Opinión

Oda al suelo

Fermín Gassol Peco | Sábado, 4 de Enero del 2025
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"Nunca perdáis contacto con el suelo para tener una idea aproximada de vuestra estatura”. A. Machado
El suelo, ese testigo y a veces sufridor sólido y callado de nuestras pisadas y andanzas cotidianas más o menos acertadas. Piel terrenal que permanece omnipresente, que nos sigue a todas partes por lejos y deprisa que vayamos, por mucho que subamos o bajemos, por oscuros que sean los caminos, por altas que nos parezcan las montañas o profundos nos parezcan los abismos.
Personas y y suelo así pegados, abrazados, enlutados, fecundados, unidos desde Adán por genética y raíces, por los sueños y las sombras, por la entereza y tierra firme, generosidad y frutos abundantes, por la realidad y el horizonte; sudor y barro, origen y final de la existencia.
Es el suelo el que da entereza al ser humano y es éste quien da sentido al suelo, es la tierra la que ennoblece al ser humano y es el ser humano quien la hace fructífera. Persona y suelo, tierra y carne en ancestral alianza de color inmaculado que huelen a vendimia, a siega, pan de trigo y de cultura, a aromas de aire y libertad... Que después cuando dejemos el arado y regresemos al lugar del que partimos solos quedarán los surcos preparados para que otros mañana o quizá nunca recojan lo sembrado y lo que fuimos.
El suelo como punto de partida y meta común de todos los mortales en esa etapa contra el reloj que marca nuestras vidas y en las que cada uno se eleva cuanto puede pero al que a la postre todos acudimos para descansar del largo día de afanes y esperanzas como lecho generoso donde podamos volver a ser felices.
Diariamente utilizado por hombres y mujeres sin medida desde que el Adán y Eva pisaron ya la tierra, es el límite de todas las realidades y los sueños, el cielo que tocamos, inmediato y cotidiano. 
Nada mejor que el suelo como medidor común y universal de nuestras dimensiones personales; todos a la misma altura sin falsos púlpitos, estrados ni escenarios, pero cada uno exponiendo ante los demás la suya propia. Porque al fin y a la postre son los demás los que nos miden y saben de nuestra verdadera y auténtica estatura. 

¡Feliz Año 2.025!

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