No lo busquen en el diccionario. El término «clúster» es un americanismo. Eso sí, entre los aficionados al mundo de la empresa es conocido. Si me empeño, creo que podría definirlo como:
«Una red de
empresas e instituciones que colaboran en torno a un producto específico de
interés para el desarrollo de la región a la que pertenecen»
Traducido lo
anterior, me refiero a una actividad productiva de crucial interés para una
región que es llevada a cabo por varias empresas y que, evidentemente, necesita
de la implicación de otras tantas, situadas antes (proveedores) y después
(clientes). Todas ellas generan puestos de trabajo y bienestar y, como eso es
conocido por las administraciones públicas, estas también ponen su granito de
arena colaborando con financiación y con investigación (aquí entran las
universidades). Bien seguro (no lo duden) encontraremos entidades financieras
(probablemente pertenecientes a la economía social) que, también, prestan su
apoyo.
En resumen, un
clúster es una inmensa red de colaboración entre empresas (competidoras),
instituciones y administraciones públicas cuyo objetivo es generar innovaciones
en torno a un producto clave para la región con el fin de hacerlo más
competitivo en el mercado nacional o mundial, contribuyendo, de esa manera, a
aumentar el bienestar de la región.
—¡Toma ya! ¿Eso
existe?
—¡Ya lo creo!
¡Busque usted en «internet» el término! Se sorprenderá.
Pero esto (el
artículo de hoy) va de educación ¿Qué son los clústeres educativos? A decir
verdad, he tomado prestado el término «clúster» y me he permitido el lujo de
complementarlo con el de «educativo». Y la razón es la siguiente:
¿Se imaginan una
red de colaboración entre empresas privadas, instituciones públicas, administraciones
públicas, universidades y centros de educación secundaria en torno a un
objetivo común? Una conjunción de todos esos astros tuvo lugar la semana
pasada, concretamente los días 6 y 7 de abril, en la localidad donde resido (y
trabajo), Socuéllamos.
Durante esos
días, Jesús Cañas (profesor de formación profesional), Antonio Medina (asesor
financiero de Socuéllamos) y un servidor fuimos capaces de tejer una red en
torno a un objetivo: potenciar el conocimiento de la economía y del mundo de la
empresa entre nuestro alumnado de secundaria, bachillerato y formación
profesional.
Así que ya
teníamos el producto: su educación y formación en economía. No me negarán que
es un producto clave para el desarrollo de la región. Y ya no me refiero
exclusivamente a la economía. Dejémoslo en educación a secas. Todo aquello que
consista en potenciar la educación de nuestros jóvenes debe ser considerado
actividad clave para el desarrollo.
Faltaban las
instituciones y los apoyos logísticos. El ayuntamiento colaboró prestando la
infraestructura: el auditorio Reina Sofía. Cayetano hizo de los trípticos una
realidad, Crisve (Cooperativa Cristo de la Vega) donó los obsequios para los
ponentes, Globalcaja sustentó la logística y el IES Fernando de Mena aportó los
premios al concurso de logos de las jornadas.
Los
destinatarios, el alumnado del IES Fernando de Mena (ESO, bachillerato y
formación profesional). Pero no fueron los únicos, ya que alumnado del IES
Airén (Tomelloso) también se desplazó para acudir a las jornadas. Y me consta
que también asistieron antiguos alumnos (ahora propiedad de los campus de la
UCLM) y, además, algún que otro interesado de la vecina localidad de
Villarrobledo.
Colaboraron
personas que trabajan en instituciones situadas en la vertical educativa. Así,
tuvimos la suerte de contar con Benito Yáñez Araque, profesor de Marketing de
la UCLM y, también, con dos personas de las que hablaré al final del artículo
pues para algo es un servidor quien lo escribe y, en mi opinión, merecen un
párrafo aparte, dedicado expresamente.
Tuvimos la suerte
de contar con la economía social, de la mano de Globalcaja. Fueron tres
personas vinculadas a esta entidad quienes nos visitaron. Alberto Funez hizo
posible que nuestro alumnado descubriera el programa NextGeneration UE
(¡gracias Alberto!) y les contó cuanto pudo acerca de los programas más
relevantes (como el bono digital). Miguel Ángel León participó en la mesa
redonda donde empresas de la localidad se dieron cita para contar sus
experiencias. Y Melissa Casas nos habló de buen gobierno, responsabilidad
social corporativa y códigos de conducta, conceptos y realidades muy necesarias
en un mundo de los negocios que lucha por no parecerse al que provocó la crisis
financiera del 2008.
La mesa redonda a
la que aludíamos provocó que en ella se citaran empresas tan importantes como
Cabezuelo Foods, Genera Facilities Services, J-Delgado, Crisve o Cooperativas
Agroalimentarias de CLM. Hablaron de sus comienzos y de lo difícil que es tomar
decisiones cuando haces las cosas bien y el mercado te pide que crezcas. Nos
contaron cómo se apoyan en las entidades financieras y, también, en
instituciones financieras públicas como el Instituto de Finanzas de Castilla-La
Mancha, presente en la mesa de la mano de Miguel Ángel González Lajas, quien
también participó en una ponencia anterior sobre ayudas al emprendimiento.
Aquellas personas, cercanas para la mayoría del alumnado, relataban las
historias de sus empresas y dejaban mensajes tan rotundos como que el fracaso
es el mejor de los éxitos, que nunca deberíamos dejar de intentarlo y que hacer
las cosas bien es lo que te lleva a crecer, «crecer por castigo, crecer por
trabajar, crecer por ser mejores».
Reservo este
último párrafo para los dos últimos invitados, Juan Francisco Jimeno Serrano y
José Antonio Herce San Miguel. De sus trayectorias profesionales se encarga
internet pues no tendría líneas suficientes para dejar, aquí, impronta alguna
de ellas. Al igual que el resto de colaboradores de este clúster educativo
improvisado, acudieron «pro bono» a la cita. Era el último turno y no
defraudaron. Nos hablaron de juventud y longevidad y mantuvieron a la
audiencia, una mezcla de cuarto curso de ESO, primero y segundo de bachillerato
y formación profesional, atenta en todo momento. La altura y el nivel de Juan
Francisco y de José Antonio nadie la discute. La capacidad que tienen para explicar
aspectos complejos de la economía con palabras que todo el mundo entiende es
asombrosa. La destreza que manejan al comunicar es absoluta y los mensajes que
emitieron los recordará siempre el alumnado asistente. Ponentes de altura para
un fin de altura: la educación de nuestros jóvenes ¿no les parece?
No sé cómo ni en
qué momento fui, como profesor de aquellos chicos, consciente de la oportunidad
que aquel clúster brindaba a la formación (humana y económica) del alumnado.
Admito haberme emocionado y, díganme ustedes si no merece la pena que, de
vez en cuando, se reúnan empresas privadas, instituciones públicas y personas
sabias en torno a unos chicos y chicas de 15, 16 y 17 años para contarles qué
es la vida, cómo afrontarla, qué hay que tener en cuenta para ser felices
y, sobre todo, para hacerles ver que lo que tienen entre manos (su juventud) es
un divino tesoro, de incalculable valor (aunque como economistas seamos capaces
de calcularlo).
¡Vivan los clústeres
educativos!
Los
pasados 6 y 7 de abril tuvieron lugar, en el auditorio Reina Sofía de
Socuéllamos, las I Jornadas de Economía y Empresa del IES Fernando de Mena,
organizadas por los departamentos didácticos de Economía y de Administración de
Empresas de dicho instituto. Ramón Castro Pérez, profesor de Economía y
organizador del evento, fue testigo de la valía que tienen este tipo de
experiencias en el aprendizaje vital de nuestros jóvenes. Pueden encontrar el
programa de las jornadas aquí.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Martes, 24 de Diciembre del 2024
Jueves, 26 de Diciembre del 2024
Jueves, 26 de Diciembre del 2024