para partir en busca de desencuentros.

II

Paso de madera, entrada de carruajes

de la mula torda, de la vieja,

camino del reposo

de la paja fresca.

La portada del patio empedrado,

del jaraíz y la bajada a la cueva,

el pajero y el basurero

que recoge las miserias de la jornada.

III

Oh punto de partida

Portada altiva, noble, regia

de entrada y salida

de cierre y despedida,

embocadura de la familia

umbral de acogida

vestíbulo de miradas cruzadas

de miradas furtivas

pórtico de rondas

boca de tu sonrisa.

Eres corriente en las noches de verano

resquicio de frescor al acabar el día

frontera entre lo público y lo privado

de lo intimo, de la vida mía.

IV

Y te llamo con rotundidad

con la mano de hierro

para que salgas moza

a la ronda y al beso

y tras el ojo de la aldaba

cuco el ojo travieso

para ver el baño de zagala

en el pilón del deseo.

V

Sellada portada de la decencia

oscura, prisionera del recato

de una vida pudorosa,

portada abierta de par en par

al vecino, al amigo, a la fiesta

Portada de luz, a cielo abierto

que canta tras la madera vieja

bodas, bautizos y farras

de la chica del “Arrecio”

y el joven “Herraura”

VI

Abro portada de clavo y madera

donde chirrían los goznes

el alba que despierta

los años vencidos

de una astillada cancela

que vive ajados años

que espera una pintura nueva

un lavado de cara

un paseo entre candilejas.

VII

Y cruzaré el cabezal lastimado

como última vista regalada

de madera vieja a noble madera,

de paso firme a llevarme en brazos

sin retorno, sin camino de vuelta.

Queda la portada cerrada

con sus años de centinela

de mis rondas, mis amores

mis recuerdos, mis vivencias.

VIII

No abre la puerta el olvido

están vacías las estancias

solo silencio mudo

estéril madera de entrada

mira tras la llave hueca

unas paredes vanas .