Tan iguales y tan
diferentes al mismo tiempo. Esta reflexión vuelve a aparecer con motivo de la
visita a la cueva de Isidoro Martínez en la calle Ave María. Una cueva pequeña,
pero grande en encanto y esencia tomellosera, perfectamente conservada y que
incluye el atractivo de curiosos aperos relacionados con la viticultura.
Isidoro Martínez nos ha
abierto con gran amabilidad las puertas de esta casa tradicional que
anteriormente perteneció a Víctor Díaz. Y afortunadamente lo ha hecho a los
cuatro que habitualmente visitamos las cuevas de la ciudad: nuestro experto en
estas construcciones José María Díaz, la arquitecta, Ana Palacios y los dos
periodistas de La Voz, que hoy si han podido liberar tiempo de sus quehaceres
para bajar al subsuelo de Tomelloso. El comentario introductorio de José María
no tiene desperdicio. “Esta cueva era de un pichulerete con 25 o 30 fanegotas
con las que podía vivir muy bien”.
La cueva es de pequeña
dimensiones, con una escalera con
peldaños enlucidos en cemento y siete tinajas de cemento de cuatrocientas
arrobas. Hay una octava tinaja, en lo que era el jaraíz y también la del gasto
que es más pequeña. El suelo de la cueva
está horadado por dos pocillos y mirando arriba vemos las dos lumbreras con
desgarre trapezoidal que el propietario abre con frecuencia para ventilar la
construcción. El techo está en la pura tosca y observamos también el balustre
que está en perfecto estado. Una de las paredes presenta los inevitables
desprendimientos que provocan la humedad y el paso del tiempo y que enseñan una
tierra arcillosa en la que se afanaron picadores y terreras.
No tardará José María en descubrir quién fue el
tinajero: Justo Espinosa “que trabajó con mi padre y se inspiró en las molduras
y rosetones que él solía hacer. Las tinajas se construyeron en los años
cincuenta, pero la cueva se construyó unos años antes”. Al subir, nos detenemos
en una pequeña fresquera dividida por un pilar a modo de parteluz que demuestra
el interés que demostraban los picadores también por los detalles estéticos.
El propietario se siente
orgulloso de esta cueva y confiesa su apego a todo lo que tenga que ver con las
tradiciones de la ciudad. De hecho, cuenta que en casa tiene muchos aperos y
elementos de la viticultura tradicional. Algunos se pueden ver todavía por la
cueva como arados, garruchas, canillas, un tablero para descargar uva, varios
rastrillos, una venencia, una llave de boca hormiga que socorría a los
vinateros en múltiples usos y otros curiosos objetos. La cueva de Isidoro
Martínez es la número 81 que ha visitado La Voz de Tomelloso y todavía quedan
joyas subterráneas que admirar.
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Sábado, 26 de Octubre del 2024
Viernes, 27 de Septiembre del 2024
Domingo, 24 de Noviembre del 2024
Domingo, 24 de Noviembre del 2024
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