Opinión

Canción de Prostituta

Pilar Olmedo | Miércoles, 29 de Octubre del 2025
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Esta noche me es presente

aquella otra de hace

tantas olvidadas lunas.

 

Te recuerdo toda yo,

encendida y melancólica,

con el sabor amargo

que levanta el fraude del amor.

 

 

He pasado por muchas camas

mas no me detuve en ninguna.

Muchos hombres arrugaron mis sabanas

más ninguno hoyó mi almohada.

Me susurraban lesbiana

los machos a los que

fría me entregaba; pero,

¿cómo dejar entrar en mis

 sueños a quién me pagaba

 por una hora de cama?

 

Tus manos transparentes

rozaron las sienes;

el pelo lacio: ¿de qué color lo tienes?

Boca, nariz, frente, párpados

que visten los ojos ...,

Todo fue despacio y calladamente.

Traspasada la barrera

de las interrogaciones nuevas,

me abandoné toda entera

como una virgen en primavera.

 

Muchos hombres tomaron

con arrogante derecho

mi cama,

pero tú llegaste a donde

quedó guardada mi alma.

Nada quedó oculto a tu vista;

desnuda en tus brazos mi esencia,

desnuda y sin pijama.

 

 

 

 

 

 

¿Cómo pudiste ver, con tu extraña

 mirada, a esta mujer tan vejada,

de tanto amor y libertad

necesitada?

Rompiste las reglas del juego

donde solo importa el poseer

y si te he visto no me acuerdo.

Solo ven un trozo carne,

placer para el mejor postor.

Todo era viejo veneno

antes de que tú llegaras;

hastío placentero

que al olvido de la estima

más abajo y más profundo

me llevaba.

 

¿Cómo hiciste para encender

mi escondido fuego?

¿Cómo, si ni yo misma creía

poder creerlo?

 

 

Mis pechos, blancas palomas

en las yemas de tus dedos

al braille acostumbradas.

Sin oscuridad que oculte

los cómplices mensajes.

¡Oh cada caricia, cada beso!

Escríbeme un paisaje donde

atrapar en mi vientre el sol.

 

Y la noche se queda corta;

aburridas se marcharon

las estrellas.

La aurora se cansó de ocultarse.

La noche de tus años te enseñó

a caminar despacio,

sin apresurarte.

Así me amaste, así me llevaste.

A beber sorbo a sorbo,

a nacer en cada instante.

Y la tarifa iba subiendo

sin yo preocuparme

porque me iba cobrando

con solo mirarte

y descubrir que me hablabas

como alguien a quien amas.

 

 

 

 

Otros eran mis clientes,

mis usadores cobardes.

pero tú solo eras

mi buen y delicioso

amante.

 

 

Cúbreme de estrellas

cuando me arropes con

la liviana manta.

Creo que ella, al cariño

de tus manos,

también quiere contigo

quedarse.

 

Soy una mujer ligera,

ya te lo dije antes.

Tú, que mis palabras no creías,

quisiste desenmascarar toda la mentira:

que yo, no solo traficar con mi

cuerpo podía.

Pude sentir el amor,

pude sentirme querida.

A tu boca, a tus manos

quedé toda rendida.

 

Oh, vida mía,

¡Quién pudiera volver a verte

algún día!

Yo soy la prostituta;

tú, el ciego que lentamente

extiendes las sábanas

con mirada extraviada.

Pero ¡qué daría porque

de nuevo me tuvieras,

de nuevo me acariciaras!

 

Sueño la noche,

la noche en

la que yo a ti

me regalara.

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