Opinión

Si nuestros ancestros levantaran la cabeza y vieran el pan tirado... (I)

Salvador Jiménez Ramírez | Domingo, 15 de Diciembre del 2024
{{Imagen.Descripcion}}

El tiempo—pienso—que separa más que el espacio. No sé si todo se une o unirá en una eternidad cuántico-cósmica… En mi aislamiento elegido; paseando, casi, por los mismos sitios, casi, a las mismas horas…, hablando conmigo mismo, a veces, por sendas de las orillas del río, teniendo relaciones con mi mundo social papable poco acentuadas, me encuentro con cosas y hechos desoladoramente incomprensibles. Al ver tanto pan en la basura, me invaden arrebatos de frustración y desconociéndome a mí mismo, me veo pensando y débil como un pigmeo entre gigantes… Tal vez, a la postre, todo sea un fracaso… Entrar en pormenores sería inútil. 

Abandonado al pesimismo y al desánimo, por avenirme mal con ciertos “guiones” de medios de comunicación—desagradecidos—donde he colaborado durante décadas, había pensado dejar atrás mi “época”, con muchos reflejos de una imparcial solidez arcaica, yendo a la conquista de una libertad de expresión que colisionaba con habilidades teatreras, para, cucamente, medrar… “Tenga en cuenta vuesamerced, que cuando se contempla un cuadro, es conveniente comentar sus matices…”.

De cuando yo era un chiquillo, recuerdo muchas orografías cubiertas con un suave verde, con mantos de floraciones blanquirrosas y amarillentas…, y las chimeneas de las casucas de la aldea borboteando algodonosos vellones de humo y en lo alto del cielo reatas de nubes danzando, inundadas de soles deslumbrantes… Mujeres enlutadas con actitudes casi oratorias, recogen las cenizas de los hogares atados al hambre. Los “pájaros canaleros”, recelosos del rodar del mundo, se bambolean sobre unos olmos centenarios, de los que se desprenden hojas errantes; posándose en el tejado alto de un “palacete”, sin quitar ojo a los muchachos que los “ametrallaban” con los tirachinas. En las callejuelas rebotaba el parloteo del vecindario y el estrépito de herramientas, carruajes y animales de tiro y carga… Los perros se ladran en su destino indiferente… Miradas, cuchicheos y retintines…, de no poder verse… Mujeres, muy, de negro iban al horno a “solicitar” el cantero o medio PAN DE LA RACIÓN, hablando relatos de pena y sumisión, en una época de imprecación de milagros… Con la escarcha y brisa mañanera del oasis lagunero, y un universo social entenebrecido, unas mujeres viudas se encaminaban a cortijos y caseríos a pedir limosna, principalmente mendrugos de pan aunque estuvieran “baboseados por los mastines”; después de celebrada cacería sub-regia o burguesita.

Un no sé que de la misteriosa existencia, volaba de un extremo a otro del ámbito, en un prolongado “juego” ungido por los cerros y el espejo del río, que soportaban el “peso” del cielo como vidrios encantados…

Hoy, sol llameante y pan tirado de la niñez… Hoy, sol llameante y pan tirado de la vejez…

                                                                                                    X 

Es incuestionable que debemos realizar un considerable esfuerzo imaginativo, para transportarnos, mentalmente, a primitivos episodios y “fronteras”, respecto de la proyección de nuestra especie en el planeta Tierra; abarcando periodos prehistóricos en los que el individuo humano, — así intitulados—sobrevivía o dependía de la recolección de raíces, plantas y frutos silvestres, de la pesca y la caza más primitivas que quepa imaginar, hasta, tras dilatada singladura evolutiva (¿?), poder producir su sustento y más concretamente: “el pan de cada día…: “Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado…”. (S. Escrituras).

Tremendo y paradójico avance…, sorteando, venciendo incontables y sorprendentes obstáculos; pasando de unas formas de vida y capacidad de cognición “semianimal” a fases más humanizadas, (cuestionadas) donde aparte innovaciones, invenciones y descubrimientos: fundido de minerales, fabricación de herramientas, domesticación de animales, etcétera, la cooperación social en asentamientos estantes artificiales, era primordial para que los esfuerzos y supervivencia del grupo, no se vieran frustrados en la producción y acopio del sustento; que provenía de la incipiente agricultura y poder gozar así, colectivamente, del beneficio del fruto conseguido… En el caso de las semillas o cereales cosechados: trigo, cebada y centeno, principalmente en los inicios, había que defenderlos y preservarlos, no sólo para la siguiente siembra, si no como reserva alimentaria para cubrir las necesidades de la tribu o grupo. Granos como los del trigo, conservados adecuadamente, conservaban su valor nutritivo durante varios años.

Antes de que el sujeto humano consiguiera elaborar pan, engullía los granos de cebada, mijo, avena, trigo y centeno campestres, masticándolos directamente. Costumbre que mantienen sociedades o tribus selváticas aisladas… (Finaliza en el siguiente capítulo).        


1232 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

En esta misma categoría...

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}