la ciudad. Las grandes fortunas de hoy viene también de aquella época. Es
verdad que todo lo que hizo El Obrero fue por su pueblo, por Tomelloso.
Fíjese, él luchaba porque Tomelloso fuera la cabecera de la
comarca. En 1934 intentó que los almacenes de la Campsa se instalarán en
Tomelloso, se llegó a reunir con Azaña. Pero, al final, se pusieron en Alcázar.
Esa historia se repite, los de Tomelloso son los que trabajan, pero los premios
de los impuestos se los llevan otros. Tal vez haya que leer y escuchar un poco
más a El Obrero.
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Miércoles, 7 de Mayo del 2025
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