Es
costumbre en Venezuela, según me cuenta Gladys, mi amiga de allí, cambiar cada
año los adornos navideños de los árboles de Navidad.
Muchas familias
no se pueden permitir tales caprichos decorativos; bastante se dispara el
presupuesto con las comidas navideñas, los regalos a niños y mayores, los
viajes extra…, que luego llega la cuesta de Enero.
Cierto es que muchas cosas las hemos ido cambiando: el espumillón ya no es el que era, ni las bolas, ni los demás adornos. Antes en casa montábamos un Belén, un abeto artificial y ahora, hasta un centro de mesa para la mesa del salón con mi última adquisición: bonitas bolas imitación a cerezas y manzanas que casi pueden pasar por auténticas, pero con más brillo y apetecibles que las reales. Pensaba que era costosa la renovación de adornos navideños; ahora puedo asegurar que hasta puede resultar peligroso.
En todo el revuelo de decoración: «Hija, ¿dónde has comprado las manzanitas?«,«¿Qué manzanitas dice, abuelo?», «Las que hay encima de la mesa. Si no fuera por la dentadura probaría alguna. Bueno, probaré las cerezas…»
El problema
empieza a vislumbrarse si sabemos que algunas de esas frutas prohibidas eran
musicales; todas no, pero la que se tragó el abuelo…sí.
Sus adorables
nietos suelen jugar con él. Uno de los muchos cabezazos cariñosos sobre la
barriguita del abuelo activa la melodía -por supuesto navideña- de la cereza
musical: “Tin-tin-tin, Tin-tin-tin…” que
traducido viene a decir:
¡¡Navidad, Navidad,
dulce Navidad!!
¡¡Es un día de alegría
y felicidad…!!
No hay manera de silenciar la musiquilla que, a intervalos de diez minutos, nos recuerda la fecha en la que estamos; ni bebiendo agua, ni comiendo polvorones conseguimos que se calle. <<Habrá que esperar que se agote la pila y eso que no sea de Duracell>>dice el simpático de su hijo. «Cómo va a pasar toda la noche tu padre con el Tin-tin-tin-tin».
Con la boca
cerrada y lágrimas en los ojos, mi suegro se deja conducir al Hospital. «Ya, abuelo, tranquilo; en el hospital le
ponen un enema y ya verá como sale la dichosa cerecita».
Es necesario pasar por Rx para localizar el sitio exacto donde ha quedado emplazado el objeto sonoro. Tras pasar por el quirófano y ser extraída allí, sigue cantando (la cerecita de Navidad, claro).
«Nada, que, si llega a ser el día de las inocentadas, no lo operan, abuelo»
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Lunes, 6 de Enero del 2025
Lunes, 6 de Enero del 2025