Mañana de un treinta y uno de diciembre en una Notaría hace ya tiempo. Unos años en los que el móvil empezaba a ser utilizado de manera masiva y las firmas de Escrituras de compraventa de pisos de V.P.O. eran moneda corriente. Por entonces, quien más, quien menos poseía ya su teléfono móvil, un aparato que resultaba ser tremendamente práctico para realizar llamadas allá donde el usuario se encontrara. Lo importante era estar localizado para cualquier emergencia. Lo demás era tan secundario que no importaba; que el tono de la llamada fuera igual o parecido al de otros...era cuestión muy secundaria.
Pues bien, quien escribe se encontraba esperando para firmar unas operaciones de préstamo con ciertos clientes de la entidad bancaria para la que trabajaba por aquél entonces. El recinto donde estábamos apiñados, promotores, apoderados y compradores era más bien reducido. En cierto momento sonó un móvil... y todos, de manera mecánica nos empezamos a buscar por los bolsillos el aparato en cuestión, primero para sacarlo y demostrar que estábamos en la onda y segundo para comprobar si el teléfono que sonaba era el propio.
Hoy ya no existe este problema, se venden muchos menos pisos, las notarías son más grandes a la vez que los tonos en los móviles se han personalizado de tal manera que bien podemos decir que existe un tono de móvil para cada persona que lo utiliza.
Doy testimonio de ello debido a la experiencia tras llamar a los empleados de una empresa para que domiciliaran la nómina. Recuerdo que eran unos sesenta...No pasé de llamar a unos quince. El por qué, lo entenderán. Los tonos de las llamadas eran tan inauditos y extensos que algunos, demasiados, constituían un chirrido al buen gusto y a la paciencia. Recuerdo un tono de recepción de llamada que simulaba un orgasmo que no acababa nunca, otro que era el cacareo de un gallo o el sonido de una trompeta llamando al séptimo de caballería. Pero la más desconcertante de todas fue aquella llamada a un moroso recalcitrante que decía estar pasándolas canutas y que sin embargo tenía como tono en su móvil el conocido pasodoble "España cañí". Les confieso que acabé llamando al empresario y le dije que convocara una reunión para explicarles las ventajas de viva voz.
Los poli tonos tienen, no cabe duda, la enorme ventaja de poder identificar la llamada de una manera rápida y así evitar equívocos o tardanzas en contestar. Aunque puedan existir situaciones inesperadas como cuando alguien te cambia el sonido... como sucedió en un tanatorio de nuestra provincia; el duelo se encontraba en una habitación muy pequeña donde la finada dominaba la estancia. Todo era dolor y llanto.
En este penoso trance sonó el móvil que el hijo de la difunta tenía en ese momento con la universalmente conocida melodía de...¡¡ Paquito el chocolatero!! El nieto de la fallecida le había dejado el teléfono a su padre...y ¡¡casi logra resucitar a la abuela!!
Y es que de los dos o tres tonos de llamadas de hace unos años hemos pasado a poder decir: cada móvil con su tema.
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Sábado, 22 de Febrero del 2025
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