Desde que el año pasado,
por estas mismas fechas, Carmen Magraner Marí se puso en contacto conmigo para
indagar sobre el caso de Macaria Cañas Serrano, han sucedido varios
acontecimientos, en torno a lo que fue su vida, que han hecho que esta mujer
valiente, quien en 1941, con cincuenta años, se fue andando desde Tomelloso
hasta El Romaní (Valencia), con sus cinco hijos, se haya convertido para mí en
un personaje enigmático, admirable y casi legendario, en una especie de
Bernarda Alba de La Mancha.
El
misterio de “El viaje de Macaria”
Conforme iba acumulando
información sobre Macaria, más me intrigaba por qué, tanto ella como sus hijas
e hijos, jamás quisieron contar la razón por la cual habían abandonado precipitadamente
Tomelloso; según su familia el tema del viaje era como un “tabú” del que no se
podía hablar.
Una vez que ya
instalados en la entonces provincia de Valencia, las hijas y los hijos de
Macaria se fueron casando allí, teniendo descendencia y, siempre, guardando en
secreto todos los pormenores del largo viaje que habían hecho, andando, con su
madre desde Tomelloso hasta la aldea de El Romaní. Fue entonces cuando decidí
que quería hacer un documental sobre “El viaje de Macaria”, en colaboración con
Clara López Cantos.
Lo primero que ocurrió
fue que, con Iona Coman, entrevisté a una sobrina de Macaria, quien vivía en
Tomelloso, Anastasia Rodríguez Cañas. Esta mujer afable, amable, muy lúcida a
pesar de sus 94 años, nos invitó a que la visitáramos en su piso. Ella estaba
ya casi ciega, pero, a pesar de todo, nos recibió y nos dio más detalles sobre
la juventud de Macaria. En agosto del 2024, Anastasia murió, pero gracias a
ella tenemos una hermosa foto de los padres de Macaria.
Según su sobrina, Macaria, nacida en el año 1891, era un mujer hermosa, rubia, alta y de ojos claros. Anastasia nos dijo que, además de su belleza física, era una mujer alegre y muy sociable. Nadie, ni en Tomelloso, ni en Valencia, tenía ninguna foto de aquella joven Macaria. Las únicas imágenes que poseíamos eran las de una mujer mayor, hermosa, pero de un semblante serio y siempre vestida de negro.
¿Qué había pasado en
Tomelloso? ¿Por qué la Macaria alegre y sociable se había convertido, ya en
Valencia, en una mujer que hacía poca vida social, que era amable, pero
contenida en cuanto a la expresión de su cariño con toda su familia? Siempre
iba vestida de riguroso negro, peinada con un sobrio moño sobre el cual se
ponía un pañuelo negro, vivía en una casa cerca de los arrozales y fuera de la
aldea. Y así, vestida de negro, con su pañuelo negro, la enterraron en 1970.
Quise saber más sobre
la vida de Macaria y su largo viaje. Le sugerí a su familia valenciana que
sería interesante que nos conociéramos y que vinieran a Tomelloso. Y así fue, una
buena parte de sus nietas, como de sus biznietas, vinieron a Tomelloso para
grabar unas primeras entrevistas; las cuales servirían para configurar el
documental sobre Macaria tal y como yo lo había planificado.
Siguiendo
los pasos de Macaria Cañas
El 27 de septiembre del 2024, Clara y yo planeamos
un viaje a El Romaní. La idea era de seguir la ruta imaginaria que había
realizado Macaria y sus hijas e hijos entre Tomelloso y aquella aldea
valenciana; una pedanía de Sollana muy cercana del parque natural de La
Albufera.
Todavía es un misterio
por qué Macaria escogió aquel lugar remoto, de la costa valenciana, y no una
ciudad más grande, en la que tanto ella como sus hijas e hijos, hubieran tenido
más posibilidades de encontrar trabajo y poder sobrevivir al hambre que azotaba
a toda España por aquellos años. Aunque recientemente, gracias a Iraida
Magraner (biznieta de Macaria), hemos averiguado que en Benifayó o en Alzira,
poblaciones cercanas a El Romaní, vivía una familia de apellido Cañas.
Además de la
información que ya teníamos por las entrevistas que hicimos a sus nietas y
biznietas, en El Romaní pudimos entrevistar a dos de sus nietos, a la esposa de
uno de sus hijos y algunas de sus amigas. Todas y todos coincidían en algo:
“hablar del viaje de Macaria era un tabú”, un secreto que tanto ella como sus
hijas e hijos se llevarían a la tumba.
No todas las versiones
sobre lo poco que sabían sus familiares del viaje de Macaria coincidían, pero
en algo sí estaban de acuerdo todas y todos: hablar de ese tema estaba
prohibido, era, como hemos mencionado, un tabú. Parecía como si Macaría, como
una Bernarda Alba de La Mancha, se hubiera puesto de acuerdo con sus hijas e
hijos para que guardaran un silencio cómplice y sepulcral al respecto. ¿Por
qué?, nunca lo sabremos.
Hacer un documental
sobre “el silencio” ha sido un todo un reto, pero eso, a veces “solo en el
silencio en el silencio habla”. Es decir, el silencio cómplice de Macaria y su
familia es suficientemente explícito como para pensar que algo raro había
pasado en esa huida de Tomelloso y en el largo viaje hasta El Romaní. Fue
entonces, cuando ahondado en el porqué del silencio empezamos a encontrar
datos, indicios, que podían darnos algunas pistas sobre ese mutismo.
Las
tragedias que marcaron a Macaria y a su marido
Lo primero que
descubrí, y que nadie de su familia lo sabía, fue que en 1919 macaría había
dado a luz una niña llamada Rafaela, quien había muerto a la edad de 8 meses.
Casi diez años después, en 1928, falleció otra hija, Herminia, de 4 años. Y,
finalmente, uno de sus hijos, Lucio, albañil, murió en un accidente laboral en
marzo del año 1941; el mismo año que Macaria inicio su viaje hacia Valencia con
el resto de sus hijas e hijos. Además, su padre falleció en1918 y su madre en
1929. O sea, que solo en una década, 1919-1929, fallecieron cuatro miembros de
su familia, razón suficiente en aquella época para llevar un luto riguroso
desde entonces.
¿Pero en todo este
marco trágico, quién era su marido, que papel jugó en la vida de Macaria? Pues
bien, lo único que sabemos de él es que se llamaba Encarnación Rosado Martín,
que era jornalero y que, en plena Guerra Civil, en el año 1938, se había
marchado ya para Valencia. ¿Por qué?, tampoco lo sabemos. ¿Fueron razones
políticas, desavenencias familiares o simplemente porque iba buscando un
trabajo para sustentar a su familia?
El dato que sí conocemos es que ese mismo fatídico año, 1941, el 9 de mayo, su marido cuyo nombre femenino no deja de sorprender, murió en un pueblo de Valencia, Albalat dels Tarongers. Al parecer ni él supo jamás que su hijo Lucio había muerto unos meses antes, el 26 de marzo, ni tampoco Macaría supo, hasta pasado cuatro meses, que su marido había muerto de un cólico hepático. Le tocaba, pues a Macaria, convertirse en el referente principal de sus hijas e hijo, en esa Bernarda Alba Manchega a la que aludimos al principio de este artículo. A pesar de que las localidades de El Romaní y Albalat del Tarongers las separa menos de 70 kilómetros, el matrimonio nunca llegó a reunirse.
Toda esta acumulación de tragedias incita a concluir que el cambio de personalidad de Macaria, de una joven alegre, en Tomelloso, a una insociable y adusta mujer mayor, en Valencia, tiene sus raíces en esas tragedias que marcaron la primera parte de su vida hasta 1941, año también de la emigración de Macaria desde La Mancha hacia Valencia.
La
imagen perdida de Macaria
Resulta un tanto
paradójico, y triste, que no tengamos ninguna imagen de la joven Macaria porque
ella formaba parte de una ilustre familia de fotógrafos de Tomelloso. El
hermano del abuelo de Macaria era Nicanor Cañas Cepeda. Tanto él como sus dos
hijos, José María Cañas Martínez y Jesús Cañas Martínez, fueron los pioneros de
la práctica profesional de la fotografía del siglo XIX y de las primeras
décadas del XX en La Mancha.
Por otro lado, su propio padre, Lucio Cañas Olmedo, también era aficionado a la fotografía. En un artículo de Ángel Martín-Fonteha sobre el “Inicio de la fotografía” en Tomelloso, publicado en el periódico digital “La Voz de Tomelloso”, se dice lo siguiente: “La influencia de Nicanor Cañas, en su familia, no terminó en sus hijos. Otros familiares suyos también hicieron sus intentos en el nuevo arte de la fotografía. Es el caso Lucio Cañas Olmedo [el padre de Macaria], tomellosero nacido en 1859 y fallecido en 1918, que compartía su trabajo de pintor de brocha gorda con aficiones más artísticas como era tocar la guitarra o realizar retratos en su improvisado y mínimo estudio en su domicilio en la calle Santa Rita. Se caracterizaba por ser muy autodidacta e, incluso, él se fabricaba y reparaba sus propias cámaras fotográficas.” Estamos convencidos que el padre de Macaria fotografió a su hija, pero por ahora no hemos podido encontrar ninguna imagen de ella.
Durante la realización
de este documental, que esperamos tener listo para el mes de abril, varios
temas relacionados con Macaria Cañas Serrano son como parte de un imaginario
colectivo relacionado con nuestra Guerra Civil y con la inmediata posguerra, los
años del hambre y de la represión. Primero, esa especie de silencio colectivo,
e individual, que marcó a varias generaciones de personas que padecieron en
carne propia el trauma de la guerra. Segundo, que las terribles consecuencias de
la hambruna y de la represión durante la inmediata posguerra hicieron que
muchas personas tuvieran comportamientos que iban contra su propia dignidad.
Solo contando estos casos invisibles para la Historia, como es del Macaria y el
de muchas otras mujeres, podremos algún día tener una imagen más fiable de lo
que fueron aquellas décadas terribles del siglo XX en España.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Domingo, 9 de Marzo del 2025
Domingo, 9 de Marzo del 2025