Tomelloso

Andrés Ruiz Paraíso vuelve al Café de la Glorieta con “Todo viene de antes, todo está por hacer”

Francisco Navarro | Lunes, 2 de Enero del 2023
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La primera exposición de Andrés Ruiz Paraíso en solitario fue en 1984 en el Café de la Glorieta. El artista ha vuelto al emblemático Cafetín 37 años después con “Todo viene de antes, todo está por hacer”. Hasta el 15 de enero se puede admirar la muestra en la planta alta del local —que poco a poco se va convirtiendo en una celebrada galería— que se ha enmarcado en las celebraciones del 40 Aniversario del establecimiento.

Visitamos la exposición guiados por Andrés Ruiz Paraíso el día de los Inocentes y el Café es un maremágnum de gente entrado y saliendo, además en un rato va a tener lugar un espectáculo en el local. El artista está muy contento de como va la muestra por la que está recibiendo muchos parabienes, además “la gente se hace selfis con las obras y me manda buenos comentarios”.

—La exposición tiene un nombre, como poco, curioso…

—Me gusta titular mis muestras con nombres que reflejen la idea de la exposición o el porqué he seleccionado las obras que la forman. Y es que, todas las exposiciones las enmarco según la filosofía de ese momento. Con “Todo viene de antes, todo está por hacer” he querido contar que, dado que me han invitado para exponer en el final del año de 40 aniversario de El Cafetín y mi primera muestra la hice hace 37 años en este local. Es decir, de lo antiguo nacen cosas modernas.

—¿Qué cuelga Andrés Ruiz Paraíso en El Café de la Glorieta?

—He traído paisajes de Záncara y elementos en los cuales he incluido unos mensajes, que son símbolos históricos. Utilizo ese fondo de paisaje para contar lo que quiero decir. Además de los paisajes hay una serie, que son cuatro cuadros y una escultura, a la que llamo “Blancos en desuso”, que es una reflexión sobre la guerra, en general. Cuento que a la bandera blanca no se le ha dado una utilidad de diálogo, sino que se ha usado como blanco de tiro. Se trata de banderas que se ha llevado el viento por no utilizarlas.

—Unas obras que suponemos que tienen que ver con la guerra de Ucrania, ¿no?

—La serie nació el 20 de abril, aunque la guerra de Ucrania empezó antes esa fecha fue cuando más me toco. Pensaba que las guerras de ahora, con tanta tecnología, eran lejanas para la gente de a pie. Pero, horrorizado, vi la noticia de que una chica de 13 años fue violada por un comando y me di cuenta que aquello era muy incivilizado. Ahí fue cuando cogí posición, no en un bando sino contra la guerra.

—La de Ucrania es una terrible guerra como las de siempre…

—No entiendo que el pleno siglo XXI tenga lugar esa guerra despiadada por un conflicto que debería haberse resuelto en los despachos.

—Explíquenos el mensaje que contienen los paisajes.

—Hay una serie de norias y de palomares —los palomares me persiguen—de la zona de Teruel que hablan sobre el desuso que se hace de la comunidad, lo que antes era una reunión de palomas, ahora es una construcción tapiada. Estamos creando edificios alejados de la comunidad, nos estamos individualizando. Eso mismo ocurre en Záncara, una pedanía de Tomelloso que es un antiguo núcleo urbano completamente abandonado a su suerte, se está hundiendo. También incluyo dos cuadros hechos con grafito, “Al fondo”, uno de lo cuadros que más me representa, junto a otro más tradicional sobre “Los pinos”.

—Usted utiliza infinidad de técnicas, materiales y texturas para sus creaciones…

—El soporte de todo el trabajo que está aquí expuesto es un papel de lino natural hecho a mano y el estuco. Hay variedad de materiales, óleos, acrílicos, grafito, como digo, carboncillo; sin llegar a ser collage, hay superposiciones de papeles. También traigo cuatro esculturas, en madera.

—En estos cuarenta años usted ha recorrido un camino muy largo con su arte, ¿no es así?

—La verdad es que sí. Lo que más me ha ayudado en este camino ha sido afianzarme en lo que quiero hacer. Y en no excusarme ni pedir perdón por lo que quiero. Para mí mi pintura es principal, aunque sea secundaria para comer. Eso me ha dado la libertad de poder hacer lo que quiero, guste o no guste. De todas formas, tengo la suerte de tener mi público.

—Es obligado preguntarle por lo que está haciendo…

—Ahora mismo estoy con un gran cuadro de gran formato y tonos verdes al que le he puesto provisionalmente el título de “La fábrica de Modigliani”. Es una fábrica de harinas de Bilbao y los reflejos de los cristales de las ventanas parecen cuadros del italiano. Uso tonos verdes porque estoy saliendo de los rojos de la tensión que tenía. El horizonte se me está abriendo hacia los verdes.

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