Opinión

Sabor a la vida

Pilar Olmedo | Martes, 22 de Octubre del 2024
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Para llegar vivo al Cementerio de Tomelloso, hay que recorrer si se sale desde la plaza, dirección calle El Campo, un largo paseo embaldosado en rojo y blanco; con su fuentecilla al principio, sus bancos laterales y los continuos pinos de diferente altura que dan colorido de esperanza al recorrido; sombra y frescor en verano.

Antes de llegar al final de dicho paseo y alcanzar el destino final, éste es atravesado por la carretera que va para Argamasilla si quien cruza mira en dirección izquierda y para Socuellamos si gira la cabeza hacia la derecha. Pasan por ella numerosos camiones. Alguno va cargado de golosinas y bolsas de caramelos. En uno de los numerosos baches, una bolsa cae junto a la cuneta y es recogida por dos chicuelos curiosos que recorren el pueblo con sus bicicletas.

-Oye, mira, vamos dentro del cementerio y allí, tranquilamente y sin que nadie nos moleste, nos la repartimos-. Antes de entrar, como la bolsa está rota, se les caen dos de los caramelos -. Anda, déjalo; luego a la vuelta los cogemos.

En el último banco, cercano a la puerta y de espaldas a la pared que da al cementerio, se ha sentado Aquilino, de unos setenta y pico años, cercano a los ochenta…, recientemente enviudado. Un conocido se le acerca.

-  ¿Qué pasa? ¿Cómo tú por aquí?

-  Pues ya ves: la vida, que nos da estos golpes. La mujer, que se me murió hace dos semanas y, como no puedo con las piernas, antes de pasar me he dicho: siéntate un poco, Aquilino.

- Yo también me voy a sentar un “poquejo”. La mía ya va “pa” el año y esto es una pena; no hay quien lo resista. Solo y “desantedio”. ¿Ya “pa” que quiere uno vivir? 

- Tienes razón, Lorenzo. No tenemos más que “achaques” y cuando se te va la parienta, entre unas cosas y otras, le pierde uno el sabor a la vida.

Tras el muro se oyen las voces de los chiquillos que se reparten los caramelos:

-  Uno para ti, otro para mí.... Uno para ti, otro para mí…Uno...

-  Ya está bien; ahora reparto yo que tú te estas quedando los mejores. Este para ti, este para mí.... y aquellos dos de la puerta, uno para ti y otro para mí.

Al salir el camposantero, ya cruzada la carretera pudo ver cómo se alejaban, con su garrota y su boina, dos vejetes a toda prisa, como si de una carrera se tratase más que de un paseo...

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