Opinión

Maletas sin destino

Fermín Gassol Peco | Martes, 27 de Agosto del 2024
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 Si alguien de ustedes va a viajar próximamente en avión mi consejo es que lleven poco equipaje, a ser posible confórmense con unas maletitas de mano y alguna mochila. El motivo de esta advertencia radica en el riesgo de que al llegar a sus destinos las maletas facturadas se encuentren, bien en el aeropuerto del que salieron esperando el regreso habiendo realizado un “viaje a ninguna parte”, en el de al lado o en las antípodas; y como la ley de Murphy está para cumplirse las perderán siempre a la ida. La cosa se puede poner aún más complicada si viajan con varias maletas y cada una elige su propio destino. 

Increíble pero cierto: cada día se extravían noventa mil maletas en los aeropuertos de todo el mundo; y como las maletas que se pierden nunca suelen ser las mismas, so pena que haya viajeros tan cenizos, la noticia se sitúa entre alarmante y jocosa.

Lo cierto y verdad es que al ver en estas fechas veraniegas la cantidad de personas en las terminales de los aeropuertos y la manera en que “las pertenencias” son tratadas por los operarios cuando creen que no los ves, los montones de maletas que circulan para un lado y para otro en los vehículos de transporte, te explicas que puedan pasar estas cosas.

En esta ruleta de la fortuna aérea llaman la atención dos cuestiones: el hecho de que se pierdan tantas maletas, noventa mil maletas diarias son muchas maletas y que la cantidad siempre sea en torno a esa cifra, como media o como ustedes quieran, pero eso se llama el control de un desatino. 

Porque resulta algo entre grandioso y esperpéntico que puedan controlarse cifras tan grandes de los errores cometidos y no se empleen más medios para evitarlos, pero ya ven que eso sucede en todo el mundo, luego puede ser que forme parte del “encanto” de viajar cerca del cielo.  

El hecho de que más de dos millones de “intimidades” se pasen mensualmente dando vueltas por las cintas transportadoras de los aeropuertos sin que nadie las recoja produce cierta sensación de orfandad para nuestros enseres más cercanos. Cuando vemos en cualquier aeropuerto la cinta transportadora girando y girando con una única maleta dando vueltas y con el anuncio de procedencia ya borrado, la imagen percibida es la de que algo con vida ha quedado abandonado, ya sin dueño, sin destino, triste bulto inerte como presintiendo que acaba de hacer el último viaje de su vida.

El destino de cada uno dice que está escrito en las estrellas, el de quienes viajan por el aire suele ser certero, pero el de las maletas no está escrito ni en las estrellas ni en las etiquetas que llevan puestas sino en el aire, sobre todo cuando las compañías aéreas se estrellan con el destino de ellas que es algo muy distinto.

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