Atentas contra mí… hombre proxeneta,

hombre que regala mi cuerpo y mi alma

al diablo que paga por poseerme…,

sin mirarme a la cara. 

 

Coartas mi libertad con engaños y anhelos

que esclavizan mi cuerpo, atado a una cama

que engendra, en la noche, ruines presagios.

 

Me regalas la plata que, yo, trabajo

con ahogo y esfuerzo,

sintiéndome sola, sin protección, sin amor. 

 

No me tienes en cuenta,

sólo te importan las cifras

para que, yo, te mantenga…

en tus falsas promesas.

 

Mientras…, muero al alcanzar el día,

harta de noche sin tregua, y vivo como una rata,

escondida en la mañana, para reparar con el sueño

la lozanía que me falta.

 

Y así, llega una nueva noche llena de lunas que

lloran por mi destino… amargo, encubierto,

que no encuentra el camino que, yo, deseo:

lejos de este suburbio que tiraniza, mi vida, desde niña.

No hay derecho a que me obligues a vivir…, como yo vivo.

 

Mercedes Santiago Guerrero