La muerte de un Papa siempre resulta ser una noticia de gran
trascendencia. Lo es fundamentalmente para los que somos miembros de la
Iglesia, pero también para la ciudadanía en general, Emisoras de radio, canales
de televisión, portadas de los periódicos se hacen eco de tal acontecimiento.
La asistencia al funeral de muchos dirigentes políticos así mismo lo atestigua.
El Papa, además de ser el Sumo Pontífice, el último sucesor de Pedro, es (en
fin) el jefe del Estado Vaticano. Una jefatura muy particular pues “el objeto”
permanente y único de este Estado no es de carácter político sino dar a
conocer, mantener y ejemplarizar la misión que Jesús encomendó a la Iglesia (tú
eres Pedro), tarea nada fácil e imposible sin la asistencia del Espíritu Santo.
En estos días, los medios de comunicación se afanan en
establecer entrevistas y tertulias con distintos periodistas y políticos para
verter sus particulares opiniones sobre el Papa fallecido. Y suelen hacerlo,
como no puede ser de otra manera, desde fuera, es decir, opinando desde un
punto de vista político social, siempre civil, quizá también moral y estético.
De ahí que en el caso de Francisco se repitan de manera reiterativa unas frases
recurrentes sobre su estilo cercano, simpático, espontáneo, “revolucionario”
pero sin calar más profundamente en el significado de estos adjetivos tan
positivos desde un punto de vista espiritual, no digamos ya evangélico, porque
este punto ya no resulta de interés.
Escuchando las opiniones de algunos políticos de izquierdas,
(también de algún sector de la Iglesia, para quienes el nombramiento de
Francisco fue un error del Espíritu Santo, tratándose de una incomprensible
afirmación para un creyente), parecería que se estuvieran refiriendo a un Papa
ateo. En todo caso, los comentarios de toda índole siempre tendenciosos,
sesgados, interesados y las quinielas que en estos días sobreabundan sobre su
sucesor son cuestiones que van desde el entretenimiento a la intriga; en todo
caso algo efímero. Dejémoslos estar pues todo ello adolece de superficialidad y
brevedad y quienes en estos días se apresuran a hablar de la Iglesia con poco o
nulo conocimiento y cariño hacia ella, dentro de unas semanas…dirán si te he
visto no me acuerdo y a otra cosa, mariposa.
Porque lo verdaderamente importante y trascendente de un
papado es el legado que cada Papa deja a la Iglesia y al mundo tras su
pontificado. Un legado que en el caso de
Francisco está marcado desde dos perspectivas:
el legado personal y el doctrinal.
Su legado personal, resulta ser claro, nítido y rompedor, no
sabemos si profético, esto el tiempo lo dirá. Su opción de vivir en una
residencia, la cercanía y frescura en la comunicación, la austeridad de vida
manifestada, su permanente interés por los descartados y las periferias, su
deseo de ser enterrado bajo una simple lápida…son signos a través de los cuales
Francisco quiso hablar, tanto a la Iglesia como al mundo. Porque su actitud no
fue algo estético, sino profundamente evangélico. Queda por saber si la
estructura vaticana le impidió ir más allá con decisiones que quedarán
pendientes sí o sí, para el próximo Pontífice. Pero su estilo de austeridad
evangélica creo que no solo resultará irreversible, sino adoptada por sus
sucesores.
El legado doctrinal de Francisco, como los de anteriores
Papas, está reflejado fundamentalmente en sus Encíclicas y Exhortaciones
Apostólicas. Tanta importancia y trascendencia contienen que a los Pontífices
anteriores se les recuerda dentro y fuera de la Iglesia por sus Encíclicas,
algunas de gran repercusión no sólo eclesial sino social para su tiempo.
Francisco escribió
cuatro Encíclicas (“La Luz de la Fe” 2.013, “Alabado seas” 2015, “Todos
Hermanos” 2.020, “Él nos amó” 2.024) y siete Exhortaciones (“La Alegría del
Evangelio”, 2.013. “La Alegría del Amor” 2.016. “Alegraos y regocijaos” 2.018.
“Vive Cristo” 2.019. 2Querida Amazonia” 2.020.”Alaben a Dios” y “Es la
confianza” 2.023).
Quienes las hayan leído y sobre todo meditado, podrán decir
que su legado doctrinal tiene que ver con temas que atañen tanto al mundo de la
Creación como de la Evangelización, cuestiones referidas al orden natural y
sobrenatural, expresadas en un lenguaje comprensible para el mundo actual.
Porque Francisco con todos sus aciertos y errores, ha sido ante todo y sobre todo un hombre, un cristiano y un obispo comprometido con el aquí y el ahora. Únicamente desde la cercanía amorosa, no sólo hacia los cristianos de siempre, sino con los alejados y de comportamiento más que dudoso se puede dar a conocer aquello en lo que se cree y predica. Jesús así lo hizo.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Martes, 22 de Abril del 2025
Martes, 22 de Abril del 2025
Martes, 22 de Abril del 2025