Opinión

TIC

El autor habla sobre el uso educativo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en las aulas

Ramón Castro Pérez | Jueves, 21 de Octubre del 2021
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Hoy les hablaré de aulas y ordenadores (o tablets y pizarras digitales, qué más da). Son, ya, unos cuantos años metido en el mundillo de la educación y les debo decir que comienzo a sospechar que nos está ocurriendo lo mismo que con el inglés (ya saben, a los españoles se nos reconoce porque somos los únicos que nos pasamos media vida intentando aprender inglés).

Y es que llevamos (los docentes) un buen montón de años tratando de integrar eso que llaman las TIC en la enseñanza. Créanme, aún hoy sigo encontrando (casi a diario) algún problema con un cable, un adaptador, un programa desactualizado o vayan ustedes a saber.

No todo es malo, claro está. Avances se han hecho. Hoy en día, pasamos las faltas de asistencia directamente a una base de datos que, todo sea dicho, tiene conexión directa con los móviles de los tutores legales de nuestros estudiantes. Casi todos, quien más, quien menos, enciende el proyector en el aula y lo raro, ahora, es ver a un docente sin su portátil. Por otra parte, la pandemia nos recolocó como trabajadores online y aprendimos a utilizar plataformas a distancia para impartir lo que ahora denominan «saberes». Pero… seguimos igual.

—¡Explíquese!

Afirmo que seguimos igual porque no hemos entendido cómo usar las TIC en educación. Dicho de otra forma, las TIC las usan los docentes, pero no los discentes. Nos hemos equipado con las mejores pizarras digitales, con modernos portátiles y con estupendos proyectores, pero a partir de la primera fila de pupitres hasta la última, todo sigue exactamente igual que hace treinta años (cierto es que, en todos los centros, hay aulas informáticas, pero son insuficientes y están pensadas para impartir ofimática).

De esta suerte están configuradas las aulas. El noventa por ciento de su espacio no ha sufrido el paso del tiempo y únicamente el diez por ciento ha sido alterado por la presencia de algún elemento informático, que es usado siempre en la misma dirección: de docente a estudiante. 

¿Es esta la forma correcta de aplicar las TIC en el aula? Creo, rotundamente, que no. No estamos cambiando nada en su sustancia (sólo conducimos un automóvil más moderno). Seguimos operando con la misma configuración, es decir, tenemos a una parrilla (hoy más que nunca, por la separación covid) de estudiantes que asiste a la liturgia de costumbre.

—Entonces ¿qué propone? ¡Aclárese!

No propongo grandes inversiones. De hecho, soy partidario de aplicar el paradigma BYOD (acrónimo de la expresión inglesa «Bring Your Own Device» que, traducido, viene a querer decir «trae tu propio dispositivo»). Así es, propongo que los estudiantes usen un arma poderosa que suelen llevar escondida en sus bolsillos: el móvil.

Gracias a ese pequeño aparatito, los estudiantes pueden crear contenido en la pantalla del proyector (usando, por ejemplo, el servicio https://www.mentimeter.com). También pueden resolver un «kahoot» o consultar el artículo 53.1.b del Estatuto de los Trabajadores para conocer la indemnización mínima que debe plantearse en un ERE. También ¿por qué no? pueden descargar cualquier contenido educativo a través de un código QR y trabajar, después, con él. Pienso, por ejemplo, en una hoja de cálculo, preparada para simular un préstamo hipotecario o un plan de ahorro. Si les gusta la Historia del Arte, pueden acceder a las obras que necesitan comentar en la selectividad (incluso a darse una vuelta por el Museo del Prado). Ya no digamos, acceder a miles, millones de textos y fragmentos de novelas, útiles para escenificar ejemplos en las materias lingüísticas.

¿Les apetece enviar a sus estudiantes al patio o a los alrededores del colegio, guiándolos a través de Google Maps para que lleven a cabo observación directa de una planta o del nivel de contaminación acústica de una zona determinada? ¿Qué les parece si, una vez vistos los fundamentos de la programación en Arduino, cada equipo de alumnos escribe unas cuantas líneas de código o monta algún sensor sobre la placa a su ritmo gracias a las indicaciones que el propio docente ha grabado en un vídeo subido a Youtube?

Si les gustan las matemáticas, tal vez sus estudiantes puedan comprender el significado del término «pendiente» y «corte en ordenadas» gracias a servicios web como https://student.desmos.com/, por poner un ejemplo.

En todos estos casos, el aula acaba por transformarse en un lugar donde los estudiantes aprenden a su ritmo. De repente, ya no tenemos una parrilla de personas mirándonos durante todas las horas lectivas. Ahora, una vez comprendidos los conceptos, pueden ponerlos en práctica, usando las TIC. Lejos de parecer complicado, es muy sencillo. Sólo hay que hacer una cosa: enseñarles a usar el arma que manejan a diario. Si no lo hacemos, estaremos haciéndoles un flaco favor: prohibirles que usen (bien) un dispositivo justo en el lugar donde pueden aprender a hacerlo y permitirles que lo usen (mal) justo donde no les podemos enseñar (en la calle). Piénselo.

Ramón Castro Pérez es profesor de Economía en el IES Fernando de Mena (Socuéllamos, Ciudad Real).

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