Opinión

Macaria, la Bernarda Alba de Tomelloso

Dionisio Cañas | Sábado, 8 de Marzo del 2025
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Desde que el año pasado, por estas mismas fechas, Carmen Magraner Marí se puso en contacto conmigo para indagar sobre el caso de Macaria Cañas Serrano, han sucedido varios acontecimientos, en torno a lo que fue su vida, que han hecho que esta mujer valiente, quien en 1941, con cincuenta años, se fue andando desde Tomelloso hasta El Romaní (Valencia), con sus cinco hijos, se haya convertido para mí en un personaje enigmático, admirable y casi legendario, en una especie de Bernarda Alba de La Mancha.

El misterio de “El viaje de Macaria”

Conforme iba acumulando información sobre Macaria, más me intrigaba por qué, tanto ella como sus hijas e hijos, jamás quisieron contar la razón por la cual habían abandonado precipitadamente Tomelloso; según su familia el tema del viaje era como un “tabú” del que no se podía hablar.  

Una vez que ya instalados en la entonces provincia de Valencia, las hijas y los hijos de Macaria se fueron casando allí, teniendo descendencia y, siempre, guardando en secreto todos los pormenores del largo viaje que habían hecho, andando, con su madre desde Tomelloso hasta la aldea de El Romaní. Fue entonces cuando decidí que quería hacer un documental sobre “El viaje de Macaria”, en colaboración con Clara López Cantos.

Lo primero que ocurrió fue que, con Iona Coman, entrevisté a una sobrina de Macaria, quien vivía en Tomelloso, Anastasia Rodríguez Cañas. Esta mujer afable, amable, muy lúcida a pesar de sus 94 años, nos invitó a que la visitáramos en su piso. Ella estaba ya casi ciega, pero, a pesar de todo, nos recibió y nos dio más detalles sobre la juventud de Macaria. En agosto del 2024, Anastasia murió, pero gracias a ella tenemos una hermosa foto de los padres de Macaria.

Según su sobrina, Macaria, nacida en el año 1891, era un mujer hermosa, rubia, alta y de ojos claros. Anastasia nos dijo que, además de su belleza física, era una mujer alegre y muy sociable. Nadie, ni en Tomelloso, ni en Valencia, tenía ninguna foto de aquella joven Macaria. Las únicas imágenes que poseíamos eran las de una mujer mayor, hermosa, pero de un semblante serio y siempre vestida de negro.


¿Qué había pasado en Tomelloso? ¿Por qué la Macaria alegre y sociable se había convertido, ya en Valencia, en una mujer que hacía poca vida social, que era amable, pero contenida en cuanto a la expresión de su cariño con toda su familia? Siempre iba vestida de riguroso negro, peinada con un sobrio moño sobre el cual se ponía un pañuelo negro, vivía en una casa cerca de los arrozales y fuera de la aldea. Y así, vestida de negro, con su pañuelo negro, la enterraron en 1970.

Quise saber más sobre la vida de Macaria y su largo viaje. Le sugerí a su familia valenciana que sería interesante que nos conociéramos y que vinieran a Tomelloso. Y así fue, una buena parte de sus nietas, como de sus biznietas, vinieron a Tomelloso para grabar unas primeras entrevistas; las cuales servirían para configurar el documental sobre Macaria tal y como yo lo había planificado.

 

Siguiendo los pasos de Macaria Cañas

 El 27 de septiembre del 2024, Clara y yo planeamos un viaje a El Romaní. La idea era de seguir la ruta imaginaria que había realizado Macaria y sus hijas e hijos entre Tomelloso y aquella aldea valenciana; una pedanía de Sollana muy cercana del parque natural de La Albufera.

Todavía es un misterio por qué Macaria escogió aquel lugar remoto, de la costa valenciana, y no una ciudad más grande, en la que tanto ella como sus hijas e hijos, hubieran tenido más posibilidades de encontrar trabajo y poder sobrevivir al hambre que azotaba a toda España por aquellos años. Aunque recientemente, gracias a Iraida Magraner (biznieta de Macaria), hemos averiguado que en Benifayó o en Alzira, poblaciones cercanas a El Romaní, vivía una familia de apellido Cañas.

Además de la información que ya teníamos por las entrevistas que hicimos a sus nietas y biznietas, en El Romaní pudimos entrevistar a dos de sus nietos, a la esposa de uno de sus hijos y algunas de sus amigas. Todas y todos coincidían en algo: “hablar del viaje de Macaria era un tabú”, un secreto que tanto ella como sus hijas e hijos se llevarían a la tumba.

No todas las versiones sobre lo poco que sabían sus familiares del viaje de Macaria coincidían, pero en algo sí estaban de acuerdo todas y todos: hablar de ese tema estaba prohibido, era, como hemos mencionado, un tabú. Parecía como si Macaría, como una Bernarda Alba de La Mancha, se hubiera puesto de acuerdo con sus hijas e hijos para que guardaran un silencio cómplice y sepulcral al respecto. ¿Por qué?, nunca lo sabremos.

Hacer un documental sobre “el silencio” ha sido un todo un reto, pero eso, a veces “solo en el silencio en el silencio habla”. Es decir, el silencio cómplice de Macaria y su familia es suficientemente explícito como para pensar que algo raro había pasado en esa huida de Tomelloso y en el largo viaje hasta El Romaní. Fue entonces, cuando ahondado en el porqué del silencio empezamos a encontrar datos, indicios, que podían darnos algunas pistas sobre ese mutismo.

Las tragedias que marcaron a Macaria y a su marido

Lo primero que descubrí, y que nadie de su familia lo sabía, fue que en 1919 macaría había dado a luz una niña llamada Rafaela, quien había muerto a la edad de 8 meses. Casi diez años después, en 1928, falleció otra hija, Herminia, de 4 años. Y, finalmente, uno de sus hijos, Lucio, albañil, murió en un accidente laboral en marzo del año 1941; el mismo año que Macaria inicio su viaje hacia Valencia con el resto de sus hijas e hijos. Además, su padre falleció en1918 y su madre en 1929. O sea, que solo en una década, 1919-1929, fallecieron cuatro miembros de su familia, razón suficiente en aquella época para llevar un luto riguroso desde entonces.

¿Pero en todo este marco trágico, quién era su marido, que papel jugó en la vida de Macaria? Pues bien, lo único que sabemos de él es que se llamaba Encarnación Rosado Martín, que era jornalero y que, en plena Guerra Civil, en el año 1938, se había marchado ya para Valencia. ¿Por qué?, tampoco lo sabemos. ¿Fueron razones políticas, desavenencias familiares o simplemente porque iba buscando un trabajo para sustentar a su familia?

El dato que sí conocemos es que ese mismo fatídico año, 1941, el 9 de mayo, su marido cuyo nombre femenino no deja de sorprender, murió en un pueblo de Valencia, Albalat dels Tarongers. Al parecer ni él supo jamás que su hijo Lucio había muerto unos meses antes, el 26 de marzo, ni tampoco Macaría supo, hasta pasado cuatro meses, que su marido había muerto de un cólico hepático. Le tocaba, pues a Macaria, convertirse en el referente principal de sus hijas e hijo, en esa Bernarda Alba Manchega a la que aludimos al principio de este artículo. A pesar de que las localidades de El Romaní y Albalat del Tarongers las separa menos de 70 kilómetros, el matrimonio nunca llegó a reunirse.


Toda esta acumulación de tragedias incita a concluir que el cambio de personalidad de Macaria, de una joven alegre, en Tomelloso, a una insociable y adusta mujer mayor, en Valencia, tiene sus raíces en esas tragedias que marcaron la primera parte de su vida hasta 1941, año también de la emigración de Macaria desde La Mancha hacia Valencia.

La imagen perdida de Macaria

Resulta un tanto paradójico, y triste, que no tengamos ninguna imagen de la joven Macaria porque ella formaba parte de una ilustre familia de fotógrafos de Tomelloso. El hermano del abuelo de Macaria era Nicanor Cañas Cepeda. Tanto él como sus dos hijos, José María Cañas Martínez y Jesús Cañas Martínez, fueron los pioneros de la práctica profesional de la fotografía del siglo XIX y de las primeras décadas del XX en La Mancha.

Por otro lado, su propio padre, Lucio Cañas Olmedo, también era aficionado a la fotografía. En un artículo de Ángel Martín-Fonteha sobre el “Inicio de la fotografía” en Tomelloso, publicado en el periódico digital “La Voz de Tomelloso”, se dice lo siguiente: “La influencia de Nicanor Cañas, en su familia, no terminó en sus hijos. Otros familiares suyos también hicieron sus intentos en el nuevo arte de la fotografía. Es el caso Lucio Cañas Olmedo [el padre de Macaria], tomellosero nacido en 1859 y fallecido en 1918, que compartía su trabajo de pintor de brocha gorda con aficiones más artísticas como era tocar la guitarra o realizar retratos en su improvisado y mínimo estudio en su domicilio en la calle Santa Rita. Se caracterizaba por ser muy autodidacta e, incluso, él se fabricaba y reparaba sus propias cámaras fotográficas.” Estamos convencidos que el padre de Macaria fotografió a su hija, pero por ahora no hemos podido encontrar ninguna imagen de ella.


Durante la realización de este documental, que esperamos tener listo para el mes de abril, varios temas relacionados con Macaria Cañas Serrano son como parte de un imaginario colectivo relacionado con nuestra Guerra Civil y con la inmediata posguerra, los años del hambre y de la represión. Primero, esa especie de silencio colectivo, e individual, que marcó a varias generaciones de personas que padecieron en carne propia el trauma de la guerra. Segundo, que las terribles consecuencias de la hambruna y de la represión durante la inmediata posguerra hicieron que muchas personas tuvieran comportamientos que iban contra su propia dignidad. Solo contando estos casos invisibles para la Historia, como es del Macaria y el de muchas otras mujeres, podremos algún día tener una imagen más fiable de lo que fueron aquellas décadas terribles del siglo XX en España. 

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