Antonio Maldonado,
director de la Camerata Cervantina, no es sólo un músico: es un apasionado de
la Mancha y de su cultura. Ayer, en la plaza de España de Tomelloso, participó
con su formación en el 60 aniversario del Grupo Folklórico Virgen de las Viñas.
Entre bambalinas, conversamos con él sobre música, identidad y memoria
colectiva. Con verbo ágil, sentido del humor y una erudición profunda pero
cercana, Maldonado defiende un folklore libre de tópicos, respetuoso con sus
raíces y vestido con los sonidos del siglo XXI.
—La Camerata
Cervantina lleva más de dos décadas en esto. ¿Cómo nació el proyecto?
—Pues empezamos allá por
2005, con una idea muy clara, conjugar la música tradicional pura de la Mancha
—las jotas, los mayos, las rondeñas, los fandangos...— con la recuperación del
romancero y del folclore que se estaba perdiendo. Desde el principio, unimos
músicos del conservatorio con músicos populares. Yo mismo, cuando estudiaba, me
presentaba a exámenes con piezas basadas en el folclore manchego. Así empezamos,
recreando esa música con una mirada nueva.
—¿Y cómo les recibió
el entorno? ¿La Mancha estaba preparada para esa propuesta?
—La verdad es que no nos
llamaban para tocar, así que decidimos presentarnos a concursos… ¡y ganarlos!
El primero fue en Cantabria. Nuestro primer disco lo grabamos en 2006, y en la
portada ponía, “Gobierno de Cantabria”. El Quijote, los molinos, una bodega… y
detrás, eso. Nos dio impulso. Lo curioso es que, para que nos hicieran caso
aquí, tuvimos que demostrar fuera que valíamos.
—¿Siente que La Mancha
ha perdido fuerza como identidad cultural?
—Sí, creo que se ha diluido el concepto de La Mancha como país. No político, claro, pero sí cultural. Cuando pedías un vino del país en un bar, sabías a qué te referías, a algo homogéneo. La vegetación, la gente, las costumbres… todo eso crea un entorno. Y ese entorno manchego existe. Lo que pasa es que nos ha dado vergüenza decirlo. Yo, con 14 años, cuando me preguntaban de dónde era, decía, “de un pueblo cerca de Madrid”. Y no, ¡soy de La Mancha! ¡Y muy orgulloso!
—¿Y cómo ven la
convivencia con los grupos folklóricos tradicionales?
—Fenomenal, no somos
competencia. Nosotros no bailamos, no llevamos indumentaria, de hecho, vamos de
negro. Musicalmente usamos instrumentos como el violonchelo, la flauta
travesera o el contrabajo. Eso no se ve en los grupos de folklore clásico. Y
claro, algunos nos copian canciones… ¡y eso me encanta! Porque significa que
gusta lo que hacemos. Nuestra apuesta es hacer una música más audible, más
comercial, más cercana al público joven, pero sin perder la raíz. Jugamos, sí,
pero con respeto. Siempre partimos de una base irreductible que es la esencia
de nuestra música.
—¿Cómo definiría la
visión del folklore manchego de La Camerata?
—Mira, las manchegas son
rápidas, mordaces, tienen picardía, son como nosotros. Pero durante décadas se
ha apostado por una versión muy dulcificada, buenista, sin alma. Nosotros
queremos otra cosa, como digo siempre, tratamos la música del siglo XIX con los
instrumentos y oídos del XXI, pero sin falsearla. Un abuelo que nos escuche, se
siente identificado.
—¿Y qué opina del
Grupo Virgen de las Viñas, que cumple ahora 60 años?
—Una maravilla. Un
ejemplo de constancia, de ortodoxia bien entendida. Llevan seis décadas
difundiendo por España y por el mundo los usos y costumbres de Tomelloso. Y lo
hacen sin ánimo de lucro, por amor al arte. Esa gente que dice: “Soy de
Tomelloso y canto así”, merece todo nuestro reconocimiento. Para mí, fue un
honor que contaran con nosotros para este aniversario, de verdad.
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Domingo, 6 de Julio del 2025
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