Causa
cierta perplejidad y desconcierto que en determinadas sociedades
desarrolladas, en las que continuamente se exige mayor especialización y
formación para ejercer cualquier
función o tarea de responsabilidad, en el mundo de la política y a los
más altos niveles, esté tomando cuerpo una especie que parece ir en
contra de todo ello. Resumido en una frase: Cuanto más bajo es el perfil
laboral, académico o profesional del candidato
o candidata, mayor legitimidad democrática tiene.
Ayer asistíamos a los actos de traspaso de poderes en distintos ministerios. Algo que se viene realizando desde tiempo inmemorial y que consiste en escenificar la entrega de la cartera del ramo por parte del ministro o ministra saliente al o a la entrante. Un acto que nunca había pretendido ir más allá al menos hasta ahora. Y digo hasta ahora porque ayer dos ex ministras de Podemos, Irene Montero e Ione Belarra, utilizaron el acto para otra cosa, que más bien parecían las ministras entrantes anticipando sus programas. Ambas lanzaron un mitin de varios minutos, en los que además de darse un inaudito autobombo alabando tanto la ideología que defienden como sus respectivas gestiones, dijeron algo más asombroso aún: Acusaron a Pedro Sánchez de haberlas echado del gobierno. Y eso que Belarra votó a su favor, que “cosas veredes amigo Sancho”.
Nunca, jamás ningún miembro de un gobierno había osado hablar en unos términos que remiten a un sentido de propiedad ministerial. La frase, por otra parte, es una prueba más de la falacia, de la premisa en la que se basa el populismo, en este caso feminista, que ambas representan. Nadie como ellas, ninguna persona que piense de manera distinta, va a defender ni de lejos el derecho de las mujeres. La especial altanería de Montero ha ido tan lejos, que ni los errores cometidos bajo su mandato, en especial la ley del “Sí es si” la ha llevado a reconocer su incapacidad para dirigir un ministerio.
En una sociedad extraordinariamente cualificada y compleja como es hoy la española, la idoneidad para ejercer cargos de alta responsabilidad en cualquier ámbito, ha de estar lo más alejada posible de la falta de experiencia personal y formación profesional. Siento decirlo, pero en el caso de Irene Montero, se ha cumplido una vez más el conocido dicho de que la ignorancia sigue siendo muy atrevida. Y en puestos de tal alta responsabilidad, el nivel de incompetencia aparece con mayor fuerza y visibilidad.
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Lunes, 12 de Mayo del 2025
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