Daniel P. Espinosa es el ganador del XXIV Premio de Novela
Policiaca “Francisco García Pavón” 2022 con la obra “Demonio de nuestros
pecados”. La obra es un thriller psicológico, “una novela policiaca muy negra”;
la historia de la caída en el abismo de sus personajes que comienza después de
tres años de búsqueda frustrante de un asesino que estrangula a sus víctimas y
las deja flotando en fuentes de agua bajo la lluvia.
Nacido en Madrid, Espinosa es un escritor que cultiva varios
géneros, entre ellos la novela negra y el terror. Es finalista del IX Premio
Minotauro y de los Premios Nocte con la novela Nekromanteia (Dolmen, 2013),
ganador del IV Premio Cryptshow Festival de relato fantástico y de los Premios
Ignotus con la novela Sirenas de dientes blancos. Ha trabajado también como
profesor de talleres de escritura y corrector literario. Entre otras novelas,
es autor de la novela steampunk Magnet; La Sociedad de la Rosa Secreta, número
1 de descargas en Amazon; Ad Infernum, una novela de fantasía oscura en la
Castilla Medieval o Aplaudan al salir y Viejo Caníbal, dos thrillers psicológicos.
Ha participado en numerosas antologías colectivas y cuando no escribe se vuelca
en su otra pasión, los juegos de rol.
—Le confieso que me ha sorprendido el amplio currículum
que atesora. Literatura fantástica, de terror, ciencia ficción, thriller. Incluso
juegos de rol…
—Reconozco que tengo unos gustos muy variados y que me gusta
explorar distintos géneros y temáticas. Nunca me he fijado en el género a la
hora de elegir un libro para leer. De pequeño leía tanto a Emilia Pardo Bazán,
Miguel Delibes y Umberto Eco como al Sherlock Holmes de Conan Doyle, El
señor de los anillos de Tolkien o los relatos de terror de Lovecraft. De
todas esas obras he ido aprendiendo a no limitarme a las barreras de un solo género
literario (difusas ya de por sí) y a tomar elementos de uno o de otro según encajara.
Por ejemplo, soy un absoluto enamorado de la novela negra psicológica de
Patricia Highsmith. La leí muy joven, y desde entonces no concibo una historia negra
o policiaca (o cualquier historia) que no tenga gran profundidad psicológica. Desde
luego, mi novela ganadora del premio, Demonio de nuestros pecados, tiene
mucha influencia de Highsmith en sus personajes turbios y torturados.
También, a nivel de estilo, me ha marcado mucho el minimalismo
y el realismo sucio cotidiano de Raymond Carver. Y, por supuesto, también está
el terror. Edgar Allan Poe fue el primer autor de terror que leí de niño, así
que lo llevo tatuado en mi alma de escritor. De hecho, el juego de rol que
acabo de publicar, Raven, se basa en que un grupo de amigas y amigos jueguen
historias en un mundo lleno de espectros, terror y misterios al estilo de Poe.
Y, por supuesto, también está la fantasía, importantísima. En mi caso, más que
la épica (aunque también la he leído) me gusta la fantasía realista, como la de
Michael Moorcock o Glen Cook (o el autor que la dio a conocer después, George
R. R. Martin). Pero, sin duda, también amo la bella fantasía del Terramar de
Ursula K. Le Guin.
Quiero pensar que todos estos gustos tan diversificados me
permiten mirar cada género que escribo con una perspectiva llena de curiosidad,
buscando que haya elementos de uno permeando en otro. Hay muchos ejemplos ahí
fuera. La película Seven, escrita por Andrew Kevin Walker y dirigida por
David Fincher, combina la investigación con un ambiente opresivo e imágenes de
puro terror. Por cierto, mi novela Demonio de nuestros pecados recibe
mucha influencia de ella a nivel de atmósfera y tono psicológico. Como otro
ejemplo, la novela El silencio de los corderos, de Thomas Harris, es
una magistral combinación de thriller y terror.
Al final, en mis novelas suele haber dos cosas: distintas capas
de misterios que ir desvelando (o con las que irse encontrando) y profundidad
psicológica y emocional de los personajes, algo que me parece fundamental para
sentir sus vidas y sus historias. También muchas veces introduzco algún toque
de terror, aunque sea solo para generar atmósfera. Por ejemplo, una búsqueda a
oscuras en un lugar abandonado en medio de una noche de tormenta, como ocurre en
Demonio de nuestros pecados. No pretendo dar miedo, pero sí que quien lo
lea respire ese ambiente inquietante. Donde sí he explorado el thriller con
elementos de terror psicológico es en mi novela Viejo caníbal, que por
cierto se basa en Albert Fish, un asesino y caníbal en serie real de los años
1920. Incluso otra novela que he publicado este año, Una bruja con
tentáculos, una fantasía urbana distópica, se centra en una investigación
donde la protagonista recorre una ciudad a oscuras. Supongo que no puedo evitar
que me gusten tantos géneros y me fascinen sus posibilidades, en este caso
aplicadas a la novela negra o policiaca.
Por cierto, hablando de juegos de rol, he aquí una
curiosidad. La idea de Demonio de nuestros pecados surgió de una partida
de rol en vivo muy narrativa que escribí unos años atrás. Me pareció que tenía
potencial como para plasmarla en una novela, y aquí está.
—¿Cómo llega a la escritura?
—De una forma muy natural. Muy de niño, con unos siete u
ocho años, escribía cuentos junto con mi hermano mayor, Francisco, en una
máquina de escribir Olivetti Lettera 52 que mis padres nos compraron. Aún la
tengo en mi estantería como un tesoro. Recuerdo escribir un cuento de dragones,
con sus dibujos pertinentes. Ya de adolescente, empecé a escribir relatos más elaborados
y llegué a publicar alguno en un fanzine de videojuegos. Entre medias, leía
siempre abundantes y variados libros. También me influyeron los juegos de rol,
que entre sus múltiples virtudes estimulan la imaginación; escribí muchas
historias de rol para jugar con mis amigos, y cada una es en realidad un relato
en sí. Intenté escribir alguna novela por aquel entonces, pero no prosperó, aunque
sí logré escribir una mini saga de relatos conectados.
Ya de adulto, trabajando de informático, decidí tomarme en
serio la escritura y me apunté a talleres literarios. Asistí durante varios
años, y me sirvieron para aprender muchas técnicas narrativas… y lo más
importante, leer tu obra ante compañeras y compañeros que van a criticarla
formalmente, buscando lo que funciona y lo que no. Después llegué además a
impartir clases de escritura, algo que he disfrutado siempre mucho.
En esa primera etapa, escribía sobre todo relatos. Me costó
mucho dar el salto a la novela, acostumbrado como estaba a la brevedad y
contundencia del formato corto. Mi primera novela es algo que nunca verá la
luz, una historia en tono realista sobre un grupo de amigos y sus problemas.
Pero me sirvió para aprender. Ya en 2012, escribí Aplaudan al salir, una
novela psicológica con mucho de Faulkner, el Niebla de Unamuno o el
teatro del absurdo, donde la realidad se mezcla con la ficción y los personajes
son conscientes de que son eso, personajes. Después vino Nekromanteia,
donde quise desahogar mi gusto por la fantasía y el terror. Quedó finalista del
premio Minotauro, el mayor premio de fantasía en España. A estas alturas, tengo
nueve novelas publicadas y muchos relatos en antologías, incluidas crónicas
criminales como El estripador de Avilés y thrillers policiacos
como Demonio de nuestros pecados. Y, por supuesto, tengo ya varios
proyectos más en proceso.
—Usted ya ha recibido varios premios literarios, ¿qué ha
supuesto recibir el Francisco García Pavón?
—Un sueño. He trabajado durante varios años en Demonio de
nuestros pecados, pasando por múltiples versiones, recortando aquí y allí,
añadiendo o quitando tramas y puliéndolas. Cuando me llamaron para comunicarme
el premio fue uno de los momentos más felices de mi vida. ¿Qué decir? Que un
jurado reconozca el valor de tu obra y la premie es lo mejor que le puede pasar
a cualquier persona que dedique tantos días, años e ilusión a escribir. Es algo
que debería pasarle a todo el mundo alguna vez en su vida.
Que además haya sido un premio tan reconocido como el García
Pavón me abruma. Me siento entusiasmado y, a la vez, humilde. Es maravilloso
tener la oportunidad de que la novela pueda llegar al público y que la lea, que
sienta sus personajes y sus historias, la tensión de la trama, sus pasados y
sus secretos, los peligros y crímenes que los acechan. Es una novela a la que
tengo mucho cariño, y no ha podido quedar en mejores manos. Espero que quien la
lea la disfrute.
—¿Qué va a encontrar el lector en “Demonio de nuestros
pecados”?
—Una historia de la caída en el abismo de sus personajes, una
novela que comienza después de tres años de búsqueda frustrante de un asesino
que estrangula a sus víctimas y las deja flotando en fuentes de agua bajo la
lluvia. Cuando comienza la novela, destrozados por las amenazas personales del
asesino, la inspectora y el subinspector que lo buscan matan al único
sospechoso que han tenido en tres años, convencidos de que es el culpable y de
que, si no hacen algo, saldrá libre por falta de pruebas. Por supuesto, no es
así. Tras eso, los asesinatos se aceleran y vamos viendo cómo todos están
relacionados con una universitaria llamada Uve que fue asesinada de la misma
forma hace veinte años. Fue una joven poeta de vida trágica, y obsesionó a
todas las personas que de una forma u otra están relacionadas con los actuales
asesinatos. Cuando murió, en la fiesta había varias personas a su lado,
drogadas y borrachas, y ninguna recuerda quién de ellas la mató.
En resumen, es un thriller psicológico, una historia
policiaca muy negra. En ella, es tan importante la intriga por saber quién es
el asesino y quién mató a la joven universitaria hace veinte años como son los
pecados que enturbian el alma de todos sus personajes, incluida la propia
protagonista, la inspectora Pozo. En esta novela no hay personajes buenos.
Todos son humanos que en algún momento han tomado malas decisiones, y ahora
tienen que afrontar las consecuencias. Cuando esas consecuencias llegan a la
vez que unos asesinatos que los involucran a todos, sabemos que la historia no
puede terminar bien.
La novela alterna entre los sucesos del presente, narrados
en primera persona por la inspectora Pozo, y la historia de Uve, hace veinte
años. La inspectora vive bajo la amenaza constante del asesino de que matará a
su hija si lo encuentra, lo cual la pone en una situación imposible que la
destroza. A la vez, está sumergida en un entorno lleno de secretos que la van llevando
a ese asesino. Sobre Uve, vamos conociendo el pasado de una poeta de vida
dramática que sufrió abusos de su padre y cuya vida en la universidad fue puro
caos y poesía. Conocemos también la vida de quienes la conocieron entonces y
que hoy día siguen obsesionados con ella.
Todo esto sucede en un Madrid en crisis donde no para de
llover, donde cada gota asfixia y no hace más que recordar que, en algún lugar
inundado, puede aparecer un nuevo cadáver. La lluvia en la novela es
omnipresente, constante, imparable, volviéndose tan opresiva como los
asesinatos. Según vayan disparándose los acontecimientos, se irá convirtiendo
en una tormenta que crecerá hasta terminar en un clímax trágico. Me gusta que
mis novelas tengan siempre mucha atmósfera, y en esta novela trato de
reflejarlo de una forma muy visual. Al final, es una metáfora de las historias
de los personajes.
—Ya sabe que Pavón fue un precursor de la novela
policiaca en España, ¿conoce su obra?
—La conocí hace mucho tiempo, y me pareció fascinante la
idea de un “detective” en la España rural. Ahora, a raíz del premio, me he dado
el gusto de releerlo. Me ha encantado que pueda leerse actualmente con tanto
interés y tanta frescura, con ese toque único que tiene la literatura de hace
décadas. Hoy día, con tanta influencia de la literatura policiaca anglosajona y
nórdica, haríamos bien en releer a Pavón para darnos cuenta de cómo sí podemos
encontrar su herencia aquí y allí, en obras que buscan su tono propio, como
hacía él.
Personalmente, me encanta su estilo y me divierten sus
historias y sus tramas. Y me fascina su personaje, Plinio. Es encantadoramente
único.
—Por cierto, ¿novela negra o policiaca?
—Negra, sin duda. Como dije, desde muy joven soy adorador
incondicional de Patricia Highsmith, y eso ha marcado mis gustos en la
literatura criminal. Disfruto leyendo novela procedimental, por supuesto, pero
me gusta más si ahonda en el lado psicológico y “negro” de los personajes y la
sociedad. El misterio y la investigación son un gran motor para motivar la
lectura, pero para mí lo importante es lo que subyace detrás, la historia
interior que se cuenta sobre los protagonistas.
—La Fiesta de las Letras de Tomelloso es un referente
literario y artístico ¿Qué le parecen iniciativas como esta? ¿Había participado
antes en ella?
—Me parecen algo completamente imprescindible para mantener
viva tanto la cultura como la ilusión. El mundo literario es duro, y con tantas
publicaciones hoy día y tanta gente que aspira a ser publicada, me parece
fundamental que haya otros caminos para darse a conocer. Todo lo que apoye la
cultura nunca será demasiado. Por eso, la Fiesta de las Letras de Tomelloso es
un paraíso que es una enorme suerte poder tener. Me considero muy afortunado y
estoy muy agradecido por poder participar en ella.
—¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?
—Múltiples, como siempre. En estos instantes, mi proyecto más
próximo es terminar una novela policiaca para la que he elegido a propósito un
aire clásico, pero donde a la vez planteo un giro radical que creo que puede
llamar mucho la atención. Es un homenaje a un tipo de historias muy queridas
por mí, y estoy deseando terminarla pronto y que alguna editorial apueste por
ella. Para después tengo varias ideas, pero cuando llegue el momento tendré que
sentarme para ver cuál es la elegida. Escribir una novela lleva meses o incluso
años, como bien sabemos, y por mi parte necesito enamorarme de la idea antes de
volcarme en todo el trabajo que supone su desarrollo. Sea como sea, seguiré
explorando.
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Lunes, 5 de Septiembre del 2022
Domingo, 4 de Septiembre del 2022
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Martes, 29 de Abril del 2025
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