y una tapa fría

que el calor lo pone el personal.

Una leve fragancia

a queso y lomo

enterró el recuerdo

del olor a gamba.

En el ágora del pueblo

los corrillos se hacen

en el esquinazo, junto a la portada.

Se habla poco de viñas

y el vino solo se cata.

No se mira al cielo del tiempo,

sólo a la luz de la tertulia.

Mario entre gorra y mandil

pone vinos, tira cerveza

y saluda con la mirada.

El rinconcito se inunda

de semblantes al sol

que brillan de gozo.

Entre fotos y óleos

tizna las paredes de arte

de amigos y conocidos.

El humo se diluye

entre nubes primitivas

a cielo raso.

Me levanto de la mesa

de lo viejos amigos

para abrazar llegadas y palabras.

El Rinconcito

es lugar de luz y palabra,

de cañas de encuentro,

de vinos con paladar

de una plaza renacida,

de un pueblo con costumbres,

de amigos que gustan

vivir la calle.