Perdónenme mis amigos y
los lectores que se hayan querido asomar al contenido de estas letras por el
testimonio de dolor e indignación que siento a la hora de dar testimonio de mis
sentimientos.
Cada día cuando sentado
en el sofá de mi casa miro atentamente la televisión para conocer las últimas
noticias que con tanta persistencia nos ofrece la corrompida actividad política
del país, hay un momento en que pierdo los estribos y sin poderlo evitar
increpo de viva voz a los soldados israelíes que, con sus armas asesinas, están
causando tanto dolor injustificado a miles y miles de seres inocentes.
Muchas veces hemos oido
decir en la Facultad de Periodismo que “una imagen vale más que un millar de
palabras”. Pero eso era antes. Cuando la televisión no existía. Hoy en día no es
necesario contemplar fotografías para ver decenas de cadáveres de ancianos,
hombres. mujeres y niños inocentes llenando las destruidas calles de Gaza,
porque las bombas asesinas han caído, como una maldición enviada por el mismo
Demonio, sobre edificios que eran hogares de familias inocentes.
Pero hay algo
infinitamente peor
O al menos a mí así me lo
parece. ¿Cómo se puede dejar morir de hambre a niños indefensos cuando sus
padres son vilmente asesinados cuando se acercan a los camiones que transportan
la comida?
Les ruego que me crean y
me disculpen. Son imágenes que me soliviantan y me hacen llorar. Y lloro no
porque ahora soy viejo y los viejos somos más vulnerables. Lloro porque todavía
están vivas en el recuerdo de mi primera infancia, los esfuerzos de mi joven
madre viuda por “sacarle los ojos al lucero del alba” para darle de comer a sus
hijos-
Llegado a este punto ya
debería dejar de escribir. Pero no puedo porque quiero que mi rabia y mi
indignación se unan al de tantas personas honradas y sensibles que no pueden
contemplar sin que se les rompa el alma, que los niños de amontonen, con un
plato o un cazo en la mano, para que alguien les eche en ellos un poco de
comida. Y que mientras suplican por algo que llevarse a la boca los soldados
les disparan matándolos miserablemente.
Y, por favor, no me
acusen de ofrecer falsas imágenes
Fue ayer, 28 de junio
cuando vi por televisión a padres y madres desesperados, sacando con sus manos
la tierra que había dejado sepultados a sus hijos por causa de una bomba
mientras se amontonaban esperando conseguir algo de comida.
No les voy a agobiar con
datos. Los tienen a su alcance en Internet, en las televisiones y en las redes
sociales. Hasta el 25 de junio habían muerto en la Franja más de 58.000
personas. Una serie de estudios académicos han estimado que el 80 % de los
palestinos muertos son civiles, entre ellos al menos 17 400 niños y más de 10
000 mujeres (en torno al 72 %), a los que se suman más de 131 848 heridos
(incluidos 8.663 niños y 19 000 mujeres) y más de 14 400 desaparecidos.
Hay cosas en la vida
que no se pueden entender
Yo mismo en dedicado
buena parte de mi vida en defender al Pueblo Judío que junto al Pueblo Gitano,
fueron los mayormente sacrificados por los nazis durante la Segunda Guerra
Mundial. Por eso me es imposible entender que sus dirigentes estén haciendo con
los palestinos lo mismo que antes los nazis hicieron contra ellos.
No les negaré su derecho
a defenderse de los ataques que reciben tanto de Hezbolá, (que significa Partido de Dios) como de Hamás,
(que significa fervor), pero eso no les autoriza a cometer el mismo genocidio
que antes cometieron contra ellos los miserables racistas.
Juan de Dios
Ramírez-Heredia Montoya
Abogado y periodista
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Lunes, 30 de Junio del 2025
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