La costumbre de guardar trastos, cacharros, papeles, objetos, libros…; sobretodo libros, podría ser una “pulsión” para no perder la “identidad” y mantener eterna relación con “entes” y “universos” de un pasado ya perdido… Creo que con la muerte de la letra impresa, también muren, asimismo, “anaqueles” esenciales de la mente humana…
Hoy, guiado por recuerdos y la consciencia, ando por “huecos” y “laberintos” de un TODO incierto, entre los misterios de la confusión del mundo, atestado de “tufaradas” de marrullerías y “depredación”… De un mundo en el que la civilidad sería un futuro que, en la humanidad, tal vez, no se cumpla o llegue jamás. “En el aplazamiento de los males está su curación…”, decía Anfitrión a Mégara, hija de Creonte.
Cruzan por mi mente, sufriendo, yendo y viniendo, imágenes de un antaño lejano, cuando el pan y el sueño eran los más esenciales emolumentos del vecindario… De repente, paso a una sensación de compleja inquietud y vagabundeo por dimensiones mil, al ver el escenario y arquitectura que la I A, guiada por la mano habilidosa y experta del amigo Angel, ha recreado del lugar de Ruidera en el siglo XV.
Recuerdo que muchas familias—mi madre y tía Pepa incluidas—guardaban en baúles, cajas, cajones, mesitas…, atalajes, estampas, crucifijos, medallas, libretas, papeles, librillos, “santos”, rosarios…, para el recuerdo doloroso, la esperanza, la fe…, como guías en los oscuros pasadizos de la vida…; como recompensas y entidades espirituales, para una eternidad, siempre, soñada… Hoy tengo entre mis manos un apolillado librillo de un baúl de aquel entonces; con textos borrosos y páginas que se deshacen al hojear el apelmazado ejemplar. En una de las cuartillas del cuaderno hay un texto-mensaje, cargado de sentimientos nobles y filosofía de lo imposible del autor de aquel siglo XV, Alfonso de la Torre. Comunicabilidad de emociones, que enseñan y exhortan a la generosidad y a la virtud..., (en el Menón de Platón, Menón pregunta a Sócrates si la virtud puede enseñarse) a una humanidad siempre tan necesitada de gestos honrosos… Extractamos y transcribimos: “No trabajes para allegar riquezas superfluas, que son causa de tristezas y trabajos; más trabaja por no mendigar ni verte en grande necesidad, que la pobreza extrema, aborrecida es de la condición humana. Y así, estando contento de lo tuyo, no tendrás envidia ni procurarás lo ajeno. No huyas todas las delectaciones como insensible y rústico, ni las persigas tampoco como intemperado. Has de abstenerte de las palabras torpes, porque su uso engendra intemperancia. Ama las palabras honestas y verdaderas más que las apartadas y afectadas; mira lo que dices y la manera como lo dices. Lo que sabes enséñalo sin jactancia, y lo que no sabes confiésalo sin vergüenza… Guárdate de lisonjeros, ni quieras por lisonjas merecer la amistad de ninguno. Guárdate de la compañía de los viles, alégrate cuando desplaces a los malos, y piensa que es tan malo alabarte los torpes como si te alabasen de torpeza… No seas audaz ni presuntuoso. Si alguno te reprende debidamente, piensa que aprovechó; si indebidamente, sabe que pesó aprovechar. Huye de tus vicios y no seas curioso inquiridor de los ajenos, ni reprendas con aspereza. Al que yerra perdona de grado. No ensalces con exceso a ninguno, ni lo humilles… Al que te llama óyele y respóndele de grado; al que contiende, déjalo luego. No seas modesto en las plazas e intemperado en tu casa... Sé activo y no ligero; sé constante y no pertinaz y porfiado. A todo hombre serás igual. No menospreciarás a los menores con soberbia, ni temerás a los mayores con la rectitud de la vida… A todos sé benigno, a pocos familiar… Sé más profundo en el juicio que aparente en la palabra, y mejor en la vida que en la cara. Sé amador de la clemencia y enemigo de la crueldad… Sé tardo a la ira y fácil a la misericordia, en la adversidad firme, y en la prosperidad cauto y humilde…”.
Siglos, lugares, paisajes y duelos íntimos que se fueron para, tal vez, dar un destino y sentimientos sublimes a otras vidas… El autor.
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Viernes, 6 de Junio del 2025
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