«Hasta San Antón, Pascuas son» dice el conocido refrán
que nos indica la cercanía de la celebración de San Antonio Abad con las
Navidades. A apenas diez días de los Reyes Magos conmemoramos al patrón de los
animales por lo que la tradición ha señalado al 17 de enero como el colofón de
las fiestas navideñas.
El ciclo de Pascuas de los campesinos y gañanes
tomelloseros era el siguiente. Volvían de las quinterías el 24 de diciembre a
celebrar la Nochebuena y la Navidad. Regresaban al corte el 26, pasando
Nochevieja y Año Nuevo lejos de casa. El 5 de enero se venían al pueblo, para disfrutar
los Reyes. Tras la fiesta, se volvían a marchar hasta el 16 de enero, para celebrar
San Antón en casa.
Aunque el santo vivió en el siglo III y IV en Egipto,
esta muy unido a la tradición, la cultura y el folklore de La Mancha y, en
nuestro caso, de Tomelloso. Y es que, durante décadas nuestra ciudad ha
celebrado festejos en torno a este santo longevo (que vivió 105 años) con
fiestas y ritos curiosos, entroncados en la idiosincrasia de nuestro pueblo.
San Antón nos recuerda, año tras año, que a Tomelloso lo han hecho grande sus
agricultores y ganaderos, luchando a brazo partido con un entorno hostil.
Vamos a intentar ser capaces de descubrir esta noche la relación del santo con Tomelloso, echando mano si llega el caso, de alguno de sus grandes personajes, también de las celebraciones en honor al patrón de los animales y de como nuestra ciudad ha crecido al amor de sus hogueras.
Muy buenas noches a todos y bienvenidos a este acto
que es la antesala de las celebraciones de San Antonio Abad 2025 de Tomelloso.
En primer lugar, quiero dar las gracias a la Junta Directiva de la Hermandad de
San Antón, en la persona de su Hermano Mayor, Florentino Guijarro, por
acordarse de un servidor de ustedes para pregonar los festejos del patrón de
los animales. Es para mí un gran honor estar aquí esta noche, también supone
una importante responsabilidad. Espero estar a la altura del encargo y, sobre
todo, no aburrirles.
SAN ANTONIO ABAD
Sabemos gracias a la hagiografía de San Anastasio, obispo
de que Antonio Abad con veinte años de edad vendió todas sus posesiones,
entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir a una comunidad local
haciendo vida ascética, durmiendo en una cueva sepulcral. Se le considera
fundador de la tradición monacal cristiana. Fue reiteradamente tentado por el
demonio en el desierto, un tema recurrente en el arte.
Desde su muerte, un 17 de enero del año 356, tuvo fama
en Oriente y después en occidente, debido a la protección que se le atribuye
sobre el fuego sacro, una de las enfermedades más terribles de la Edad media
que, desde entonces se pasó a llamar fuego de San Antón.
Una enfermedad provocada por el consumo de pan de
centeno contaminado por el cornezuelo. Los enfermos del fuego de San Antonio
que acudían a los hospitales de los Antonianos —instalados fundamentalmente en
el Camino de Santiago— eran tratados con
los escasos remedios conocidos por entonces y además, se les proporcionaba el
“Pan de San Antón”, consistente en unos pequeños panecillos marcados con la
cruz Tau y elaborados con harina de trigo, sin fermentos ni sal, los cuales
inmediatamente proporcionaban el alivio necesario a los enfermos, al sustituir
a los panes de centeno parasitado. Como recuerdo a estos panecillos
terapéuticos, se mantuvo la costumbre de repartir el “Pan de San Antón”.
Con respecto a su patrocinio sobre los animales cuenta
San Jerónimo que Antonio visitó a otro anacoreta, Pablo, que estaba enfermo. A
su muerte, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otras bestias. En el
desierto —cuenta la tradición— los animales acudían a él como si sintieran que
podía ayudarlos. Tenía un don especial para calmar incluso a los más temidos. En
una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en
actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de las crías y desde entonces la
madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se le acercara.
Su amor incondicional por los animales, su descubrimiento de la sabiduría a
base de observarlos y conocer el amor divino a través de la naturaleza hizo que
fuese reconocido como el patrón de los animales y que millones de personas
celebren cada año su festividad.
Es venerado por la Iglesia católica, Iglesia ortodoxa,
Iglesias ortodoxas orientales y la Iglesia Anglicana.
Es patrón de la isla de Menorca, de los amputados,
protector de los animales, los tejedores de cestas, los fabricantes de
cepillos, los carniceros, los enterradores, los ermitaños, los monjes, los
porquerizos y los afectados de eczema, epilepsia, ergotismo, erisipela, y
enfermedades de la piel en general.
SAN ANTÓN
Y TOMELLOSO
San Antonio
de Egipto se ha venerado desde la edad media en Europa, como decimos. La
devoción a San Antón llegó a Tomelloso desde su creación. Esta ha sido una
población ligada indeleblemente a la actividad agropecuaria. Aquellas “manos removedoras, de encina,
nerviosas, laborales, de campo y luchadoras” que por mil quinientos “cuando se
roturaban los nuevos continentes” vinieron a Tomelloso. Los “Quiralte, los
Sánchez, los López-Carretero, vestidos con sus blusas, sus pañuelos, sus panas
y sus abarcas bien calzadas, llegaron los primeros”. Con hambre de “tierra
labradora” venían a una “América negadora”, como canta Eladio en su poema “Para
los fundadores de Tomelloso”. Estamos seguros de que aquellos míticos pioneros
trajeron entre sus pertenencias una innegable devoción a San Antón, un amor
indiscutible al monje barbudo.
Hay poca
literatura sobre las celebraciones de San Antón en Tomelloso. Siempre se ha
tratado a Antonio el Abad con la familiaridad de un abuelo, con la cercanía de
un compañero de fatigas, sin la pomposidad que se les brinda a otros padres de
la Iglesia. Tal vez por ello, ni él ni sus celebraciones se han estimado con la
suficiente importancia para figurar negro sobre blanco en los episodios
literarios y artísticos (muchos y buenos) de la Atenas de La Mancha.
Suponemos
que, como en otros lugares de esta tierra del Señor, se encenderían las
tradicionales hogueras, habría hachones iluminado las calles de nuestro
incipiente pueblo y no faltarían el “gorrino de San Antón”, ni los panecillos
del santo.
Ya saben, el
gorrino de San Antón vagaba libre por las calles del pueblo, siendo alimentado
por los vecinos. El animal llevaba una campanilla atada al cuello, que al
escuchar su tintineo los del pueblo salían a echarle de comer. Se daba cuenta
del animal en una gran celebración comunitaria en la víspera del santo. Con el
paso del tiempo, el cochino paso a ser rifado en lugar de compartido y el
dinero obtenido se destinaba a obras pías o a la hermandad de San Antón.
La referencia
más antigua a San Antón nos llega de la pluma de García Pavón en su Historia de
Tomelloso. Cuenta don Francisco que el 6 de marzo de 1899 el Ayuntamiento
acuerda pagar a José María Menat 59 pesetas por los gastos ocasionados por la
colocación de la primera piedra de la ermita de San Antonio Abad en la futura
glorieta. Nada más se supo de la proyectada capilla, nos cuenta el padre de
Plinio.
Quien si se
explaya en relatar la noche de San Antón es Francisco Martínez Ramírez, en una
crónica titulada “Las hogueras”, publicada el 17 de enero de 1905 en El obrero
de Tomelloso. Apunta el prohombre que la de las hogueras es “una fiesta que
necesariamente se celebra todos los años en la noche del 16 de enero”. Los
vecinos de Tomelloso se lanzan a la calle “apenas suena el toque de ánimas” y
de todas las casas libres de luto “salen muchachos amontonando gavillas en la
puerta”. El padre o la madre enciende la hoguera, ascuas mediante. Suenan tiros
en la noche tomellosera que se llena de puntos luminosos, “los chasquidos de la
leña seca, los gritos destemplados de los muchachos, las voces de los hombres y
los resoplidos estridentes de los cohetes, forman un singular concierto de
ruidos extraños”, describe El Obrero.
La fiesta
adquiere en la calle donde se venera al santo su máximo esplendor. Cientos de
personas rodean la inmensa hoguera; un obrero provisto de una horca mulle el
montón de brasas. “La fe, los ideales, es lo más duradero de la existencia”,
esgrime nuestro insigne antepasado para justificar la existencia de una fiesta
que no le gustaba nada.
También
Dionisio Cañas recoge en su libro “Tomelloso en la frontera del miedo” la
tradición de San Antón y las hogueras. Según cuenta Rocío Torres al escritor,
la Hermandad de San Antón, creada después de la guerra, organizaba las hogueras
y los festejos y actos en honor al patrón de los animales. Así, tras la función
religiosa, había una solemne procesión; había carreras de mulas, asnos y
caballos y concursos de animales de tiro enjaezados, con premios.
En ese
sentido, refirió Ángel Morales en el primer pregón de San Antón, hace tres
años, que en los años treinta y cuarenta, las carreras salían de la Carrera de
San Jerónimo hasta Los charcones, donde hoy está el Nuevo Tomelloso. Ganaba
casi siempre “Palizas”, mientras que Juaninas, El trapero, se imponía en la
modalidad de borricos”.
Y es que,
con el paso del tiempo, las hogueras pasaron de usarse como “antídoto” del
fuego de San Antón, a con ellas pedir que el santo velase por la salud de los
animales de tiro o de rebaño. Se contaban por centenares las familias que prendían fuegos. Se hacían
roscas de fideos, hojuelas y rosquillas de anís. En las brasas asaban, sobre
todo patatas, boniatos y alguna sardina.
En la calle
Doña Crisanta se instalaban puestos donde los vecinos compraban el “puñao”, un
surtido de frutos secos. El 17 de enero era festivo en Tomelloso y lo fue hasta
hace tres días, como quien dice.
TOMELLOSO
Y LOS ANIMALES
Aquí cabe
hace una pausa para reconocer la importancia de los animales en el desarrollo
de Tomelloso. Los de tiro, sobre todo las mulas, han ayudado que transformar
esta tierra inhóspita. Como nos decía el llorado Jesús Andújar en una
entrevista, “Las mulas han hecho grande a Tomelloso”, han acompañado a los
gañanes en las largas quincenas fuera de casa, con su sangre y sin hiel,
hombres y animales han arrancado la dura costra de este páramo “clavando arados
y azadas hasta el fondo”, citando otra vez a Eladio Cabañero.
Y como
olvidar a las ovejas y cabras, también unidas para siempre a nuestro pueblo.
Prestas a darnos abrigo, alegrarnos con su leche, alimentarnos con su carne o
vestirnos con su lana, han abonado los cultivos y han permitido que nuestro
queso sea reconocido en todo el mundo.
La mula y el
burro están presentes, como fabulosas efigies, en algunos de los cuadros de
Antonio López Torres. Pinturas que nos recuerdan de donde venimos, que nos
señalan nuestro origen, nuestra complicidad con el patrón de los animales.
Venimos del trabajo de sol a sol, del amor y del esfuerzo inhumano de quienes
nos preceden.
La infancia
de otro de nuestros genios, Félix Grande, no fue un patio de Sevilla, sino un
corral de cabras en la calle Asia. Nos cuenta, en un delicioso pasaje de “La
Balada del abuelo Palancas” que las cabras de su padre enfermaron de tristeza y
neurastenia. Y es que, los animales sabían que Esteban, el reciente pastor, no
era de la estirpe de los Palancas, era un mercenario cuyas “visitas eran de
cumplido, motivadas por la preocupación de unas ubres disminuidas y no por el
amor sin condiciones”. Ese feo hizo que los animales escatimasen su producción
láctea, quien lo iba a decir.
SAN ANTÓN
Y EL PREGONERO
El año en el
que nació este pregonero, en 1964, según nos cuenta el corresponsal de Lanza, las
hogueras de San Antón iluminaban “por doquier” la noche tomellosera del 16 de
enero. Al día siguiente “portada por campesinos”, la imagen de San Antón fue
llevada a la hornacina de la calle Doña Crisanta. En esa vía “especialmente
iluminados” se instalaron numerosos puestos de frutos secos “dando a la ciudad
un auténtico aire de feria”.
Por aquellos
años San Antón y sus hogueras vivían un momento álgido. Y, como critica
Callejero en Luz de Tomelloso, el gamberrismo estaba a la orden del día. No le
falta razón al veterano plumilla cuando lanza sus invectivas a las “bombitas”,
arrojadas por gamberros sin escrúpulos a las hogueras, a los pies de las señoritas,
o incluso (y esto ya es el colmo para el periodista) lanzadas sin miramiento
desde la general de los cines. Pide Callejero que se prohíba la venta de unos
adminículos, “que solo sirven para alterar el orden público”.
San Antón
siempre ha estado presente en la vida de este pregonero. Con mi abuela viviendo
en la calle Acuña, a escasos cincuenta metros del lugar donde se echaba una de
las hogueras más grandes del pueblo, uno no tenía escapatoria. Y es que la
plazoleta que forma la confluencia de las calles del Charco, Estación y Altillo,
era uno de los puntos señalados de celebración. En la puerta del comercio de
Filomeno lucía (y todavía lo sigue haciendo) una imagen en azulejo del santo.
Acudía gente del barrio del Altillo y de todas las calles cercanas, hasta el
canal, aportando leña (sarmientos y cepas, sobre todo) a la inmensa luminaria
que prendía, puntualmente, a las ocho de la tarde, el propio Filomeno, que
también era el encargado de tirar tiros con la escopeta. A cada disparo parecía
como si la tierra se moviese, era una vieja lupara de dos cañones con perrillos
que producía —o al menos a mí me lo parecía— un fabuloso estruendo.
Los mozos
saltaban las llamas, sin miedo y porfiándose unos a otros. Luego enterrábamos
en las brasas humildes patatas (partidas por la mitad) y honrados y dulces
boniatos para acabar una noche única. Al día siguiente nos llevaba mi abuela a
la calle Doña Crisanta a comprar castañas, bellotas, avellanas y exóticas y
deliciosas nueces de Brasil.
Años más
tarde nos fuimos a vivir a la calle San Fernando. Sin prepararlo, un 16 de
enero de 1976 o 77, Jesús Serna con su mujer, Carmen Serrano, Paco Parra con
Lola García y Miguel Pedraza y su esposa Teresa echaron (gracias a la gasolina
que Jesús Manteca pudo sacar del 2 caballos furgoneta de su casa) una de las
hogueras que más han aguantado en el centro de Tomelloso. Esa misma noche se
sumaron todos los vecinos de “la placeta” y la calle San Fernando
convirtiéndose en una cita ineludible de la víspera de San Antón. Curiosamente,
la gavillera de Vicente y Matilde sufrió esa noche una considerable merma Fue
tal la pasión por la hoguera y las ganas de compartir una noche de fiesta (que
algunos años llegó hasta el desayuno) que los vecinos del trozo de la calle San
Fernando entre Alcázar y Cervantes se negaron a que asfaltaran ese segmento de
la rúa para poder seguir prendiendo la luminaria. Así estuvieron casi hasta el
cambio de siglo, disfrutando de la víspera de San Antón y de su hoguera como en
una escandalosa y feliz película italiana, con Jesús Serna tirando los
reglamentarios tiros de escopeta (uno por cada animal de la casa, me ha contado
Carmen, su viuda). Cuando ya no pudieron pasar por otro punto y los munícipes
asfaltaron el rodal, todavía continuaron algunos años echando la hoguera en el
callejón que tiene la calle. ¡Qué grandes!
SAN ANTÓN
Y LA PRENSA
El asfaltado
de las calles fue uno de los motivos que hizo que casi se perdiera la tradición
de las hogueras. Ese y el esnobismo que a todos los que vivimos los años 80 nos
hizo rechazar de plano las costumbres y tradiciones que considerábamos
“carcas”. De hecho, cuenta Helena Casado para Lanza en 1986 “que hace pocos
años había cuatro hogueras en todo Tomelloso”.
Y ahora, si
me permiten, vamos a seguir, a través de los medios de comunicación, bebiendo
de Lanza y La Voz de Tomelloso, el resurgir de las fiestas de San Antón.
Uno como
saben, se gana el pan contando noticias, especialmente en esos dos medios.
El 19 de
enero de 1989, Jaime Quevedo, que entonces era corresponsal del decano de la
prensa manchega, decía en un breve: “La tradicional fiesta de San Antón, que en
años anteriores pasaba casi desapercibida, parece que vuelve a recibir la
atención popular. Esta circunstancia quedó de manifiesto tanto en «la noche de
las hogueras» como en la tarde del martes en que cerraron todos los comercios
de la ciudad. En este auge, cabe anotar el esfuerzo de la Asociación de Amas de
Casa que desarrolló todo un programa de actos de tipo cultural alrededor de su
hoguera que fue la que mayor concentración de gente registró”.
Mas de una
veintena de hogueras se prendieron el 16 de enero de 1996, “en calles y patios
de Tomelloso”, relataba Margarita García para Lanza. Al año siguiente, en 1997,
ya fueron “centenares” las hogueras que se echaron en la víspera de San Antón,
contaba García para la misma cabecera. En el año 1999 “la Asociación de Turismo
Rural "La Quintería", en colaboración con el Ayuntamiento, ha preparado
una gigantesca hoguera de San Antón, que será encendida a partir de las ocho de
la tarde y en la que podrá participar todo el mundo por el módico precio de 100
pesetas”, apuntaba la corresponsal de Lanza.
El nuevo
siglo trajo la flexibilización en la fecha de las hogueras. En 2000 se adelantó
al 15 de enero, sábado, y la luminaria municipal se prendió en los terrenos de
la antigua estación. El 2002 trajo un amplio programa de actos que se inició el
12 de enero de la mano de la asociación de Carreros y Costumbres de Castilla-
La Mancha. La hoguera municipal se trasladó al recinto ferial, sigue contando
Margarita García en Lanza. En 2005 se
organizó el Certamen Literario “Platero y el Campo”, también hubo rifa del
gorrino de San Antón. Ese mismo año, García da cuenta de que la Avenida Juan
Carlos I es el epicentro de las fogatas en honor al patrón de los animales y
que la procesión de San Antón “es una verdadera arca de Noe”, dado el exotismo
de las mascotas participantes. En 2006 se une Tomillar Tradiciones a la
organización de los festejos y se disputa una carrera de caballos.
En 2007,
relata Margarita García, se organizan unas jornadas culturales sobre la mula
promovidas por Tomillar Tradiciones. Fueron las fiestas de San Antón de ese año
“las más largas y con más hogueras” apuntaba la veterana periodista en su
crónica, ya que hubo dos noches de luminarias, la del 16 y el sábado 20 de
enero.
En 2009
la exposición Artesanía y
Tradiciones en el Medio Rural, abrió las ll Jornadas Culturales 'las Mulas'.
Hubo una velada poético flamenca a cargo de la Media Fanega.
Fueron miles
las personas que participaron en 2010 en la procesión de San Antón el domingo
18. Matías Rubio bendijo a los numerosos animales que fueron llevados por sus
propietarios. En 2011 los festejos se celebraron el fin de semana anterior a
San Antón y la periodista destacaba la extravagancia y rareza de alguno de los
animales que fueron llevados a recibir el agua bendita de manos del párroco de
la Asunción.
Los festejos
se han ido consolidando en el fin de semana más cercano al día de San Antonio
Abad, las hogueras, por regla general, el sábado y la procesión y bendición de
los animales el domingo. En 2015, el día de San Antón se estrenó la película
“Perro demasiado humano”, de Clara López Cantos, en el Auditorio López Torres.
Ese mismo año llovió, pero no impidió las celebraciones en honor de San Antón.
En 2017,
cuenta un servidor de ustedes en Lanza, el Ayuntamiento permitió que las
fogatas ardieran dos veces, el lunes 16, víspera de la fiesta como manda la
tradición y el sábado 22. Por cierto, la hoguera municipal, instalada en el
recinto ferial, comenzó a tener un carácter solidario, en esta ocasión para
ASORA.
A finales de
ese año echaba a andar La Voz de Tomelloso. Carlos Moreno y un servidor hemos
vivido las Fiestas de San Antón en primera persona. Entrevistando a los que
sabían del patrón de los animales y sus costumbres, como el recordado Jesús
Andújar o Ángel Morales, entre otros. Hemos seguido de cerca a quienes “echan
la hoguera en su fecha”, nos hemos sumergido en la vorágine de la Avenida
Antonio Huertas y hemos estado en el encendido de la luminaria municipal. No
nos hemos perdido los actos religiosos o culturales, ni hemos faltado a la
bendición de los animales.
Después de
la pandemia, en 2021, cogía las riendas de la Hermandad de San Antonio Abad la
actual Junta Directiva presidida por Florentino Guijarro, apoyado por Antonio
Ligero, Paco Navarro, Teresa Burillo y Juan Carlos Rodríguez. La junta ha hecho
un gran esfuerzo por ir recuperando tradiciones y engarzando otras nuevas en
los actos en honor de San Antón. Ha rescatado los panecillos del santo, se ha
creado un interesante concurso de dibujo para que los más pequeños conozcan a
San Antonio de Egipto y su festividad, se ha renovado el estandarte de la
hermandad y se han adquirido andas nuevas. La Hermandad organiza chocolatadas
solidarias en Navidad a beneficio de Cáritas, ha creado la figura del
Pregonero, que se estrenó de la mejor manera posible con Ángel Morales y Zoilo
González recordado a Jesús Andújar.
Además, se
ha llevado a cabo un encomiable trabajo de recuperación de tradiciones como es
el concurso de remolques de cepas y este año el de atar gavillas. Cada año se
incluyen más actividades en el denso programa de actividades. Este 2025, como
novedad, tendremos el viernes 17 las lágrimas de San Antón, un espectáculo que
promete emocionarnos.
No sé si es
mi cometido como pregonero, pero no me resisto a reconocer el trabajo y la
ilusión de la Junta Directiva de la Hermandad de San Antón… Y de nuevo,
reiterar mi agradecimiento por contar conmigo para este honor.
SAN ANTÓN
Y LAS MASCOTAS
Voy a ir
terminando, pero no quiero dejar de señalar una circunstancia de la que todos
somos testigos. El cambio, a pasos agigantados, de la relación de las personas
con los animales. Han pasado de ser bestias a nuestro servicio, a convertirse
en, muchas ocasiones, en nuestros compañeros. El bienestar animal es un factor
que todos tenemos en cuenta, incluso en la alimentación y el trabajo.
Y, por
supuesto, la mayoría de los animales que reciben la bendición del sacerdote en
las fiestas antonianas, son mascotas. Uno descubrió gracias a Reina, una chucha
inesperada que nos dejó hace un año y que ha sido la alegría de nuestra casa
durante tres lustros, el amor que son capaces de dar los animales. Nunca lo
hubiese pensado. Ni tampoco el dolor que produce su pérdida.
Sirva este
pregón como recuerdo de nuestra Reina.
Por último,
les animo a disfrutar del estupendo programa de actividades que ha organizado
la Hermandad. Vivan las tradiciones, sientan de donde venimos, disfruten —con
conocimiento— de las hogueras. Participen con sus mascotas en la procesión de
San Antón… Y traten bien a los animales, hagan como Antonio, el ermitaño de
Egipto, que sintió el infinito amor de Dios y la sabiduría divina protegiendo a
los animales.
¡¡Viva San
Antón!!
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Viernes, 11 de Abril del 2025
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