Imposible desprenderse, todavía, del abrigo y de la bufanda ancha; de esta guisa entro en la cafetería.
Pisándome los talones accede Ciri.
—No te había visto llegar, —le digo sorprendido al amigo.
—Te he descubierto a lo lejos y he tenido que “dar una carrerilla”, pero no te he alcanzado, —responde Ciri con la respiración entrecortada por el trote último y el frío congelante de narices, y de manos.
Mientras nos despojamos de las prendas de abrigo y tomamos posesión de nuestras sillas, me comenta el compañero que hace un par de días una emisora de televisión, en el telediario de medio día, informaba de que este mes de enero, ha sido uno de los más cálidos de la historia y, para respaldar la afirmación, nos mostraban imágenes de alguna playa de Brasil con bastantes personas bañándose anochecido; olvidaron, a propósito, recordar que, allí ahora, es pleno verano.
Ya os he comentado que Ciri no es muy amigo de algunas cadenas informativas, bastó esto que narro, para que me colocara otra perorata reflexiva sobre el poco rigor que tienen algunos informativos, tanto en el discurso explicativo como en el argumentativo. Añadió ejemplos concretos de mala utilización de la Sintaxis y Gramática Españolas.
Ya ha ordenado el camarero jefe a Kali, la chica que conocimos la semana pasada, nos traiga los cafés y las magdalenas; enseguida nos reconoce, nos dedica una sonrisa de amistad y su deseo de buen provecho.
Ciri, como es habitual en él queda en trance en contacto con el café, lo huele con los ojos cerrados, aspira suavemente pretendiendo no dañar la nube odorífera que sube en zigzag hacia lo alto, con la cucharita y toda la delicadeza del mundo toma una mínima parte de líquido negro y lo deposita en la boca, toda la escena con el pulso y la concentración de un neurocirujano en plena intervención a vida o muerte. Yo lo observo como cada viernes, y me sorprende su ensimismamiento tibetano. Algún día lo grabaré con el “móvil” tendría más links que cualquier “tiktoker” mundial.
Ahora ya abre los ojos, parece como si viniera de un coma inducido, parpadea y sonríe de satisfacción y regusto. Entrecierra los ojos y me lanza como un latigazo:
—¿Tú sabes si Adán tenía ombligo?
Amiga o amigo lectores, podéis asegurar que nunca me hubiera imaginado una pregunta como esta. A modo de rayo me pasó por la mente que era una “tontá gorda”, previa a algún chiste, posible introducción de Ciri como otras tantas veces, pero no…, iba muy en serio. Mi respuesta fue hacerle ver que me había dejado a “cuadros” y, a su vez, me aclaró.
—Compañero de café, tú has leído, igual que yo, en el libro del Génesis el relato de la creación, en el cual dice, que Yahveh Dios tomó barro de la tierra, formó una figura humana, le sopló el hálito de vida y así apareció el hombre. Por lo tanto, si Adán no nació de ninguna mujer, como sí hemos hecho el resto de mortales, menos Eva, que tampoco necesitó del cordón umbilical, y por lo tanto tampoco quedaría en sus tripas la cicatriz, que deja tal cordón al secarse.
No sé si mirar a Ciri, a las cristaleras, a la lámpara o salir corriendo. Pienso unos instantes en lo que ha comentado y lleva más razón que un santo; si fue creado de tal modo, el ombligo sobra y adorno no es. Me ha aclarado también que la pregunta se la hizo Rocío, una chica con la que hemos tenido algún momento de conversación en la cafetería, y que él ha investigado la solución. Sin encontrar en mi apaleada mente respuesta, me doy por derrotado y contesto:
—Amigo, me has dejado sin réplica, no sé qué alegar, como no se lo preguntes a tu amigo fray Lucas… Es que no tengo ni la más mínima idea.
Aparece la sonrisa acostumbrada en la cara del compañero, no porque yo reconozca mi ignorancia, cuanto porque se ve dando una explicación que anteriormente ya había preparado. No es orgulloso, simplemente disfruta compartiendo descubrimientos de este tipo. Pero los comienzos me despistan lo nunca escrito.
—Escucha, la explicación es muy sencilla. El relato de la creación no se ajusta a los parámetros geográficos o históricos, utiliza el género literario mítico. Este registro retórico lo utilizamos cuando el contenido del hecho supera la capacidad de expresión lingüística de las personas. Para su comprensión no podemos quedarnos en las figuras o lo puramente narrativo, hay que intentar descubrir el mensaje que el relato conlleva. Un ejemplo, algo burdo, te puede ayudar: Si te regalan un caramelo, a primera vista es un objeto envuelto en papel brillante, pero para disfrutar de su esencia debes desenvolverlo y paladearlo.
—Entonces ¿no es cierto que Dios hiciera un muñeco de barro…?
—Desde luego que no; es pura fantasía del escritor, persona de gran fe, intentado transmitir, no una historia bonita, sino una concepción del origen del mundo, para que la gente que lo lea o escuche, comprenda que Dios es el creador de todo lo que nos rodea. Querido compañero esto necesita una explicación más amplia y detallada para poder responder las dudas y contradicciones que te surgen. Mientras que disfrutamos de las magdalenas y los cafés continúo con mi explicación.
Y Así sucedió, Ciri explicó, concierta profesionalidad, muchos detalles que yo desconocía totalmente. Terminamos con el sentimiento de dos buenos amigos que hacemos realidad el refrán «Vale más morir aprendiendo que vivir ignorando».
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Viernes, 7 de Febrero del 2025
Sábado, 8 de Febrero del 2025