Tras la afinación del concertino y los aplausos iniciales, el concierto comenzó con la sinfonía “Al Santo Sepolcro”, de Antonio Vivaldi. Moya dirige con las manos desnudas, sin batuta, extrayendo de los músicos de la OFMAN, y de Eusebio Fernández-Villacañas al clave, el sonido cadencioso y delicado del Cura Rojo. La calidad del sonido del templo es inigualable.

A continuación, el archiconocido y apócrifo Adagio de Albinoni comienza a sonar en la iglesia. A la melancólica melodía de la obra se une a la voz de un niño que habla en alguna de las capillas; nos recuerda a los susurros de Glenn Goud sobre su piano. El ritmo lento del adagio llena el templo; el sonido metálico del clave potencia una de las melodías más conocidas de la música clásica. Los de Moya llevan a cabo una interpretación sincera de la pieza atribuida a Albinoni.

Tras una breve pausa, Moya acompaña a las solistas a su lugar y las primeras notas del Stabat Mater nos estremecen. Hervás, Lanza y la orquesta interpretan la parte más conocida de la obra con una sensibilidad que nos hiela la sangre, avisándonos de que nos esperan cuarenta minutos de emociones. La obra de Pergolessi deja claro desde la primera nota como del dolor —el de María a los pies de la cruz y el del propio autor en su lecho de muerte— puede nacer la inigualable belleza de una de las obras más interpretadas del repertorio sacro. 

Con sentimiento y pasión nos llevó la OFMAN, conducida con maestría por Francisco Antonio Moya por las doce partes del Stabat Mater. Las solistas, Alicia Hervás y Beatriz Lanza estuvieron a la altura de la secuencia de Pergolessi, ofreciendo una magnífica interpretación de esta demoledora oración. Una obra que tradicionalmente se interpretaba el Viernes de Dolores y que, como dijo el director, nos sitúa en el pórtico de la Semana Santa. El público emocionado, —al menos este cronista— premió a los interpretes con un gran aplauso.

Moya dio la enhorabuena a AMAO y al Ayuntamiento de Tomelloso, pudimos ver a la concejala de Cultura, Nazareth Rodrigo, entre el público, por la organización del Ciclo de Música Sacra. Agradeció el director que hubiesen contado con la OFMAN, añadiendo que “estamos contentos de estar en Tomelloso, siempre”. 

Y si creíamos que habían cesado las emociones, la orquesta interpretó como propina la famosa Aria de la Suite en Re Mayor de Bach. Entramos, gracias a esta gran velada musical, en la Semana Santa con los sentimientos a flor de piel.