Opinión

La oreja de Mazzantini

Juan José Sánchez Ondal | Martes, 15 de Junio del 2021
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Al hablar del “Chico de Criptana” mencionábamos el precedente del torero-gobernador  don Luis Mazzantini. Le antepongo el “don” porque José Luis Mazzantini Eguía, además de su empaque personal, era bachiller en Artes y entonces se decía que los bachilleres adquirían el derecho a utilizarlo. Pero esto nos llevaría al tema de los tratamientos y al actual uso, mal uso, desuso y abuso  de los “dones” y de los “señores”.

No vamos a referirnos, aquí y ahora, a ninguna de las faenas taurinas  premiadas con “apéndice auricular”, -que diría Matías Prat en sus retransmisiones radiofónicas o televisivas-  que realizó don Luis Mazzantini,  el “rey del volapié” o el “señorito loco” como le apodaban.  No se trata de una oreja de toro  cortada como trofeo para un torero,  sino de una oreja de torero supuestamente cortada o arrancada por un toro; de una oreja, no tan famosa como la de Vicent van Gogh, pero  de un Mazzantini.

Repasando prensa antigua, encuentro  la siguiente noticia publicada en “El Toreo de Sevilla” de 14 de octubre de 1883, p. 3: ”En una corrida de toros recientemente verificada en Tomelloso, sufrió un cojida (sic) el banderillero Mazzantini al intentar una suerte de capa, quedando con una muñeca rota, una oreja arrancada y una herida en la sien derecha.”

Me llamó poderosamente la atención y traté de indagar sobre el percance. Comencé por examinar las fotografías de don Luis posteriores a esa fecha; hay varias tomadas desde distintos ángulos,  pero en todas  aparece con sus dos pabellones auriculares perfectamente situados. Continué indagando en las actuaciones del diestro en aquellas fechas, en las que ya despertaba admiración como novillero, y no hallé mención de tan importantes lesiones, ni de que  le hubieran implantado la arrancada oreja. Sí, en cambio, de que poco después de torear en Écija el 22,  el 23 en Cádiz y el 30 en Valencia,  tuvo lugar su marcha a Montevideo, donde tendría actuaciones clamorosas.

Tenía noticia de otro torero posterior, el madrileño “Mazzantinito” (Tomás Fernández Alarcón, 1879-1916), que adoptó el apodo como acto de admiración hacia don Luis, pero, evidentemente, con cuatro años,  no podía tratarse de él.

¿Error en el nombre? No era creíble; el apellido no era Sánchez o González. No, descubrí que la noticia no era referida a don Luis,  sino a otro Mazzantini, a Tomás, su hermano seis años menor, al que éste llevaba como banderillero y peón de brega en  su cuadrilla, lo cual me llevó a pensar que el matador de novillos de Elgoibar debió haber actuado en la plaza tomellosera en aquellas calendas.

Pero tampoco encontré rastro de su paso por la plaza de El Tomillar en aquellas fechas. Sólo hallé que debió torear en esta plaza una vez, en agosto de 1887, ganado de Flores, y que iba a haber estoqueado ganado suyo en 1884, cuando, a consecuencia de la pérdida de la cosecha por el pedrisco, se rescindió el contrato firmado con él y no hubo feria.  

Seguimos indagando y topamos con una crónica de esta corrida en “El Imparcial” (Madrid. 1867) 27/9/1883, página 4, en la que se lidiaron toros de don Higinio Flores por Murillo y Ángel Villar (Villarillo) y,  tras informar que Murillo estivo desgraciado y Ángel muy bravo, y  que los toros mataron quince caballos, añade que “Tomás Mazzantini sufrió una cogida en la lidia del segundo toro, que le ocasionó la fractura del brazo derecho.” Ya  no es la muñeca, es el brazo lo fracturado; ya no hay herida en la sien, y nada se dice de la oreja. ¿Qué alcance tuvo, realmente, el percance?

Como casi todo está escrito, y sabiendo y queriendo buscar se encuentra, hallé una pequeña, pero detallada, biografía del segundo Mazzantini, Tomás,  (http://gestauro.blogspot.com/2015/04/tomas-mazzantini.html) en la que se nos desvela el percance y  su verdadero alcance.

Antes de entrar en él, hagamos unas concisas referencias a la vida y milagros taurinos de ambos hermanos, aunque los de Tomás queden eclipsados por los de Luis.

El matrimonio del italiano Giuseppe Mazzantini  Vangucci, y Bonifacia Eguia Eguino, vivían en la localidad cántabra de Matamorosa, donde él debía estar trabajando en el puente ferroviario sobre el rio Hija de la antigua línea de Alar del Rey-Reinosa-Santander, pero  decidieron ir a la localidad natal de ella (Elgoibar) para dar a luz a su primer hijo al que, nacido el 10 de octubre de 1856, pondrían el nombre de José Luis. En los años siguientes, la familia cambió de residencia por motivos laborales y sus hermanos nacieron: Tomás (que luego sería su subalterno) y Ángela, en Llodio (Álava), Amelia en Bilbao y Concepción en Madrid. La posterior estancia de la familia en Francia e Italia le sirvieron al mayor para el aprendizaje de los idiomas de ambas naciones.

 En el séquito de Amadeo de Saboya retornarían los Mazzantini a España  y el joven de 14 años,  Luis Mazzantini, nombrado mozo de escuadra de primera clase para el cuidado de los caballos de tiro de su Majestad, con un sueldo anual de 912 pesetas y 50 céntimos, empleo que le duró lo que el reinado. (Desde el 2 de enero de 1871 hasta el 11 de febrero de 1873).

Su familiaridad con el mundo del ferrocarril le inclinó, primero, al empleo de factor-telegrafista en los ferrocarriles del Mediodía y, a continuación,  al de jefe de estación en Malpartida, (Cáceres) y en Santa Olalla (Toledo).  Pero sus aspiraciones y su deseo de progresar estaban cifradas en la frase que se le atribuye, de que  " En este país de los prosaicos garbanzos, para ser rico solo se puede ser cantante o torero, y yo no he sabido dar el do de pecho". Así,  tras el fallido intento de dedicarse al bel canto, decidió trocar el farol, las banderas y la gorra de jefe de estación, por el estoque, la muleta y la montera. Trasladado a Madrid, se escapaba a las becerradas para aficionados  que todos los lunes se celebraban en la placita que había en los Campos Elíseos de Madrid, lo que le hizo incumplir sus obligaciones laborales y, amonestado por el director de la Compañía Nacional de Ferrocarriles, a la sazón, D. José Echegaray, primer español en ganar el Premio Nobel de Literatura, presentó la dimisión. 

Comenzó como becerrista en 1879, presentándose directamente como novillero, sin pasar por el previo escalafón de los banderilleros,  en Madrid, en diciembre de 1880, tomando la alternativa en Sevilla en abril de 1884 de manos de Frascuelo y confirmándola en Madrid, al mes siguiente, con Lagartijo de padrino.

No vamos a hacer aquí una biografía ni una relación de los éxitos del gran torero que fue don Luis Mazzantini que pasó a la historia, si no por su finura con el capote y la muleta, sí como director de lidia, estando siempre al quite y como uno de los mejores estoqueadores.  Según la revista Sol y Sombra, como matador de toros en Europa toreó novecientas ochenta y seis corridas, a las que hay que sumar las ochenta y siete en que intervino en América y las ciento once novilladas previas al doctorado.  En total estoqueó tres mil ochenta y cuatro reses en los cosos de  España, Francia, Portugal, Argelia, Uruguay, Cuba, México y Guatemala, donde mató su última corrida. Y fue el que implantó lo que hoy es precepto reglamentario: el sorteo de los toros y el orden de su lidia. Hasta entonces eran los ganaderos los que determinaban éste, de forma que echaban en primer lugar el más grande y de más pitones; en quinto, el de mejor nota de clase y bravura, para que no se desmintiera lo de “no hay quinto malo”, y en sexto, el más chico y desmedrado, para dar facilidades al último diestro llegado al escalafón. Mazzantini, ya el más antiguo, estaba cansado de tener que habérselas con el toro más grande y mejor armado, mientras Guerrita, con quien compartiera tantas tardes, degustaba el seleccionado quinto, que solía ser un bombón.

 Tampoco vamos a insistir en la singular fama que alcanzó, además de por su destreza y arte, por su empaque, personalidad y elegancia: puso de moda el bastón, el sombrero de copa y la levita “Mazzantini”; se dio su nombre a establecimientos, a un aguardiente, y a las marcas más selectas de  cigarros habanos; se habló de su romance en La Habana con la conocida actriz francesa Sarah Bernhardt; se estrenó, en 1884, la obra “Mazzantini. Bosquejo cómico-lírico en un acto y cuatro cuadros”, en verso, original  de Tomás Infante Palacios,  con música de Isidoro Hernández; participó en una de las primera películas taurinas  que se filmaron en España: "Gran Corrida de Toros" y en una película francesa filmada  en Nimes; fue retratado por Daniel Vázquez Díaz en su cuadro “Las cuadrillas de Lagartijo, Frascuelo y Mazzantini”, que podemos admirar en el Reina Sofía, etc.


Don Luis Mazzantini                        

Las cuadrillas de Lagartijo, Frascuelo y Mazzantini”, 

De sus éxitos y fracasos económicos sólo mencionaremos que  si de novillero, en 1883,  exigía por corrida 12.000 reales con media cuadrilla y 20.000 con cuadrilla completa, llegó a cobrar seis mil pesetas (24.000 reales) por corrida de toros en la última década del siglo XIX y a ganar unos cinco millones de pesetas, viendo, sin embargo, mermada su fortuna por varias empresas desafortunadas (Fue empresario del Teatro Real  y de la plaza de toros de Madrid), llegando a pasar en sus últimos años  graves dificultades económicas.

Mazzantini toreo su última corrida en España el 19 de septiembre de 1904 en la plaza de Santa Olalla, el pueblo que abandonó como jefe de estación, y la última de su carrera, en Guatemala el 8 de marzo de 1905. En 1908 regaló el traje y el estoque de esa última corrida. El traje al gran barítono italiano Titta Ruffo para sus interpretaciones de la ópera Carmen y el estoque al exrey de Portugal don Manuel de Braganza, Manuel II.

Al fallecer su esposa, la madrileña  Concepción Lázaro, en Méjico, el 14 de  marzo de 1905, ante el cadáver, se cortó la coleta, -se la cortó su hermano Tomás-, y con ella hizo una pulsera que ciñó a una de las muñecas de la difunta, no volviendo a torear. Vuelto a España se dedicó a la política, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid por el distrito de Chamaberí, en las elecciones municipales de 1905, por el partido Conservador de Eduardo Dato, con más votos que los socialistas Pablo Iglesias, Francisco Largo Caballero y Rafael García Ormaechea, y desempeñó los cargos  de diputado provincial por Navalcarnero y gobernador civil de Guadalajara (1919) y de Ávila (1919-20).

Falleció de una dolencia cardíaca a “las cinco en punto de la tarde” del 23 de abril de 1926 y  fue enterrado en la sacramental de San Lorenzo de Madrid.

Tomás Mazzantini Eguía

¿Y Tomás? Ya hemos dicho que nació en Llodio, seis años después que su hermano,  el 21 de diciembre de 1862. Cursó la primera y segunda enseñanza y, como su hermano Luis, eligió la profesión de torero, participando  en las capeas de los pueblos madrileños durante el otoño de 1881 y todo el año de 1882, vistiendo por primera vez de luces ese año en la cuadrilla del novillero de Jaén Angel Villar, "Villarillo", pisando el ruedo madrileño como banderillero, a las órdenes del setabense  Joaquín Sanz, "Punteret", en la novillada del 25 de febrero de 1883,  toreando después a las del madrileño Tomás Parrondo "Manchao" y el mencionado "Villarillo" y a las del, también madrileño, Gabriel López, "Mateíto", que terminaría siendo compañero de cuadrilla, ambos a las órdenes de su hermano Luis.  A finales  de aquel otoño, éste le incluyó en la cuadrilla que había de acompañarle en su contrato de Montevideo durante el invierno de 1883-84.

De vuelta en España toreó con diversos espadas, entre ellos el matador de Coria del Rio, Diego Prieto Barrera, "Cuatro Dedos", hasta que, en 1885, se incorporó definitivamente a la cuadrilla de su hermano Luis al que acompañaría como peón de confianza hasta la retirada de ambos.

Ensayó sus aptitudes de matador de novillos presentándose en Madrid el 8 de diciembre de 1885, estoqueando dos toros de don Juan Moreno, de Arcos de la Frontera, el segundo de los cuales,  brindó a su hermano y lo mató de una buena estocada. Toreó algunas novilladas más, pero desistió del  manejo del estoque, aplicándose a las banderillas, y sobre todo a la brega, en la que alcanzó justo renombre. 

Retirado del toreo a la vez que su hermano, en 1905, residió algún tiempo en Madrid donde apoderó la ganadería de don Eduardo Alea (antes Villamarta) y murió en el puerto de Santa María (Cádiz) el 26 de octubre de 1919.

Pero volvamos al incidente en la plaza de Tomelloso. En la citada biografía de Tomás Mazzantini, en la que figura su fotografía de frente, tampoco se advierte falta o defecto alguno en ninguna de sus orejas. Veamos cómo se cuenta aquella cogida:

“El bautismo de sangre lo recibió el 17 de septiembre, [de 1883] en Tomelloso, a cuya Plaza fue con el espada "Villarillo". Al pretender quebrar a cuerpo limpio —suerte que había ya realizado con fortuna— al toro "Bandolero", cárdeno, de don Higinio Flores, fue cogido y revolcado, sufriendo leves contusiones en la cabeza y brazo derecho. Por cierto, que el corresponsal de un periódico madrileño escribió que el novel diestro había salido con una muñeca rota, una oreja arrancada y una herida en la sien derecha. Nada más que esto....”

Resulta, pues que el parte  de lesiones del periódico que, en origen, dio la noticia del desorejamiento de Mazzantini, exageró lo suyo (y lo ajeno). Lo que sufrió “en un lance de capa” resultó ser al “quebrar a cuerpo limpio …al toro "Bandolero; la “muñeca rota, una oreja arrancada y una herida en la sien derecha”, o “la fractura del brazo derecho”, no fueron más  que leves contusiones en la cabeza y brazo derecho”. Y no podían ser creíbles  tan graves lesiones ya que, como cuenta el biógrafo a renglón seguido: “Dos días después de esta cogida estuvo a punto de sufrir un percance gordo, ajeno a la lidia. Para ir de Chinchón a Ciempozuelos, él y el también banderillero Ramón Marqués alquilaron un cochecito-jardinera tirado por una mula. En el camino, y muy próximo al punto de destino, se asustó el animal, emprendiendo vertiginosa carrera sin que el conductor pudiera frenarla: los diestros se arrojaron del carruaje, causándose sólo algunas erosiones, mientras que al chocar con un edificio quedó muerta la mula, deshecho el coche y moribundo el conductor”. Y pocos días después ,“Con Felipe García fue a torear en Consuegra (Toledo) el 22 de septiembre, siendo muy aplaudido y obsequiado por las hijas del alcalde, a las que habla brindado unas suertes.” Esta noticia la confirma  elBoletín de loterías y de toros” (Madrid). 24/9/1883, página 4, si bien “La Correspondencia de España”, 23/9/1883, página 1-2  y el “Diario oficial de avisos de Madrid”, 23/9/1883, página 2, que, asimismo, la transmiten, excluyen del viaje a Tomás  y, en su  lugar, hablan de Felipe Arago.

La biografía nos aclara, también, que no fue en la cuadrilla de su hermano Luis en la que intervino Tomás en Tomelloso, sino en la del novillero giennense Ángel  Villar, “Villarillo”, en la tarde del 17 de septiembre de 1883. 

Y ello lo confirma la crónica publicada en El Día” (Madrid. 1881). 20/9/1883, página 3, y, con el mismo texto,  el “Boletín de loterías y de toros” (Madrid). 24/9/1883, página 3, según las que, el 17 de septiembre de 1883, se verificó en Tomelloso, (el cronista le hacía depender de la provincia de Toledo), una corrida de cinco toros de la ganadería de D. Higinio Flores que dieron bastante buen juego; mataron nueve caballos e hirieron a otros nueve. “Murillo y Villarillo, con sus cuadrillas, fueron los encargados de la lidia. Excepto los picadores todos trabajaron bien. “Tomás Mazzantini recibió un golpe en la cabeza al salir de una suerte”.

Parece, pues, que todo terminó en un revolcón de Tomás  ¡Y  no hubo oreja!

Madrid,  15 de junio de 2021.

 

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