Con el escenario desnudo y su palabra como único decorado,
Rafael Álvarez, El Brujo, volvió a demostrar este domingo en el Teatro Marcelo
Grande de Tomelloso por qué es uno de los grandes del teatro español. Anoche se
clausuraba la 32 Muestra Local de Teatro José María Arcos por todo lo alto, con
el pícaro más célebre de las letras españolas al que conjuró uno de los templos
de la escena nacional, en una función que encandiló al numeroso público que
casi llenó el teatro y aplaudió a rabiar el buen hacer de Álvarez.
El Brujo siempre es garantía de éxito y así, el Marcelo
Grande presentaba este domingo una gran entrada. En esta ocasión se ha acortado
el tiempo en el que ha vuelto a Tomelloso, de ocho años, a ocho meses. Había
buen ambiente en los prolegómenos de la función, y es que, se adivinaba una
gran tarde de teatro. Ya saben los lectores que Lázaro fue el irónico narrador
de las injusticias de su tiempo y El Brujo le dio voz. Denunciando las
injusticias del XVI y las del XXI, claro, y es que, como dijo “ante el hambre
no hay negritud”.
Sobre un escenario vacío, oscuro “que representa el
tenebrismo español”, Álvarez se metió al público del Marcelo Grande en el
bolsillo desde la primera escena. Con cambios de registro imposibles, ahora
elevando el tono, ahora bajándolo; ahora recitando una salmodia o poniendo voz
de Paco Rabal (“o de Sabina, que ya no sabe uno”). Con una mezcla hipnótica de
gesto dicción y presencia nos llevaba donde quería en una magistral labor de orfebrería.
Mostró sobre las tablas del Marcelo Grande, como si nada,
toda la ironía, la sátira y la punzante crítica social de El Lazarillo.
Adaptándola a nuestra época y a Tomelloso. Fueron constantes durante toda la
función los guiños a la situación actual, a Trump, los aranceles, Pedro Sánchez,
Aznar o nuestra tierra. Hizo desfilar ante nosotros al ciego, al clérigo o al
escudero, mientras Lázaro madura y se va adaptando al juego de la supervivencia.
Durante hora y media solo existió para los espectadores del Marcelo Grande esa
figura sola, casi desvalida, hilando palabras, haciéndonos reír o, muchas
veces, reflexionar.
El respetable, ¡cómo no!, fue cómplice absoluto de la
función, entregado desde el primer instante, aplaudió, río y disfrutó de una
gran tarde de teatro. Y es que, “el teatro —dijo— es una forma maravillosa de
regenerar la vida, de conectar el lado salvaje con el intelectual”. No en vano,
“somo seres divinos y el teatro es la vía para alcanzarlo”. También dijo en
otro pasaje que “el teatro del Siglo de Oro español era un pilar de la cultura
europea. Talento, ingenio y hambre, convertidos en categoría estética”.
El público del Marcelo Grande premio a Rafael Álvarez, El
Brujo, con una ovación de gala. Posteriormente se procedió a la clausura de la 32Muestra Local de Teatro José María Arcos.
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Martes, 15 de Abril del 2025
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