Tomelloso

Pregón de San Antón 2025 de Francisco Navarro

Francisco Navarro | Domingo, 12 de Enero del 2025
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«Hasta San Antón, Pascuas son» dice el conocido refrán que nos indica la cercanía de la celebración de San Antonio Abad con las Navidades. A apenas diez días de los Reyes Magos conmemoramos al patrón de los animales por lo que la tradición ha señalado al 17 de enero como el colofón de las fiestas navideñas.

El ciclo de Pascuas de los campesinos y gañanes tomelloseros era el siguiente. Volvían de las quinterías el 24 de diciembre a celebrar la Nochebuena y la Navidad. Regresaban al corte el 26, pasando Nochevieja y Año Nuevo lejos de casa. El 5 de enero se venían al pueblo, para disfrutar los Reyes. Tras la fiesta, se volvían a marchar hasta el 16 de enero, para celebrar San Antón en casa.

Aunque el santo vivió en el siglo III y IV en Egipto, esta muy unido a la tradición, la cultura y el folklore de La Mancha y, en nuestro caso, de Tomelloso. Y es que, durante décadas nuestra ciudad ha celebrado festejos en torno a este santo longevo (que vivió 105 años) con fiestas y ritos curiosos, entroncados en la idiosincrasia de nuestro pueblo. San Antón nos recuerda, año tras año, que a Tomelloso lo han hecho grande sus agricultores y ganaderos, luchando a brazo partido con un entorno hostil.

Vamos a intentar ser capaces de descubrir esta noche la relación del santo con Tomelloso, echando mano si llega el caso, de alguno de sus grandes personajes, también de las celebraciones en honor al patrón de los animales y de como nuestra ciudad ha crecido al amor de sus hogueras. 

Muy buenas noches a todos y bienvenidos a este acto que es la antesala de las celebraciones de San Antonio Abad 2025 de Tomelloso. En primer lugar, quiero dar las gracias a la Junta Directiva de la Hermandad de San Antón, en la persona de su Hermano Mayor, Florentino Guijarro, por acordarse de un servidor de ustedes para pregonar los festejos del patrón de los animales. Es para mí un gran honor estar aquí esta noche, también supone una importante responsabilidad. Espero estar a la altura del encargo y, sobre todo, no aburrirles.

SAN ANTONIO ABAD

Sabemos gracias a la hagiografía de San Anastasio, obispo de que Antonio Abad con veinte años de edad vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir a una comunidad local haciendo vida ascética, durmiendo en una cueva sepulcral. ​ Se le considera fundador de la tradición monacal cristiana. Fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto, un tema recurrente en el arte.

Desde su muerte, un 17 de enero del año 356, tuvo fama en Oriente y después en occidente, debido a la protección que se le atribuye sobre el fuego sacro, una de las enfermedades más terribles de la Edad media que, desde entonces se pasó a llamar fuego de San Antón.

Una enfermedad provocada por el consumo de pan de centeno contaminado por el cornezuelo. Los enfermos del fuego de San Antonio que acudían a los hospitales de los Antonianos —instalados fundamentalmente en el Camino de Santiago—  eran tratados con los escasos remedios conocidos por entonces y además, se les proporcionaba el “Pan de San Antón”, consistente en unos pequeños panecillos marcados con la cruz Tau y elaborados con harina de trigo, sin fermentos ni sal, los cuales inmediatamente proporcionaban el alivio necesario a los enfermos, al sustituir a los panes de centeno parasitado. Como recuerdo a estos panecillos terapéuticos, se mantuvo la costumbre de repartir el “Pan de San Antón”.

Con respecto a su patrocinio sobre los animales cuenta San Jerónimo que Antonio visitó a otro anacoreta, Pablo, que estaba enfermo. A su muerte, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otras bestias. En el desierto —cuenta la tradición— los animales acudían a él como si sintieran que podía ayudarlos. Tenía un don especial para calmar incluso a los más temidos. En una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de las crías y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se le acercara. Su amor incondicional por los animales, su descubrimiento de la sabiduría a base de observarlos y conocer el amor divino a través de la naturaleza hizo que fuese reconocido como el patrón de los animales y que millones de personas celebren cada año su festividad.

Es venerado por la Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesias ortodoxas orientales y la Iglesia Anglicana.

Es patrón de la isla de Menorca, de los amputados, protector de los animales, los tejedores de cestas, los fabricantes de cepillos, los carniceros, los enterradores, los ermitaños, los monjes, los porquerizos y los afectados de eczema, epilepsia, ergotismo, erisipela, y enfermedades de la piel en general.

SAN ANTÓN Y TOMELLOSO

San Antonio de Egipto se ha venerado desde la edad media en Europa, como decimos. La devoción a San Antón llegó a Tomelloso desde su creación. Esta ha sido una población ligada indeleblemente a la actividad agropecuaria.  Aquellas “manos removedoras, de encina, nerviosas, laborales, de campo y luchadoras” que por mil quinientos “cuando se roturaban los nuevos continentes” vinieron a Tomelloso. Los “Quiralte, los Sánchez, los López-Carretero, vestidos con sus blusas, sus pañuelos, sus panas y sus abarcas bien calzadas, llegaron los primeros”. Con hambre de “tierra labradora” venían a una “América negadora”, como canta Eladio en su poema “Para los fundadores de Tomelloso”. Estamos seguros de que aquellos míticos pioneros trajeron entre sus pertenencias una innegable devoción a San Antón, un amor indiscutible al monje barbudo.

Hay poca literatura sobre las celebraciones de San Antón en Tomelloso. Siempre se ha tratado a Antonio el Abad con la familiaridad de un abuelo, con la cercanía de un compañero de fatigas, sin la pomposidad que se les brinda a otros padres de la Iglesia. Tal vez por ello, ni él ni sus celebraciones se han estimado con la suficiente importancia para figurar negro sobre blanco en los episodios literarios y artísticos (muchos y buenos) de la Atenas de La Mancha.

Suponemos que, como en otros lugares de esta tierra del Señor, se encenderían las tradicionales hogueras, habría hachones iluminado las calles de nuestro incipiente pueblo y no faltarían el “gorrino de San Antón”, ni los panecillos del santo.

Ya saben, el gorrino de San Antón vagaba libre por las calles del pueblo, siendo alimentado por los vecinos. El animal llevaba una campanilla atada al cuello, que al escuchar su tintineo los del pueblo salían a echarle de comer. Se daba cuenta del animal en una gran celebración comunitaria en la víspera del santo. Con el paso del tiempo, el cochino paso a ser rifado en lugar de compartido y el dinero obtenido se destinaba a obras pías o a la hermandad de San Antón.

La referencia más antigua a San Antón nos llega de la pluma de García Pavón en su Historia de Tomelloso. Cuenta don Francisco que el 6 de marzo de 1899 el Ayuntamiento acuerda pagar a José María Menat 59 pesetas por los gastos ocasionados por la colocación de la primera piedra de la ermita de San Antonio Abad en la futura glorieta. Nada más se supo de la proyectada capilla, nos cuenta el padre de Plinio.

Quien si se explaya en relatar la noche de San Antón es Francisco Martínez Ramírez, en una crónica titulada “Las hogueras”, publicada el 17 de enero de 1905 en El obrero de Tomelloso. Apunta el prohombre que la de las hogueras es “una fiesta que necesariamente se celebra todos los años en la noche del 16 de enero”. Los vecinos de Tomelloso se lanzan a la calle “apenas suena el toque de ánimas” y de todas las casas libres de luto “salen muchachos amontonando gavillas en la puerta”. El padre o la madre enciende la hoguera, ascuas mediante. Suenan tiros en la noche tomellosera que se llena de puntos luminosos, “los chasquidos de la leña seca, los gritos destemplados de los muchachos, las voces de los hombres y los resoplidos estridentes de los cohetes, forman un singular concierto de ruidos extraños”, describe El Obrero.

La fiesta adquiere en la calle donde se venera al santo su máximo esplendor. Cientos de personas rodean la inmensa hoguera; un obrero provisto de una horca mulle el montón de brasas. “La fe, los ideales, es lo más duradero de la existencia”, esgrime nuestro insigne antepasado para justificar la existencia de una fiesta que no le gustaba nada.

También Dionisio Cañas recoge en su libro “Tomelloso en la frontera del miedo” la tradición de San Antón y las hogueras. Según cuenta Rocío Torres al escritor, la Hermandad de San Antón, creada después de la guerra, organizaba las hogueras y los festejos y actos en honor al patrón de los animales. Así, tras la función religiosa, había una solemne procesión; había carreras de mulas, asnos y caballos y concursos de animales de tiro enjaezados, con premios.

En ese sentido, refirió Ángel Morales en el primer pregón de San Antón, hace tres años, que en los años treinta y cuarenta, las carreras salían de la Carrera de San Jerónimo hasta Los charcones, donde hoy está el Nuevo Tomelloso. Ganaba casi siempre “Palizas”, mientras que Juaninas, El trapero, se imponía en la modalidad de borricos”.

Y es que, con el paso del tiempo, las hogueras pasaron de usarse como “antídoto” del fuego de San Antón, a con ellas pedir que el santo velase por la salud de los animales de tiro o de rebaño. Se contaban por centenares las familias que prendían fuegos. Se hacían roscas de fideos, hojuelas y rosquillas de anís. En las brasas asaban, sobre todo patatas, boniatos y alguna sardina.

En la calle Doña Crisanta se instalaban puestos donde los vecinos compraban el “puñao”, un surtido de frutos secos. El 17 de enero era festivo en Tomelloso y lo fue hasta hace tres días, como quien dice.

TOMELLOSO Y LOS ANIMALES

Aquí cabe hace una pausa para reconocer la importancia de los animales en el desarrollo de Tomelloso. Los de tiro, sobre todo las mulas, han ayudado que transformar esta tierra inhóspita. Como nos decía el llorado Jesús Andújar en una entrevista, “Las mulas han hecho grande a Tomelloso”, han acompañado a los gañanes en las largas quincenas fuera de casa, con su sangre y sin hiel, hombres y animales han arrancado la dura costra de este páramo “clavando arados y azadas hasta el fondo”, citando otra vez a Eladio Cabañero.

Y como olvidar a las ovejas y cabras, también unidas para siempre a nuestro pueblo. Prestas a darnos abrigo, alegrarnos con su leche, alimentarnos con su carne o vestirnos con su lana, han abonado los cultivos y han permitido que nuestro queso sea reconocido en todo el mundo.

La mula y el burro están presentes, como fabulosas efigies, en algunos de los cuadros de Antonio López Torres. Pinturas que nos recuerdan de donde venimos, que nos señalan nuestro origen, nuestra complicidad con el patrón de los animales. Venimos del trabajo de sol a sol, del amor y del esfuerzo inhumano de quienes nos preceden.

La infancia de otro de nuestros genios, Félix Grande, no fue un patio de Sevilla, sino un corral de cabras en la calle Asia. Nos cuenta, en un delicioso pasaje de “La Balada del abuelo Palancas” que las cabras de su padre enfermaron de tristeza y neurastenia. Y es que, los animales sabían que Esteban, el reciente pastor, no era de la estirpe de los Palancas, era un mercenario cuyas “visitas eran de cumplido, motivadas por la preocupación de unas ubres disminuidas y no por el amor sin condiciones”. Ese feo hizo que los animales escatimasen su producción láctea, quien lo iba a decir.

SAN ANTÓN Y EL PREGONERO

El año en el que nació este pregonero, en 1964, según nos cuenta el corresponsal de Lanza, las hogueras de San Antón iluminaban “por doquier” la noche tomellosera del 16 de enero. Al día siguiente “portada por campesinos”, la imagen de San Antón fue llevada a la hornacina de la calle Doña Crisanta. En esa vía “especialmente iluminados” se instalaron numerosos puestos de frutos secos “dando a la ciudad un auténtico aire de feria”.

Por aquellos años San Antón y sus hogueras vivían un momento álgido. Y, como critica Callejero en Luz de Tomelloso, el gamberrismo estaba a la orden del día. No le falta razón al veterano plumilla cuando lanza sus invectivas a las “bombitas”, arrojadas por gamberros sin escrúpulos a las hogueras, a los pies de las señoritas, o incluso (y esto ya es el colmo para el periodista) lanzadas sin miramiento desde la general de los cines. Pide Callejero que se prohíba la venta de unos adminículos, “que solo sirven para alterar el orden público”.

San Antón siempre ha estado presente en la vida de este pregonero. Con mi abuela viviendo en la calle Acuña, a escasos cincuenta metros del lugar donde se echaba una de las hogueras más grandes del pueblo, uno no tenía escapatoria. Y es que la plazoleta que forma la confluencia de las calles del Charco, Estación y Altillo, era uno de los puntos señalados de celebración. En la puerta del comercio de Filomeno lucía (y todavía lo sigue haciendo) una imagen en azulejo del santo. Acudía gente del barrio del Altillo y de todas las calles cercanas, hasta el canal, aportando leña (sarmientos y cepas, sobre todo) a la inmensa luminaria que prendía, puntualmente, a las ocho de la tarde, el propio Filomeno, que también era el encargado de tirar tiros con la escopeta. A cada disparo parecía como si la tierra se moviese, era una vieja lupara de dos cañones con perrillos que producía —o al menos a mí me lo parecía— un fabuloso estruendo.

Los mozos saltaban las llamas, sin miedo y porfiándose unos a otros. Luego enterrábamos en las brasas humildes patatas (partidas por la mitad) y honrados y dulces boniatos para acabar una noche única. Al día siguiente nos llevaba mi abuela a la calle Doña Crisanta a comprar castañas, bellotas, avellanas y exóticas y deliciosas nueces de Brasil.

Años más tarde nos fuimos a vivir a la calle San Fernando. Sin prepararlo, un 16 de enero de 1976 o 77, Jesús Serna con su mujer, Carmen Serrano, Paco Parra con Lola García y Miguel Pedraza y su esposa Teresa echaron (gracias a la gasolina que Jesús Manteca pudo sacar del 2 caballos furgoneta de su casa) una de las hogueras que más han aguantado en el centro de Tomelloso. Esa misma noche se sumaron todos los vecinos de “la placeta” y la calle San Fernando convirtiéndose en una cita ineludible de la víspera de San Antón. Curiosamente, la gavillera de Vicente y Matilde sufrió esa noche una considerable merma Fue tal la pasión por la hoguera y las ganas de compartir una noche de fiesta (que algunos años llegó hasta el desayuno) que los vecinos del trozo de la calle San Fernando entre Alcázar y Cervantes se negaron a que asfaltaran ese segmento de la rúa para poder seguir prendiendo la luminaria. Así estuvieron casi hasta el cambio de siglo, disfrutando de la víspera de San Antón y de su hoguera como en una escandalosa y feliz película italiana, con Jesús Serna tirando los reglamentarios tiros de escopeta (uno por cada animal de la casa, me ha contado Carmen, su viuda). Cuando ya no pudieron pasar por otro punto y los munícipes asfaltaron el rodal, todavía continuaron algunos años echando la hoguera en el callejón que tiene la calle. ¡Qué grandes!

SAN ANTÓN Y LA PRENSA

El asfaltado de las calles fue uno de los motivos que hizo que casi se perdiera la tradición de las hogueras. Ese y el esnobismo que a todos los que vivimos los años 80 nos hizo rechazar de plano las costumbres y tradiciones que considerábamos “carcas”. De hecho, cuenta Helena Casado para Lanza en 1986 “que hace pocos años había cuatro hogueras en todo Tomelloso”.

Y ahora, si me permiten, vamos a seguir, a través de los medios de comunicación, bebiendo de Lanza y La Voz de Tomelloso, el resurgir de las fiestas de San Antón.

Uno como saben, se gana el pan contando noticias, especialmente en esos dos medios.

El 19 de enero de 1989, Jaime Quevedo, que entonces era corresponsal del decano de la prensa manchega, decía en un breve: “La tradicional fiesta de San Antón, que en años anteriores pasaba casi desapercibida, parece que vuelve a recibir la atención popular. Esta circunstancia quedó de manifiesto tanto en «la noche de las hogueras» como en la tarde del martes en que cerraron todos los comercios de la ciudad. En este auge, cabe anotar el esfuerzo de la Asociación de Amas de Casa que desarrolló todo un programa de actos de tipo cultural alrededor de su hoguera que fue la que mayor concentración de gente registró”. 

Mas de una veintena de hogueras se prendieron el 16 de enero de 1996, “en calles y patios de Tomelloso”, relataba Margarita García para Lanza. Al año siguiente, en 1997, ya fueron “centenares” las hogueras que se echaron en la víspera de San Antón, contaba García para la misma cabecera. En el año 1999 “la Asociación de Turismo Rural "La Quintería", en colaboración con el Ayuntamiento, ha preparado una gigantesca hoguera de San Antón, que será encendida a partir de las ocho de la tarde y en la que podrá participar todo el mundo por el módico precio de 100 pesetas”, apuntaba la corresponsal de Lanza.

El nuevo siglo trajo la flexibilización en la fecha de las hogueras. En 2000 se adelantó al 15 de enero, sábado, y la luminaria municipal se prendió en los terrenos de la antigua estación. El 2002 trajo un amplio programa de actos que se inició el 12 de enero de la mano de la asociación de Carreros y Costumbres de Castilla- La Mancha. La hoguera municipal se trasladó al recinto ferial, sigue contando Margarita García en Lanza.  En 2005 se organizó el Certamen Literario “Platero y el Campo”, también hubo rifa del gorrino de San Antón. Ese mismo año, García da cuenta de que la Avenida Juan Carlos I es el epicentro de las fogatas en honor al patrón de los animales y que la procesión de San Antón “es una verdadera arca de Noe”, dado el exotismo de las mascotas participantes. En 2006 se une Tomillar Tradiciones a la organización de los festejos y se disputa una carrera de caballos.

En 2007, relata Margarita García, se organizan unas jornadas culturales sobre la mula promovidas por Tomillar Tradiciones. Fueron las fiestas de San Antón de ese año “las más largas y con más hogueras” apuntaba la veterana periodista en su crónica, ya que hubo dos noches de luminarias, la del 16 y el sábado 20 de enero.

En 2009 la exposición Artesanía y Tradiciones en el Medio Rural, abrió las ll Jornadas Culturales 'las Mulas'. Hubo una velada poético flamenca a cargo de la Media Fanega.

Fueron miles las personas que participaron en 2010 en la procesión de San Antón el domingo 18. Matías Rubio bendijo a los numerosos animales que fueron llevados por sus propietarios. En 2011 los festejos se celebraron el fin de semana anterior a San Antón y la periodista destacaba la extravagancia y rareza de alguno de los animales que fueron llevados a recibir el agua bendita de manos del párroco de la Asunción.

Los festejos se han ido consolidando en el fin de semana más cercano al día de San Antonio Abad, las hogueras, por regla general, el sábado y la procesión y bendición de los animales el domingo. En 2015, el día de San Antón se estrenó la película “Perro demasiado humano”, de Clara López Cantos, en el Auditorio López Torres. Ese mismo año llovió, pero no impidió las celebraciones en honor de San Antón.

En 2017, cuenta un servidor de ustedes en Lanza, el Ayuntamiento permitió que las fogatas ardieran dos veces, el lunes 16, víspera de la fiesta como manda la tradición y el sábado 22. Por cierto, la hoguera municipal, instalada en el recinto ferial, comenzó a tener un carácter solidario, en esta ocasión para ASORA.

A finales de ese año echaba a andar La Voz de Tomelloso. Carlos Moreno y un servidor hemos vivido las Fiestas de San Antón en primera persona. Entrevistando a los que sabían del patrón de los animales y sus costumbres, como el recordado Jesús Andújar o Ángel Morales, entre otros. Hemos seguido de cerca a quienes “echan la hoguera en su fecha”, nos hemos sumergido en la vorágine de la Avenida Antonio Huertas y hemos estado en el encendido de la luminaria municipal. No nos hemos perdido los actos religiosos o culturales, ni hemos faltado a la bendición de los animales.

Después de la pandemia, en 2021, cogía las riendas de la Hermandad de San Antonio Abad la actual Junta Directiva presidida por Florentino Guijarro, apoyado por Antonio Ligero, Paco Navarro, Teresa Burillo y Juan Carlos Rodríguez. La junta ha hecho un gran esfuerzo por ir recuperando tradiciones y engarzando otras nuevas en los actos en honor de San Antón. Ha rescatado los panecillos del santo, se ha creado un interesante concurso de dibujo para que los más pequeños conozcan a San Antonio de Egipto y su festividad, se ha renovado el estandarte de la hermandad y se han adquirido andas nuevas. La Hermandad organiza chocolatadas solidarias en Navidad a beneficio de Cáritas, ha creado la figura del Pregonero, que se estrenó de la mejor manera posible con Ángel Morales y Zoilo González recordado a Jesús Andújar.

Además, se ha llevado a cabo un encomiable trabajo de recuperación de tradiciones como es el concurso de remolques de cepas y este año el de atar gavillas. Cada año se incluyen más actividades en el denso programa de actividades. Este 2025, como novedad, tendremos el viernes 17 las lágrimas de San Antón, un espectáculo que promete emocionarnos.

No sé si es mi cometido como pregonero, pero no me resisto a reconocer el trabajo y la ilusión de la Junta Directiva de la Hermandad de San Antón… Y de nuevo, reiterar mi agradecimiento por contar conmigo para este honor.

SAN ANTÓN Y LAS MASCOTAS

Voy a ir terminando, pero no quiero dejar de señalar una circunstancia de la que todos somos testigos. El cambio, a pasos agigantados, de la relación de las personas con los animales. Han pasado de ser bestias a nuestro servicio, a convertirse en, muchas ocasiones, en nuestros compañeros. El bienestar animal es un factor que todos tenemos en cuenta, incluso en la alimentación y el trabajo.

Y, por supuesto, la mayoría de los animales que reciben la bendición del sacerdote en las fiestas antonianas, son mascotas. Uno descubrió gracias a Reina, una chucha inesperada que nos dejó hace un año y que ha sido la alegría de nuestra casa durante tres lustros, el amor que son capaces de dar los animales. Nunca lo hubiese pensado. Ni tampoco el dolor que produce su pérdida.

Sirva este pregón como recuerdo de nuestra Reina.

Por último, les animo a disfrutar del estupendo programa de actividades que ha organizado la Hermandad. Vivan las tradiciones, sientan de donde venimos, disfruten —con conocimiento— de las hogueras. Participen con sus mascotas en la procesión de San Antón… Y traten bien a los animales, hagan como Antonio, el ermitaño de Egipto, que sintió el infinito amor de Dios y la sabiduría divina protegiendo a los animales.

¡¡Viva San Antón!!

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