Opinión

Capitalismo despiadado

Ramón Castro Pérez | Jueves, 16 de Marzo del 2023
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Más de uno estábamos esperando que salieran a la luz los últimos datos del «capitalismo despiadado» para llevar a cabo algunos cálculos y calibrar el grado de maldad existente en nuestra realidad cotidiana. Con la información relativa al ejercicio 2022, ya podemos colocar la última pieza del puzzle.

Me he servido de los datos económicos del «capitalismo despiadado» entre los años 2018 y 2022. No son enrevesados y cualquiera puede entenderlos. Comencemos por algo tan sencillo como la cifra de negocios y los aprovisionamientos. Traduzco: veamos la relación entre lo que ingreso vendiendo y lo que me cuesta comprar aquello que vendo. Aquí lo tienen:


El margen bruto es amplio, sí. Aunque con ese margen hay que pagar sueldos, suministros, alquileres y hacer frente al desgaste de locales, furgonetas, etcétera.

¿Qué es lo que apreciamos? Que el «capitalismo despiadado» opera con los mismos márgenes en los últimos cinco años. Es decir, si ahora es «despiadado», antes también lo era. O, tal vez, puede ocurrir que ahora no sea «despiadado», como antes tampoco lo era.

Agarremos durante un momento la calculadora y veamos cuánto han aumentado los importes de ventas (cifra de negocios) y cuánto han subido las compras (aprovisionamientos). Comparemos, además, esas subidas con la subida general en el coste de la vida, es decir, con la inflación. Aquí lo tienen:


En los años en los que la inflación no existía (2019 y 2020), el «capitalismo despiadado» aumentó sus márgenes, pues las ventas crecieron más que las compras. Sin embargo, cuando la inflación comenzó a castigar a la economía, los márgenes se reducen (las ventas, en euros, crecen menos que las compras, en euros). No parece que el «capitalismo despiadado» se aproveche de la inflación sino todo lo contrario.

Por último, veamos otro cálculo muy sencillo: el punto muerto, en euros. Esto es, qué cantidad de bienes, en euros, tiene que vender el «capitalismo despiadado» para cubrir costes (personal, suministros y desgaste) y comenzar a obtener beneficios. Es más, calculemos también cuánto de lejos está el «capitalismo despiadado» de esa frontera. Veamos:


El «capitalismo despiadado» es un negocio que da beneficios, pero trabajados. Tiene tantos costes por cubrir que hay que vender mucho (y bien) para sobrevivir. Por ejemplo, en 2018, se necesitaban vender 19.420 millones de euros para cubrir costes. Como se vendieron bienes por valor de 22.234 millones de euros, se ganó dinero, sí, pero ¡oiga! hubo que vender toda esa cantidad. En otras palabras, las pérdidas estaban a una distancia del 14 por ciento. Poca broma.

Lo que ocurrió en 2018 ha venido repitiéndose en estos últimos años. El «capitalismo despiadado» trabaja siempre muy cerca de las pérdidas. Tiene su mérito.

Como conclusión podría extraerse que el «capitalismo despiadado» no lo es tanto, pues disminuyó sus márgenes cuando peor estaba la economía, manteniendo el empleo y el poder adquisitivo de los salarios de sus empleados. Y no sacó tajada de la situación, pues sigue teniendo a la misma distancia las pérdidas (el punto muerto). Despiadado no parece. Más bien, se asemeja más a un negocio en el que hay que trabajar constantemente para no desaparecer a las primeras de cambio.

Ramón Castro Pérez es profesor de Economía en el IES Fernando de Mena (Socuéllamos, Ciudad Real).

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