Cada
22 de marzo, el Día Mundial del Agua nos recuerda que este recurso
natural no es infinito, y que nuestra responsabilidad como sociedad es
gestionarlo de manera eficiente y sostenible. Vivimos unas semanas en
las que nos alegra ver cómo las lluvias constantes están provocando un
incremento significativo de las reservas de agua de nuestros embalses y
pantanos, y aumentando los caudales de nuestros ríos. Si bien, también
están suponiendo a las administraciones el mantener la permanente
atención para dar respuesta y contener las situaciones de emergencia que
puedan suponer.
La
lluvia es una bendición para nuestra región ya que asegura el agua para
nuestros hogares, nuestras industrias y, especialmente, para nuestra
agricultura y ganadería. Además, la recuperación de nuestras reservas de
agua contribuye a la sostenibilidad de nuestros ríos, tan vitales para
la biodiversidad de nuestra tierra, así como a la mejora de nuestros
espacios naturales más singulares como, por ejemplo, las Lagunas de
Ruidera o las Tablas de Daimiel.
Este
año, Castilla-La Mancha celebra el Día Mundial del Agua bajo el lema
“Comprometidos contra el cambio climático”. Se trata de un mensaje que
va más allá de la propia concienciación social. Es una advertencia de
que ya no hablamos de un problema a largo plazo, sino de la realidad que
vivimos en el presente y las acciones para afrontarla.
Sin
embargo, seguimos escuchando de manera irresponsable y peligrosa los
discursos negacionistas del cambio climático por parte de ciertos
partidos y dirigentes políticos, empeñados en seguir negando realidades
que van más allá de ideologías. Hablamos de una crisis climática
ampliamente respaldada por datos y evidencias científicas más que
demostradas. Hacerle frente requiere un compromiso absoluto tanto de las
administraciones como de la sociedad, para actuar con medidas concretas
y gestión responsable para mitigar sus efectos y adaptarnos a los
cambios que ya están en marcha.
Y
si hay una comunidad en España que sabe lo que es el compromiso para
combatir el cambio climático es Castilla-La Mancha. En nuestra región,
hoy se apuesta por estrategias clave como la economía circular y la
transición energética. Y la gestión del agua se ha convertido en una
prioridad dentro de las políticas medioambientales del Gobierno
Regional; reconociendo la necesidad de seguir avanzando en la creación
de infraestructuras resilientes que permitan afrontar la vulnerabilidad
hídrica de la región y el correcto abastecimiento, asegurando que el
agua siga siendo un bien accesible y protegido para todos los ciudadanos
de la región.
En
Castilla-La Mancha tenemos muy claro que aquí no sobra ni una gota de
agua; y, sin embargo, llevamos décadas viendo cómo el agua de nuestra
tierra ha ido yendo hacia otros lugares mientras nuestros ríos se veían
seriamente comprometidos. El trasvase Tajo-Segura ha sido, y sigue
siendo, el gran tema de debate. Un sistema que, durante años, ha
permitido que el Levante reciba agua del Tajo mientras Castilla-La
Mancha soportaba una merma peligrosa de recursos hídricos.
El
Gobierno regional ha mantenido una postura firme en este asunto,
defendiendo la necesidad de reducir el trasvase y garantizar un caudal
ecológico para el Tajo. Y no es una cuestión de territorialismos ni de
enfrentar comunidades, sino de simple justicia. Desde luego, Castilla-La
Mancha ha sido históricamente generosa en la cesión de recursos
hídricos. Y aquí el Gobierno de Emiliano García-Page ha defendido y
sigue defendiendo los intereses hídricos de la región. Se han llevado a
cabo acciones legales y políticas para garantizar que el trasvase
Tajo-Segura se realice de manera justa, equilibrada y sostenible,
siempre priorizando las necesidades de nuestra comunidad, y asegurando
que nuestros ecosistemas fluviales no se vean comprometidos. Y hay que
recordar que tenemos hasta 5 sentencias del Tribunal Supremo que avalan y
dan la razón a la postura del Gobierno de Castilla-La Mancha.
Por
tanto, tenemos claro que sin agua no hay vida. Pero tampoco hay
agricultura, ni ganadería, ni desarrollo industrial. En definitiva, sin
agua no hay desarrollo socioeconómico. En una región como Castilla-La
Mancha, donde estos sectores son fundamentales, garantizar un acceso
sostenible al agua es clave para la economía y para el mantenimiento de
las zonas rurales. El agua no puede seguir viéndose solo como un recurso
a explotar sin límites; hay que entender que su gestión responsable es
lo único que puede garantizar la sostenibilidad futura de nuestro
entorno natural y de nuestra sociedad.
Y
en eso todos tenemos parte de responsabilidad. No basta con exigir
cambios a las administraciones si luego, a nivel individual, seguimos
derrochando agua como si fuera infinita. Esto debe ser un compromiso
social; desde las grandes decisiones políticas hasta los pequeños gestos
diarios.
El
Día Mundial del Agua no debería ser solo una fecha en el calendario,
sino un recordatorio de que el agua es un bien que hay que defender
todos los días. Castilla-La Mancha sigue dando pasos en la dirección
correcta, pero la lucha sigue y no podemos aflojar. El futuro del agua
en nuestra tierra depende de lo que hagamos hoy.