Decíamos en la anterior entrega que será necesario repensar
todo, reconstruir la sociedad sobre nuevas bases. Así que necesitamos un Plan
de Descarbonización de la Economía a 15 ó 20 años, consensuado,
ilusionante, con objetivos de país claros, cuantificado año a año, con las
acciones precisas bien definidas. La descarbonización de la economía implica
que además de las medidas positivas, partidos políticos y gobiernos deben
explicar lo que se prevé para los territorios y los sectores perdedores,
que los habrá. Igual de importante es la cuestión clave del impacto de la
transición ecológica en el empleo y cómo se sortearán las dificultades
técnicas y de aceptabilidad social.
El Estado, Las administraciones serán fundamentales.
Dejar que sea solo “el mercado” el que tome las decisiones que garanticen la
continuidad de nuestras sociedades es un error. Y no sólo para la energía. La competencia sin frenos,
sin regulaciones, acorta los horizontes temporales y multiplica el consumo de
recursos: para las varias redes de telecomunicaciones que tenemos hoy en España
se ha invertido tres veces más que para una. En un mundo muy incierto y con
recursos limitados, la competencia salvaje no siempre es la mejor manera de
gestionar. En la erupción del volcán de La Palma no se sacaron cada mañana
licitaciones para que diferentes empresas presentaran proyectos, que se
resolverían 3 ó 4 meses después, compitiendo entre ellas y buscando beneficio
empresarial, para ver si se evacuaba a los vecinos o se cortaba el tráfico. Ha
sido el estado, los diferentes institutos de las administraciones, los que
tomaron las decisiones de forma resuelta y efectiva. Se implementó rápidamente
un mecanismo público, un sistema previamente planificado eficiente y eficaz.
Otra cosa será, una vez superada la emergencia y el volcán inactivo, para
construir alojamientos o recuperar las carreteras destrozadas.
En época de emergencia, para gestionar
infraestructuras: energía, transporte, urbanismo, reducción de emisiones, o las
capacidades industriales requeridas a escala de medio siglo… se necesita más
planificación y menos competencia.
Un Estado fuerte que planifica a medio y largo plazo
El ejemplo de la necesidad de un estado fuerte que
planifica lo tenemos en Alemania, que había cometido el error de confiar la
gestión de sus reservas estratégicas de gas a una empresa privada filial de
Gazprom, la energética rusa: No rellenaron los depósitos y el verano pasado
dejaron las reservas de gas al 10%. El ministro alemán de economía, Robert
Habeck, acaba de nacionalizar, de hecho, la gestión de las reservas de un bien
estratégico para su país. Le ha llamado “tomar el control de la empresa… para proteger la seguridad y el orden públicos y para mantener la seguridad
de la oferta”. Vale.
Como explica el economista Jean Pisany-Ferry
(respetado consultor francés que ha dirigido el Instituto Bruegel (uno de los
laboratorios de ideas más importante del planeta) “Hemos entrado en un mundo marcado por fuertes externalidades, que el
mercado ignora espontáneamente, y luego por el alargamiento del horizonte
temporal y sin considerar las consecuencias lejanas de las decisiones que se
toman hoy. Por estas dos razones, el régimen de política económica inaugurado
en la década de 1980 está agotado, caducado. Este régimen se
caracterizó por la primacía del mercado y un alcance limitado para el estado,
que se suponía que no tenía ninguna opinión la elección de tecnologías ni sobre los objetivos a largo plazo ni sobre
el modelo de desarrollo”.
La Transición hacia una sociedad más sobria, va a
requerir una inversión adicional muy alta, que tendrá, en la opinión de Pisany
y Jean Marc Jancovici (ingeniero experto en clima y energía) al menos tres
efectos:
1: Se reducirá la parte de la producción
destinada a consumo y aumentará la parte que se destina a la inversión: una
mayor proporción de nuestros ingresos se destinará a la renovación energética
de nuestros hogares (bomba de calor, aislamiento térmico de muros, instalación
de dobles ventanas, autoconsumo fotovoltaico…) y esto reducirá la
proporción de ingresos disponibles para nuestras otras compras potenciales,
especialmente turismo y bienes superfluos. La compra necesaria es la del
mercado, la de comida y bienes esenciales, sobre todo de proximidad. Así que
mercadillos y mercados de artesanos tendrán mejores perspectivas que las
grandes superficies comerciales. Se tratará de darle la vuelta al consumismo:
ser más felices cuantas menos cosas innecesarias se compren.
2: A nivel mundial, el equilibrio global del
ahorro y la inversión cambiará. A lo largo de las últimas décadas, el nivel
de inversión mundial ha ido disminuyendo, a pesar de la descomunal excepción
china. Ahora la tasa de inversión global volverá a subir y el ahorro global se
reducirá, con efectos económicos y sociales difíciles de calcular.
3: Por último, la economía ortodoxa imaginaba que los
impuestos sobre el carbono generarían ingresos fiscales adicionales, que
servirían para compensar a empresas en adaptación al cambio climático. Pero
esto no es seguro. Por razones de paz social, lo más probable es que los
gobiernos se vean obligados a establecer incentivos, como hacen ya
bastantes países europeos, subvencionando la instalación de placas
fotovoltaicas o de bombas de calor (lo cual provoca un retorno de beneficios
para las empresas que fabrican este tipo de productos). Si se llegan a
instaurar impuestos sobre el carbono, casi todo tendrá que utilizarse
para ayudar a los hogares más desfavorecidos.
Además, las finanzas públicas estarán muy solicitadas,
porque se necesitarán inversiones masivas: renovación de edificios públicos,
infraestructuras, sobre todo de ferrocarril, sistemas urbanos,
investigación, incentivos para que las empresas y los hogares se transformen...
Así que una subida de impuestos a los más pudientes será ineludible.
Subir los impuestos a los más ricos: ¡Lo piden ellos!
Los mismos millonarios lo piden: en una carta abierta
al pasado Foro Económico Mundial de Davos, 100 de las mayores fortunas del
mundo (sobre todo americanas, inglesas, alemanas y canadienses, ninguna
española) piden a los gobiernos “que les hagan pagar más
impuestos”, informa la BBC. El grupo de “Millonarios Patrióticos” explica
en una carta abierta publicada online (https://www.intaxwetrust.org) que los “superricos no están siendo presionados
para pagar su parte de la recuperación económica pospandemia” y llaman
a sus colegas millonarios y multimillonarios para retomar el tema de la fiscalidad. “Como
millonarios, sabemos que el sistema fiscal actual no es justo. Mientras
que el mundo ha atravesado un sufrimiento inmenso en los últimos dos años, la
mayoría de nosotros podemos decir que nuestra riqueza ha aumentado durante la
pandemia, pero, sinceramente, pocos de nosotros si es que hay alguno, puede
decir que estamos pagando la parte justa de impuestos”.
Uno de cada 100 contribuyentes europeos posee más de 2
millones de euros. Alrededor de medio millón posee más de 8 millones. Y 330
tienen más de 1.000 millones. Seguro que pueden echar una mano para pagar la
factura derivada del Covid y de la crisis económica que ha generado. Hacer
pagar, sólo durante 10 años, un 1% adicional a los primeros, un 2% a los
segundos y un 3% a los terceros permitiría pagar la factura derivada del Covid
y de la crisis económica, social y ecológica que padecemos. Recuérdese: es para
salvar empresas, mantener empleos y reactivar la economía. También para que
cuando aparezca la próxima pandemia la sanidad pública esté fuerte y existan
suficientes camas de UCI para salvar vidas.
Partidos políticos, gobiernos, sindicatos y
asociaciones empresariales deben ofrecer a la ciudadanía una "estrategia a
la altura del peligro de la crisis climática" y de los riesgos para
nuestros suministros energéticos, un "enfoque sistémico", articulado,
preciso y cuantificado, necesario para la transición ecológica y energética. Un
Plan en el que se esboce un país que funcione sin combustibles fósiles, con
sobriedad, muchas renovables -y temporalmente algo de energía nuclear- y cuya
trayectoria permita alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. El desarreglo
climático ha generado olas de calor en India, Pakistan, Bangla Desh…
con temperaturas de hasta 55º. Como consecuencia, India, uno de los
mayores exportadores de trigo del mundo, ha decidido suspender sus
exportaciones de cereales: un ejemplo más de cómo el cambio climático,
consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, afecta
directamente a la economía. Descarbonizar los procesos productivos y nuestra
forma de vivir es esencial.
En el siguiente capítulo hablaremos de las propuestas
concretas que se realizan en los países europeos más avanzados para incluir en
esos Planes de Descarbonización de la Economía.
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Sábado, 3 de Mayo del 2025
Sábado, 3 de Mayo del 2025