Al hablar del “Chico de Criptana”
mencionábamos el precedente del torero-gobernador don Luis Mazzantini. Le antepongo el “don”
porque José Luis Mazzantini Eguía, además de su empaque personal, era bachiller
en Artes y entonces se decía que los bachilleres adquirían el derecho a utilizarlo.
Pero esto nos llevaría al tema de los tratamientos y al actual uso, mal uso,
desuso y abuso de los “dones” y de los
“señores”.
No vamos a referirnos, aquí y
ahora, a ninguna de las faenas taurinas
premiadas con “apéndice auricular”, -que diría Matías Prat en sus
retransmisiones radiofónicas o televisivas- que realizó don Luis Mazzantini, el “rey del volapié” o el “señorito loco”
como le apodaban. No se trata de una
oreja de toro cortada como trofeo para
un torero, sino de una oreja de torero supuestamente
cortada o arrancada por un toro; de una oreja, no tan famosa como la de Vicent
van Gogh, pero de un Mazzantini.
Repasando prensa antigua,
encuentro la siguiente noticia publicada
en “El
Toreo de Sevilla” de 14 de octubre de 1883,
p. 3: ”En una corrida de toros recientemente verificada en Tomelloso, sufrió
un cojida (sic) el banderillero Mazzantini al intentar una suerte de
capa, quedando con una muñeca rota, una
oreja arrancada y una herida en la sien derecha.”
Me llamó poderosamente la atención
y traté de indagar sobre el percance. Comencé por examinar las fotografías de
don Luis posteriores a esa fecha; hay varias tomadas desde distintos
ángulos, pero en todas aparece con sus dos pabellones auriculares
perfectamente situados. Continué indagando en las actuaciones del diestro en
aquellas fechas, en las que ya despertaba admiración como novillero, y no hallé
mención de tan importantes lesiones, ni de que
le hubieran implantado la arrancada oreja. Sí, en cambio, de que poco
después de torear en Écija el 22, el 23
en Cádiz y el 30 en Valencia, tuvo lugar
su marcha a Montevideo, donde tendría actuaciones clamorosas.
Tenía noticia de otro torero
posterior, el madrileño “Mazzantinito” (Tomás Fernández Alarcón, 1879-1916),
que adoptó el apodo como acto de admiración hacia don Luis, pero,
evidentemente, con cuatro años, no podía
tratarse de él.
¿Error en el nombre? No era
creíble; el apellido no era Sánchez o González. No, descubrí que la noticia no
era referida a don Luis, sino a otro Mazzantini,
a Tomás, su hermano seis años menor, al que éste llevaba como banderillero y
peón de brega en su cuadrilla, lo cual
me llevó a pensar que el matador de novillos de Elgoibar debió haber actuado en
la plaza tomellosera en aquellas calendas.
Pero tampoco encontré rastro de su
paso por la plaza de El Tomillar en aquellas fechas. Sólo hallé que debió
torear en esta plaza una vez, en agosto de 1887, ganado de Flores, y que iba a
haber estoqueado ganado suyo en 1884, cuando, a consecuencia de la pérdida de la
cosecha por el pedrisco, se rescindió el contrato firmado con él y no hubo
feria.
Seguimos indagando y topamos con
una crónica de esta corrida en “El
Imparcial” (Madrid. 1867) 27/9/1883, página 4, en la que se
lidiaron toros de don Higinio Flores por Murillo y Ángel Villar (Villarillo)
y, tras informar que Murillo estivo
desgraciado y Ángel muy bravo, y que los
toros mataron quince caballos, añade que “Tomás
Mazzantini sufrió una cogida en la lidia del segundo toro, que le ocasionó la fractura del brazo derecho.”
Ya no es la muñeca, es el brazo lo
fracturado; ya no hay herida en la sien, y nada se dice de la oreja. ¿Qué
alcance tuvo, realmente, el percance?
Como casi todo está escrito, y sabiendo
y queriendo buscar se encuentra, hallé una pequeña, pero detallada, biografía
del segundo Mazzantini, Tomás, (http://gestauro.blogspot.com/2015/04/tomas-mazzantini.html) en la
que se nos desvela el percance y su
verdadero alcance.
Antes de entrar en él, hagamos
unas concisas referencias a la vida y milagros taurinos de ambos hermanos,
aunque los de Tomás queden eclipsados por los de Luis.
El matrimonio
del italiano Giuseppe Mazzantini Vangucci, y Bonifacia Eguia Eguino, vivían en
la localidad cántabra de Matamorosa, donde él debía estar trabajando en el
puente ferroviario sobre el rio Hija de la antigua línea de Alar del
Rey-Reinosa-Santander, pero decidieron
ir a la localidad natal de ella (Elgoibar) para dar a luz a su primer hijo al
que, nacido el 10 de octubre de 1856, pondrían el nombre de José Luis. En los
años siguientes, la familia cambió de residencia por motivos laborales y sus
hermanos nacieron: Tomás (que luego sería su subalterno) y Ángela, en Llodio (Álava), Amelia en Bilbao
y Concepción en Madrid. La posterior estancia de la familia en Francia e Italia
le sirvieron al mayor para el aprendizaje de los idiomas de ambas naciones.
En el séquito
de Amadeo de Saboya retornarían los Mazzantini a España y el joven de 14 años, Luis Mazzantini, nombrado mozo de escuadra de
primera clase para el cuidado de los caballos de tiro de su Majestad, con un
sueldo anual de 912 pesetas y 50 céntimos, empleo que le duró lo que el reinado.
(Desde el 2 de enero de 1871 hasta el 11 de febrero de 1873).
Su familiaridad con el mundo del ferrocarril
le inclinó, primero, al empleo de factor-telegrafista en los ferrocarriles del
Mediodía y, a continuación, al de jefe
de estación en Malpartida, (Cáceres) y en Santa Olalla (Toledo). Pero sus aspiraciones y su deseo de progresar
estaban cifradas en la frase que se le atribuye, de que " En este país de los prosaicos garbanzos, para
ser rico solo se puede ser cantante o torero, y yo no he sabido dar el do de
pecho". Así, tras el fallido intento de dedicarse al bel
canto, decidió trocar el farol, las banderas y la gorra de jefe de estación,
por el estoque, la muleta y la montera. Trasladado a Madrid, se escapaba a las
becerradas para aficionados que todos los lunes se celebraban en la
placita que había en los Campos Elíseos de Madrid, lo que le hizo incumplir sus
obligaciones laborales y, amonestado por el director de la Compañía Nacional de
Ferrocarriles, a la sazón, D. José Echegaray, primer español en ganar el Premio
Nobel de Literatura, presentó la dimisión.
Comenzó
como becerrista en 1879, presentándose directamente como novillero, sin
pasar por el previo escalafón de los banderilleros, en Madrid, en diciembre de 1880, tomando la
alternativa en Sevilla en abril de 1884 de manos de Frascuelo y confirmándola
en Madrid, al mes siguiente, con Lagartijo de padrino.
No vamos a hacer aquí una
biografía ni una relación de los éxitos del gran torero que fue don Luis
Mazzantini que pasó a la historia, si no por su finura con el capote y la
muleta, sí como director de lidia, estando siempre al quite y como uno de los
mejores estoqueadores. Según la
revista Sol y Sombra, como matador de toros en Europa toreó
novecientas ochenta y seis corridas, a las que hay que sumar las ochenta y
siete en que intervino en América y las ciento once novilladas previas al
doctorado. En total estoqueó tres mil
ochenta y cuatro reses en los cosos de
España, Francia, Portugal, Argelia, Uruguay, Cuba, México y Guatemala,
donde mató su última corrida. Y fue el que implantó lo que hoy es precepto
reglamentario: el sorteo de los toros y el orden de su lidia. Hasta entonces
eran los ganaderos los que determinaban éste, de forma que echaban en primer
lugar el más grande y de más pitones; en quinto, el de mejor nota de clase y
bravura, para que no se desmintiera lo de “no hay quinto malo”, y en sexto, el
más chico y desmedrado, para dar facilidades al último diestro llegado al
escalafón. Mazzantini, ya el más antiguo, estaba cansado de tener que
habérselas con el toro más grande y mejor armado, mientras Guerrita, con quien
compartiera tantas tardes, degustaba el seleccionado quinto, que solía ser un
bombón.
Tampoco vamos a insistir en la singular fama
que alcanzó, además de por su destreza y arte, por su empaque, personalidad y
elegancia: puso de moda el bastón, el sombrero de copa y la levita
“Mazzantini”; se dio su nombre a establecimientos, a un aguardiente, y a las
marcas más selectas de cigarros habanos;
se habló de su romance en La Habana con la conocida actriz francesa Sarah
Bernhardt; se estrenó, en 1884, la obra “Mazzantini.
Bosquejo cómico-lírico en un acto y cuatro cuadros”, en verso, original
de Tomás Infante Palacios, con
música de Isidoro Hernández; participó en una de
las primera películas taurinas que se filmaron en España: "Gran
Corrida de Toros" y en una película francesa filmada en Nimes; fue
retratado por Daniel Vázquez Díaz en su cuadro “Las cuadrillas de
Lagartijo, Frascuelo y Mazzantini”, que podemos admirar en el Reina
Sofía, etc.
Don Luis Mazzantini
“Las
cuadrillas de Lagartijo, Frascuelo y Mazzantini”,
De sus éxitos y fracasos
económicos sólo mencionaremos que si de
novillero, en 1883, exigía por corrida
12.000 reales con media cuadrilla y 20.000 con cuadrilla completa, llegó a
cobrar seis mil pesetas (24.000 reales) por corrida de toros en
la última década del siglo XIX y a ganar unos cinco millones de pesetas,
viendo, sin embargo, mermada su fortuna por varias empresas desafortunadas (Fue
empresario del Teatro Real y de la plaza
de toros de Madrid), llegando a pasar en sus últimos años graves dificultades económicas.
Mazzantini toreo su última corrida
en España el 19 de septiembre de 1904 en la plaza de Santa Olalla, el pueblo
que abandonó como jefe de estación, y la última de su carrera, en
Guatemala el 8 de marzo de 1905. En 1908 regaló el traje y el estoque de esa
última corrida. El traje al gran barítono italiano Titta Ruffo para sus interpretaciones de la ópera Carmen y el estoque al
exrey de Portugal don Manuel de Braganza, Manuel II.
Al
fallecer su esposa, la madrileña
Concepción Lázaro, en Méjico, el 14
de marzo de 1905, ante el cadáver, se
cortó la coleta, -se la cortó su hermano Tomás-, y con ella hizo una pulsera
que ciñó a una de las muñecas de la difunta, no volviendo a torear. Vuelto a
España se dedicó a la política, siendo elegido concejal del Ayuntamiento de Madrid
por el distrito de Chamaberí, en las elecciones municipales de 1905, por el partido
Conservador de Eduardo Dato, con más votos que los socialistas Pablo Iglesias, Francisco Largo Caballero y Rafael García Ormaechea, y desempeñó los
cargos de diputado provincial por
Navalcarnero y gobernador civil de Guadalajara (1919) y de Ávila (1919-20).
Falleció de una dolencia cardíaca
a “las cinco en punto de la tarde” del 23 de abril de 1926 y fue enterrado en la sacramental de San
Lorenzo de Madrid.
Tomás Mazzantini Eguía
¿Y Tomás? Ya hemos dicho que nació en Llodio, seis años después
que su hermano, el 21 de diciembre de
1862. Cursó la primera y segunda enseñanza y, como su hermano Luis, eligió la
profesión de torero, participando en las
capeas de los pueblos madrileños durante el otoño de 1881 y todo el año de
1882, vistiendo por primera vez de luces ese año en la cuadrilla del novillero de
Jaén Angel Villar, "Villarillo", pisando el ruedo madrileño como
banderillero, a las órdenes del setabense
Joaquín Sanz, "Punteret", en la novillada del 25 de febrero de
1883, toreando después a las del
madrileño Tomás Parrondo "Manchao" y el mencionado
"Villarillo" y a las del, también madrileño, Gabriel López,
"Mateíto", que terminaría siendo compañero de cuadrilla, ambos a las
órdenes de su hermano Luis. A finales de
aquel otoño, éste le incluyó en la cuadrilla que había de acompañarle en su
contrato de Montevideo durante el invierno de 1883-84.
De
vuelta en España toreó con diversos espadas, entre ellos el matador de Coria
del Rio, Diego Prieto Barrera, "Cuatro Dedos", hasta que, en 1885, se
incorporó definitivamente a la cuadrilla de su hermano Luis al que
acompañaría como peón de confianza hasta la retirada de ambos.
Ensayó sus aptitudes de matador de
novillos presentándose en Madrid el 8 de diciembre de 1885, estoqueando dos
toros de don Juan Moreno, de Arcos de la Frontera, el segundo de los cuales, brindó a su hermano y lo mató de una buena
estocada. Toreó algunas novilladas más, pero desistió del manejo del estoque, aplicándose a las
banderillas, y sobre todo a la brega, en la que alcanzó justo renombre.
Retirado del toreo a la vez que su
hermano, en 1905, residió algún tiempo en Madrid donde apoderó la ganadería de
don Eduardo Alea (antes Villamarta) y murió en el puerto de Santa María (Cádiz)
el 26 de octubre de 1919.
Pero volvamos al incidente en la
plaza de Tomelloso. En la citada biografía de Tomás Mazzantini, en la que
figura su fotografía de frente, tampoco se advierte falta o defecto alguno en
ninguna de sus orejas. Veamos cómo se cuenta aquella cogida:
“El bautismo de sangre
lo recibió el 17 de septiembre, [de 1883] en
Tomelloso, a cuya Plaza fue con el espada "Villarillo". Al pretender quebrar a cuerpo limpio
—suerte que había ya realizado con fortuna— al toro "Bandolero",
cárdeno, de don Higinio Flores, fue cogido y revolcado, sufriendo leves contusiones en la cabeza y brazo derecho. Por
cierto, que el corresponsal de un periódico madrileño escribió que el novel
diestro había salido con una muñeca rota, una oreja arrancada y una herida en
la sien derecha. Nada más que esto....”
Resulta, pues que el parte
de lesiones del periódico que, en origen, dio la noticia del
desorejamiento de Mazzantini, exageró lo suyo (y lo ajeno). Lo que sufrió “en
un lance de capa” resultó ser al “quebrar a cuerpo limpio …al toro
"Bandolero; la “muñeca rota, una oreja arrancada y una herida en la
sien derecha”, o “la fractura
del brazo derecho”, no fueron más
que “leves
contusiones en la cabeza y brazo derecho”. Y no podían ser creíbles tan graves lesiones ya que, como cuenta el
biógrafo a renglón seguido: “Dos días
después de esta cogida estuvo a punto de sufrir un percance gordo, ajeno a la
lidia. Para ir de Chinchón a Ciempozuelos, él y el también banderillero Ramón
Marqués alquilaron un cochecito-jardinera tirado por una mula. En el camino, y
muy próximo al punto de destino, se asustó el animal, emprendiendo vertiginosa
carrera sin que el conductor pudiera frenarla: los diestros se arrojaron del
carruaje, causándose sólo algunas erosiones, mientras que al chocar con un
edificio quedó muerta la mula, deshecho el coche y moribundo el conductor”. Y pocos días después ,“Con Felipe García fue a torear en Consuegra (Toledo) el 22 de
septiembre, siendo muy aplaudido y obsequiado por las hijas del alcalde, a las
que habla brindado unas suertes.” Esta noticia la confirma el “Boletín de loterías y de toros” (Madrid). 24/9/1883, página
4, si bien “La
Correspondencia de España”, 23/9/1883, página 1-2 y el “Diario oficial de avisos de Madrid”, 23/9/1883,
página 2, que, asimismo, la transmiten, excluyen del viaje a Tomás y, en su
lugar, hablan de Felipe Arago.
La biografía nos aclara, también,
que no fue en la cuadrilla de su hermano Luis en la que intervino Tomás en
Tomelloso, sino en la del novillero giennense Ángel Villar, “Villarillo”, en la tarde del 17 de
septiembre de 1883.
Y ello lo confirma la crónica publicada
en “El Día” (Madrid. 1881). 20/9/1883, página 3, y, con el mismo texto, el “Boletín
de loterías y de toros” (Madrid). 24/9/1883, página 3, según
las que, el 17 de septiembre de 1883, se verificó en Tomelloso, (el
cronista le hacía depender de la provincia de Toledo), una corrida de cinco
toros de la ganadería de D. Higinio Flores que dieron bastante buen juego;
mataron nueve caballos e hirieron a otros nueve. “Murillo y Villarillo, con sus
cuadrillas, fueron los encargados de la lidia. Excepto los picadores todos
trabajaron bien. “Tomás Mazzantini
recibió un golpe en la cabeza al
salir de una suerte”.
Parece, pues, que todo terminó en
un revolcón de Tomás ¡Y no hubo oreja!
Madrid, 15 de junio de 2021.
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Jueves, 8 de Mayo del 2025