Al entrar en la casa de Encarnita Ramírez el ajetreo de la
calle se queda fuera, se diluye. Una vez que cerramos la puerta se percibe un
reconfortante sosiego que nos va a acompañar durante toda la entrevista. Esa
paz es la que transmite nuestra entrevistada, que nos recibe con palabras de
cariño. Encarnita tiene una mirada sincera, sonrisa tierna, una dulce y
agradable voz y una jovialidad constante, a pesar de la edad —presume de sus 84
años— y de las profundas heridas que le ha dejado la vida. Invita a sentarse a
los periodistas. Lo hacemos alrededor de una mesa camilla. Se preocupa de que
estemos cómodos, es imposible no estarlo. En la pieza hay fotografías llenas de
recuerdos emocionados.
Venimos a hablar con Encarnita de la Virgen de las Viñas.
Siempre ha estado unida a la patrona de Tomelloso, desde su llegada en 1944. Ha
sido camarera de la Virgen durante mucho tiempo, también fue Mayorala de la
Romería —el diploma que lo acredita junto a una bella imagen de la Patrona luce
en un lugar destacado de la vivienda—, desde hace unos años, Encarnita ve a
María de las Viñas desde su balcón, mirándola a la cara.
Nos cuenta Encarnita lo contenta que está por el hecho de
que, por fin, se haya solucionado —el pasado agosto se firmó la escritura— la
cesión de la casa que alberga el Museo de la Virgen a la Hermandad de la Virgen
de las Viñas Esa casa «iba a ser para la Virgen, así lo teníamos hablado
Jesús, mi marido, y yo». Emocionada detalla el arduo proceso de adquisición
de la propiedad, la posterior cesión para que fuese el museo —«un acierto»,
asegura— y el largo proceso administrativo que culminó este verano.
Unida a la Virgen de las Viñas desde chiquitina
La estrecha relación de Encarnita Ramírez con la Virgen de
las Viñas empezó «desde chiquitina. Mi padre perteneció a la Junta de la
Hermandad con Justo Espinosa y con diez años me impusieron la medalla por mi
empeño». Encarnita recuerda la primera Romería, que se celebró en mayo de
1944 «había mucha gente esperando a nuestra patrona».
Asegura que la Virgen «tenía un altar muy bonito en la parroquia de la Asunción,
que desapareció cuando se la llevaron definitivamente a Pinilla».
Y desde entonces, desde hace 76 años, la Virgen de las Viñas
atrapó completamente a Encarnita Ramírez «siempre con ella. Todas las
romerías, con polvo, con agua, hemos tragado mucho polvo y nos ha caído mucha
agua en Pinilla, pero con mucha ilusión. La gente tenía muchas ganas de tener
una patrona».
La Virgen de la Viñas lleva casi 80 años en Tomelloso, un
periodo de tiempo muy corto comparándolo con la tradición de patronazgos de
otros lugares, pero ha calado muy hondo en los tomelloseros, desde el primer
momento. «Cala muy dentro y te atrapa. Da gusto verla. Cuando se quiere de
verdad no sabes explicar lo que sientes». Encarnita nos confiesa que «siempre
he tenido mucha fe en Ella. Mi padre nos inculcó el cariño hacía la Virgen de
las Viñas».
Nuestra interlocutora ha conocido, como decimos, todas las
romerías, Cuando se llevaba a la Virgen a Pinilla y luego regresaba a Tomelloso.
Nos relata hileras interminables de carros y galeras. O cuando vino «el
embajador, creo que de Nicaragua, que fue el que trajo la imagen de la
Inmaculada tan bonita que hay en Pinilla. Ese día iba yo en una galera y mi
padre me presentó a aquel señor. Hay cosas que nunca se olvidan». Nota el
cambio de aquellos años de las galeras «algunas muy buen arregladas» a
estos de las carrozas “de verde” «con otro estilo, ni mejor ni peor,
simplemente distinto».
También ha cambiado la percepción que se tiene de la imagen
de la Virgen de las Viñas «ahora las fotografías son a color y con más
calidad y la imagen está vestida de forma distinta a como se hacía al principio.
Ahora parece que está más guapa, pero es la misma».
Una experiencia única
Asegura que ser camarera de la Virgen «es una experiencia
única, es lo mas grande que hay». Es por ello que Encarnita anima «a la
gente joven a que se apunte». Encarnita nos va relatando, da gusto oírla,
su experiencia atendiendo a la imagen, como el grupo de camareras al que
pertenecía —la segunda hornada—, todas inexpertas, vistieron a la Virgen de las
Viñas en la primera Romería que ejercieron. Durante su larga época como camarera, se
cambió la forma de vestir la imagen de la Patrona de Tomelloso.
Encarnita fue Mayorala de la Virgen de las Viñas con Ángel
Luis Cabañas de presidente «para mi fue algo muy grande, que coincidió con
la inauguración del museo». Fue una circunstancia feliz para nuestra entrevistada,
a pesar de que «ya fui con silla de ruedas» y de que la vida le había
dejado dos profundas heridas.
Afirma que ella «vivía la Romería cuando me iba detrás de
las Virgen». Llegaba a Pinilla con su marido, «dejábamos los trastos en
la casa, que dejábamos abierta, y nos íbamos a misa». Después del servicio
religioso regresaba a la casa «que se llenaba siempre. Hasta la policía nos
llevaba a los niños perdidos para que los recogiesen allí los padres». Rememora
con nostalgia la última Romería que pasó toda la familia en aquel lugar que
ahora es el museo «fueron Ramón González, Blas Camacho. También acudió la
junta de la Hermandad, el alcalde, Javier Lozano, y un montón de gente que yo
no conocía».
Y después de la comida «Jesús y yo nos veníamos detrás de
la Virgen. Lloviera o no… Nos llovió un año lo que no está escrito. Mira que llueve
todos los años, pero aquel que digo fue increíble. Pero entre Chon Pedraza y
Jesús, mi marido, animaron los romeros y a la gente que estaba en la calle».
Esperanza
Encarnita, a preguntas de los periodistas, asegura que tanto
la Virgen de las Viñas como la de Lourdes la han ayudado en el duro camino que ha
tenido que recorrer «me han dado mucha esperanza, siempre lo digo, y me han
ayudado mucho». Y esa esperanza se le nota, y mucho.
Califica de «muy triste» que no se hayan podido
celebrar dos romerías debido a la pandemia «afortunadamente ya han podido
cambiar de vestido a la Virgen de las Viñas». Muestra con la tablet lo
bella que ha quedado la imagen tras haberla revestido la pasada semana. Nos aclara
que el vestido que lleva puesto no lo donó ella. Encarnita Ramírez siguió el
pasado año, y lo hará este, los actos online programados para la Romería. También
con las retransmisiones de la parroquia de la Asunción «me gustan mucho las
cosas de mi pueblo».
Considera Encarnita que ha crecido el fervor a la patrona de
Tomelloso en este tiempo de pandemia «la gente está deseando ver a la Virgen
de las Viñas. Lógicamente, quien más o quien menos, se retiene por la situación
sanitaria».
«Es una bendición muy grande poder decirle hola a María
desde el balcón de tu casa. Es algo muy grande», pero por otro lado, nos
confiesa que considera un halago excesivo que paren y giren la imagen para que
ella la pueda ver.
Para acabar, pide a los tomelloseros «que se celebre la
Romería, aunque sea dentro de casa y cumpliendo las normas sanitarias. Que
digan muchas veces “¡Viva la Virgen de las Viñas!”. Y que todos vivamos ese día
con alegría, a pesar de todo». Y proclama emocionada para acabar que «la
vida sigue y el año que viene vamos a tener la romería más grande de España».
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Lunes, 31 de Marzo del 2025
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