Opinión

Egos: El arte de brillar sin apagar a los demás

María Remedios Juanes | Jueves, 30 de Enero del 2025
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“El orgullo es una forma de insatisfacción consigo mismo; el que se enorgullece de sus propios logros depende de la aprobación de otros.” Marco Aurelio

Muchos de ustedes recordarán aquel joven de la mitología griega llamado Narciso, el cual quedó prendado ante su propia belleza reflejada en un lago y no pudo apartar la vista de su imagen hasta perderse en ella. Esta leyenda nos pone en alerta de los peligros del “ego desmedido” que lamentablemente, sigue sucediendo en nuestra sociedad. En este caso el lago en el que se miraba Narciso se ha sustituido por las pantallas y los espejismos que producen las RR.SS (redes sociales).

Pero, ¿es realmente el ego nuestro enemigo, o simplemente un reflejo necesario para conocernos mejor? Ya en el siglo XVII, Baltasar Gracián, nos dio un gran consejo que sigue vigente: “Nunca perderse en la opinión ajena”. En este aforismo perteneciente a su libro: El arte de la prudencia, nos advierte de los peligros de depender demasiado de lo que otros pueden pensar de nosotros. Basta con echar un vistazo al mundo de las RR.SS en el que surge un hambre feroz de los “followers” (seguidores), los “likes” o incluso los “haters” (los que nos odian) hasta tal punto que se puede llegar a desperdiciar una vida entera sin sacar nada en claro.

¿Qué es el ego?

En primer lugar y para abordar el tema que nos concierne, deberíamos definir lo que es el “Ego”, el cual desde el ámbito de la psicología es aquello que nos hace capaces de reconocernos a nosotros mismos y a nuestra personalidad, vendría a ser esa autoimagen del “quién soy”. Desde nuestra más tierna infancia ya empieza a manifestarse  ese “ego” y nos sirve para reafirmarnos. Es muy importante como mecanismo de defensa, sin embargo, también debemos ser conscientes cuando actuamos desde el “ego” de forma negativa  deseando  únicamente el reconocimiento y no admitiendo las críticas, sintiéndonos superiores a los demás.

Algunos expertos, como Sigmund Freud estudiaron desde el psicoanálisis este fenómeno.  Lo definieron como algo similar a ese conjunto de máscaras que nos vamos creando para relacionarnos con los demás y que muchas veces se convierten en la causa de nuestros propios conflictos personales. Cuando no nos salen las cosas como queremos, el ego busca la solución en el exterior, en la aprobación y reconocimiento de los demás. Por el contrario, deberíamos de buscar la esencia que llevamos dentro, esa “chispa divina” para conseguir la paz y la auténtica serenidad.

¿Qué ocurre cuando más engordamos ese “ego”? Pues que va en detrimento de nuestra esencia ya que nos volvemos más vulnerables con respecto a los fracasos; entonces vienen las depresiones y la ansiedad. Lamentablemente, nuestra sociedad solo elogia a las mujeres y hombres de éxito, guapísimos/as con grandes dotes de aparentes triunfadores “montados en el dólar” y arrasando con bienes materiales, fiestas y viajes que impresionan. Además estos encantos deben desplegarse públicamente para alardear y darse a conocer, y si son con imágenes públicas, fotos y en las redes sociales, más que mejor. Pero evidentemente, esto que nos venden es un engaño, muchas de estas personas tienen unas vidas vacías.

 

Los diez tipos de ego

A continuación me gustaría que prestasen atención a algunos “tipos de ego” que quizá nos puedan servir para identificarnos muchos de nosotros. Comencemos con estos 10 tipos de Ego propuestos por Daniel Colombo:

1.     El sabelotodo que siempre opina sobre diferentes temas y lo sabe todo.

2.     El insaciable, quiere ser siempre el centro de atención para que todo el mundo esté pendiente de él/ella. Desean ser el foco de atención.

3.     El interruptor, el que siempre te  interrumpe sin apenas escucharte.

4.     El ego envidioso que siempre está compitiendo en términos de rivalidad. Ellos siempre tienen algo mejor y se consideran que están por encima de los demás, sin escuchar tu opinión.

5.     El prestigioso, son esas personas que buscan que los adulen y los aplaudan. Son los típicos que siempre llevan la razón y que posiblemente ya te lo advirtieron y después te  dicen: “Te lo dije”.

6.     El ego jinete: son copiones y te toman ideas y se las apropian.

7.     El ego sordo: no te escucho. Jamás te escucha, hace como que te escucha.

8.     El ego manipulador, va tejiendo redes, es mentiroso, se hace la víctima. No es confiable. Quizá sea uno de los más dañinos y peores.

9.     El orgulloso que siempre quieren ganar a cualquier precio.

10.  El ego silencioso: no habla pero es criticón y por debajo es malintencionado. 

¿Han sido capaces de identificarse con alguno de ellos? Puede resultar muy divertido. Seguro que muchos de nosotros nos reconocemos con varios de estos egos. Eso sí, siempre y cuando seamos lo suficientemente humildes para aceptarlo. Lo importante es utilizar el sentido del humor y saber reconocerse y por supuesto, rectificar y enmendarse, eso todavía tiene más valor y nos honra. 

Alto nivel de Autoestima frente al narcisismo:

Las personas con un  alto nivel de autoestima sana son generosas y cooperativas. Saben reconocer sus virtudes y defectos. Se preocupan por sí mismas y les interesan los demás. Aceptan las críticas constructivas y saben que nadie está por encima de nadie. Dan desde su mejor versión, aceptando sus errores e imperfecciones. Por el contrario, el ego no te deja avanzar. El egocentrismo es la causa del malestar y el sufrimiento. Se necesita salir más de uno mismo y fomentar la empatía.  

Algunas actitudes que nos ayudan a conectar con nosotros mismos son el poder de la gratitud, ¿cuántas veces al día somos capaces de agradecer las cosas positivas que nos pasan?. El agradecimiento va ligado a la armonía y nos ayuda a disminuir el dolor físico mejorando nuestro sistema inmunológico, liberando así dopamina, la hormona de la felicidad. Mejora la calidad del sueño y reduce el estrés.

Y por último, me gustaría dejarles unas recomendaciones para dominar ese ego: escuchar antes de responder; meditar todos los días unos minutos; evitar sacar conclusiones rápidas; eliminar por completo la palabra “yo”, lo que quiero aportar, desde mi perspectiva; mantener la calma y no responder con agresividad; valorar nuestro espacio y tratar de no juzgar precipitadamente.

¡Quiéranse mucho y valoren a los demás!

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