Cristóbal
de Aguilera fue un alarife famoso en el s. XVII, destacando en el ayuntamiento
de Madrid a partir de 1620, fecha en la que ejerció como “Veedor y tasador de
obras municipales”.
Natural
de Argamasilla de Alba, casó con Gabriela de Angulo, pero no tuvieron descendencia.
Respecto a otros datos de su biografía: fecha, día y año de su nacimiento, sólo
unas breves notas del único apellido del que es conocido nos informan, por un
padrón de 1580, que hubo un señor llamado Juan López de Aguilera que vivió en
nuestra localidad; pero no se aportan otros datos.
Tampoco
en siglos posteriores y sobre el mencionado apellido, hemos tenido suerte; porque sólo encontramos, mes julio,
año 1705, datos
sobre una visita realizada a nuestra localidad por el Sr. Frey don Diego de
Aguilera y Guevara, Caballero del Hábito de San Juan, Gobernador de los
Prioratos y Juez de Residencia de los mismos, el cual trajo al Lugar de la
Mancha la misión de dar a conocer un decreto, que, para el mayor acierto, según
expresa dicho señor, era necesario ponerlo en vigor y ordenar a todos los
vecinos cumpliesen: “Leyes y Pragmáticas
destos Reynos, que se mandan observar”.
Familiar
del Santo Oficio
En
cuanto a las actividades de nuestro paisano, Cristóbal de Aguilera ostentaba la condición de ser familiar del Santo Oficio. Sin embargo
y, respecto a un tema tan especial, volviendo a las notas anteriores, ignoramos
si era amigo o pariente de la familia de don Diego Oropesa; linaje que tenía en
la fachada de su casa, (vivían en la plazuela de la Iglesia), un escudo con las
armas de la Santa Inquisición; emblema que había colocado el dicho señor, por ser
familiar del Santo Oficio de Toledo.
(El distintivo era una Cruz verde en campo blanco, con un ramo de olivo a la
derecha y una espada a la izquierda).
Respecto al grado
que tenía Cristóbal de Aguilera en el Santo Oficio, conforme a su regla, sólo lo
recibían ciertos miembros de menor nivel dentro del organigrama de la Inquisición
española y tenían como función la de servir de informantes. Sin embargo, dichos
familiares no tenían la obligación de
voto monástico ni ingresar en el clero; porque sus funciones eran colaborar,
sobre todo de lo que pudiera tener
interés para la institución.
Esta facilidad para
el ingreso en el Santo Oficio llegó a contar con una tupida red de espionaje e indagaciones
secretas. Por otro lado, los familiares,
se beneficiaban económicamente de sus denuncias y, a la vez, estaban protegidos
de posibles acusaciones en procesos inquisitoriales o acusarlos de las mismas
causas que tan secretamente daban a conocer.
Importante era, en aquel
tiempo, convertirse en familiar, pues
estaba considerado un honor; ya que suponía, además del reconocimiento público,
tener ‘limpieza de sangre” (requisito obligado en nuestro País y sus territorios incluyendo Nueva España), para
acceder a ciertos cargos públicos: órdenes religiosas, gremios y otras
instituciones; también gozaban de
ciertos privilegios como era portar armas. Asimismo, pertenecer al Santo Oficio como familiar implicaba la demostración de no
tener antepasados judíos, musulmanes o de otras religiones no cristianas, ni
haber sido condenados por la Inquisición: este concepto se basaba en la idea de
que la ‘pureza de sangre’ se heredaba y determinaba la aptitud para ocupar
puestos de honor y responsabilidad.
Algunos de los éxitos profesionales de
Cristóbal de Aguilera
En cuanto a su
especialidad para el trabajo, Cristóbal de Aguilera demostró una gran pericia,
llamando la atención de los señores que componían la Junta de Fuentes de Madrid. Importante organismo al que también se
conocía como Junta de Fuentes de la Villa de Madrid y Concejo y Junta de las
Aguas, colectividad creada en 1608 en la capital de España para coordinar y
regular todo lo relacionado con el abastecimiento de agua a la ciudad,
existiendo como organismo independiente del resto de la administración
municipal hasta el 1 de noviembre de 1766, cuando su autoridad se integró en
sucesivos despachos con diferentes y varios nombres, aunque similar ocupación,
siendo su importancia cada vez mayor; ya que en el s. XVII, Madrid experimentó un rápido crecimiento demográfico y urbano, lo que planteó
desafíos importantes en la gestión del agua: institución clave para garantizar
el acceso al líquido elemento potable y mantener la calidad de vida en la ciudad.
Respecto al nombramiento a Cristóbal de Aguilera como responsable de las
obras del agua en Madrid, fue debido al
fallecimiento del “Veedor o maestro mayor de fuentes” por lo que el resto de
componentes de tan importantes organismo, decidieron sustituirlo, siendo oficialmente
nombrado para el mencionado cargo el 11/08/1626. En igual fecha se le
adjudicaron los emolumentos de su trabajo, fijando en su haberes la cantidad de 200 ducados anuales; contrato
por el que tenía que vigilar el
uso del agua de las fuentes públicas,
evitando el derroche y asegurando que todos los ciudadanos tuvieran acceso a
tan necesario recurso; también era su
obligación velar por una distribución justa del agua, especialmente en épocas
de sequía, evitando que unos ciudadanos se beneficiaran a costa de otros;
asimismo, se ocupaba de revisar la construcción de nuevas fuentes y la
reparación de las existentes, asegurando estuvieran en buen estado y
funcionando correctamente.
No
decepcionó Cristóbal de Aguilera a los señores de la Junta; ya que bajo su
dirección, en 4 años, se terminaron las obras de los tres lugares que se habían
comenzado a construir la década anterior; obras que habían estado paralizadas
por múltiples problemas técnicos que ninguno de sus antecesores supo solventar.
Una vez ganada la confianza de sus superiores Aguilera ejerció, como su
personalidad le exigía, un trabajo riguroso. Su profesionalidad le hizo
conseguir competencias exclusivas como “Maestro mayor de obras de la Villa”.
Veintiún
años fueron los que ejerció y practicó su oficio. Y no sólo proyectó todos los
trabajos encomendados por la Junta de
Fuentes, también los dirigió a pie de obra: aumentando su eficacia y
productividad. Asimismo se encargó de recorrer, periódicamente: galerías,
atarjeas, y encañados de los viajes de agua ya construidos, detectando desperfectos
y elaborando informes, proponiendo las reparaciones pertinentes al corregidor o
al superintendente de la Junta, a través de los llamados ‘comisarios de fuentes’.
Otras
actividades del ‘maestro’ Cristóbal de Aguilera fue su participación en la
construcción de un buen número de los edificios más conocidos de Madrid; pero
por no incidir en el número de obras realizadas, solamente reseñaremos tres: la
primera que hemos elegido tiene fecha del año 1643; que fue cuando se construye
el convento de los Capuchinos de la Paciencia de Cristo: proyecto
arquitectónico que realizó en solitario y del que nos hemos permitido poner como
ilustración una imagen del s. XIX. También, en colaboración con el escultor,
ensamblador y arquitecto albaceteño Alonso Carbonel, (1583-1660), construyeron
la iglesia del convento de las Maravillas; asimismo participó en la nueva torre
de la parroquia de Santa Cruz.
Fama
y fallecimiento
Con trabajo tan esmerado su
fama y prosperidad económica se acrecentó; pues cuando falleció, primeros de
agosto de 1647, tenía un patrimonio realmente importante y todo lo concerniente
a su conciencia solventado; pues su cuerpo recibió sepultura, como familiar del Santo Oficio, en el
interior de la iglesia parroquial en la que construyó la torre, llamada Santa
Cruz, en una sepultura perpetua grabada con el emblema de la Inquisición.
En
cuanto al reparto de su herencia, dado que no tuvo descendencia, la mayoría de
sus propiedades fueron otorgadas a sus sobrinos. Entre otros, a Manuel de
Aguilera -hijo de su hermano Pedro- al que le legó un mayorazgo fundado en 1646
y compuesto por varias casas y propiedades; a su sobrina Catalina 3000 ducados
que todavía le debía el Ayuntamiento de Madrid de las obras del Retiro. Y a
otros beneficiarios una serie de bienes entre los que se encontraban los
oficios de “Tasador General de Pleitos del Rey”, y el de “Alguacil Mayor del
adelantamiento de Campos y de la ciudad de Palencia”, adquiridos por Aguilera
respectivamente en 1639 y 1644.
Esta
es a grandes rasgos, la biografía de un argamasillero que destacó por sus
trabajos y sabiduría, el cual es desconocido
por la gran mayoría de sus paisanos. Esperamos que, con estas breves notas, al
igual que otros, (por ejemplo el poeta y escritor: Francisco de Contreras, autor de La Nave trágica de la India de Portugal, 1624, poema épico, en tres cantos y cien octavas reales), vayamos
conociendo y dando a conocer a personajes ilustres del Lugar de la Mancha.
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Sábado, 16 de Agosto del 2025
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