El presidente en funciones ha lanzado una frase que suena a soflama: “En el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña¨ y da la razón: porque es la única vía de que haya un gobierno…presidido por él, le ha faltado decir.

García Page ha sido mucho más prolijo al explicar las razones de su negativa, diciendo algo que es palmario: la amnistía no garantiza que el independentismo renuncia a volver al punto de partida, algo que resulta explícito pues el mismo Puigdemont  mantiene intactas sus demandas sobre el referéndum y demás exigencias de tipo político y económico, cambio de la alcaldía de Barcelona incluido, lo cual resulta un severo varapalo hacia el Partido que está empeñado en seguir otorgando concesiones sin obtener contraprestación alguna, al menos que haya trascendido; otra queja salida de labios de nuestro presidente autonómico que ha ido más allá diciendo que lo más deseable sería pactar con quienes acatan la Constitución, aunque no nos gusten nada. Y es que para García Page, la amnistía, aunque jurídicamente cupiera en la Constitución, no representaría los valores del PSOE, al menos de aquel que ha conocido, defendido y reconocido por aquellos votantes que lo han elegido.

Pedro Sánchez ha invocado el nombre de España, el interés de España en otorgar la amnistía; resultaría coherente que esa pregunta que va a lanzar a los militantes socialistas fuera extensiva a la totalidad del pueblo español. De no hacerlo estaría arrogándose la parte por el todo, evidenciando así un interés puramente partidista, del que Emiliano García Page, en este caso, manifiesta su oposición, precisamente en favor del mantener la igualdad y el diálogo entre la inmensa mayoría de españoles.

Un socialista con solera, José María Barreda, que presidió nuestro gobierno autonómico declaraba en una entrevista algo que es nuclear en todo esto: “El peligro de los nacionalistas es que son insaciables: su alimento es la reivindicación”. Un extremo que Sánchez conoce sobradamente y que a día de hoy no parece ser óbice para conceder una amnistía a sabiendas de que con ella, el asunto no queda zanjado, únicamente poder seguir gobernando.