La Voz de la ciencia

Venenos y aguijones del verano

Chema Arcos Serrano | Martes, 28 de Agosto del 2018
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La época estival, que ya va tocando a su fin, nos deja siempre consigo las dolorosas picaduras de avispa, haciendo de este insecto uno de los más molestos inquilinos de las piscinas. Además, los que prefieren ir a la playa, tampoco están exentos de animales venenosos, ya que las oleadas de medusas son cada vez más frecuentes en las playas del Mediterráneo durante los meses veraniegos.

LA INVASIÓN DE LA AVISPA ASIÁTICA

La avispa asiática (vespa velutina) ha protagonizado varias noticias en nuestro país este verano, siendo incluso responsable de algunas muertes por su picadura. Esta especie es originaria de China, y se encuentra actualmente asentada en diversos puntos de la Península Ibérica, donde llegó en los últimos años procedente de Francia. La avispa asiática tiene un tamaño considerablemente mayor al de sus parientes europeos, y un comportamiento bastante agresivo. Su invasión supone también un peligro para la apicultura, ya que son capaces de reducir en gran medida las poblaciones de abejas, a las que atacan y trocean para alimentar a sus larvas.

Aunque es cierto que la cantidad de veneno que inocula con su picadura también es mayor que otras avispas, la composición del veneno es la misma, por lo que no es más peligrosa para los humanos que la avispa común (vespula vulgaris). Se trata de un veneno complejo, que contiene varios componentes tóxicos para el organismo humano. Uno de ellos es el mastoparán, una sustancia que daña nuestras células y hace que algunas de ellas liberen histamina, una molécula produce inflamación, enrojecimiento y picor. Además, el propio veneno de avispa también contiene histamina, por lo que aumentará aún más el proceso inflamatorio. En la gran mayoría de los casos de picadura de avispa no se requiere atención médica.

Se estima que aproximadamente un 3% de la población española es alérgica al veneno de avispa. En estos casos, sí existe un peligro mayor. Cuando una persona es alérgica, se producen complicaciones debido a una reacción inmunitaria extrema. Algunos de los primeros síntomas de alergia pueden ser urticarias, dificultades para respirar y dolor abdominal. Además, aunque es muy poco frecuente, en los casos más graves puede llegar a producirse un shock anafiláctico. En nuestro país mueren anualmente entre 4 y 10 personas por este tipo de picaduras.

Las avispas suelen atacar al sentirse amenazadas, y su picadura produce un efecto llamada. Esto se debe a que el veneno contiene feromonas que atraen e incitan a otras avispas a picar, por lo que siempre es recomendable abandonar rápidamente el lugar en el que nos encontramos tras sufrir una picadura. Al contrario de lo que sucede con las abejas, que mueren tras clavar su aguijón, las avispas pueden picar en numerosas ocasiones.

Es tras finalizar el verano, con el descenso de las temperaturas, cuando la mayoría de las avispas mueren. Sin embargo, las reinas, previamente fecundadas, son capaces de sobrevivir mediante la hibernación. Con la llegada del buen tiempo volverán a salir y construirán un nuevo nido donde poner los huevos.

OLEADAS DE MEDUSAS

Otros animales que suelen ser un incordio para los bañistas son las medusas. En el litoral mediterráneo cada vez son más habituales las plagas de estos animales, que son arrastrados a las costas por las corrientes marinas. La población de estos animales no deja de crecer debido a diferentes razones, como el calentamiento global o la sobrepesca de especies que se alimentan de ellas.

La gravedad de la picadura de medusa varía con la especie. Suele producir enrojecimiento, dolor agudo, inflamación y sangrado. Algunas de las más habituales en nuestras costas son la Pelagia noctiluca, una medusa pequeña de una tonalidad rosada, cuya picadura produce una sensación de fuerte quemazón; o la conocida como medusa “huevo frito” (Cotylorhiza tuberculata), cuya picadura es una de las más leves.

Cuando la medusa toca a la víctima, en sus tentáculos se activan unas células especiales llamadas cndocitos, que lanzan una descarga de diminutas espinas venenosas sobre ella. Las medusas utilizan estas células para cazar y para defenderse de predadores.

Existen especies que sí pueden llegar a ser muy peligrosas, como es el caso de la carabela portuguesa (Phisalia phisalis), que habita en aguas tropicales. Realmente no es una medusa, sino que pertenece al género Physalidae. Este animal produce un dolor muy intenso, y su veneno puede afectar gravemente a los sistemas circulatorio y nervioso. Aunque es muy poco frecuente, también se han dado algunos casos de muerte por su picadura.

Existen muchas falsas creencias sobre qué hay que hacer en caso de picadura de medusa. Lo más importante es lavar la herida siempre con agua de mar, y no utilizar nunca agua dulce, ya que podría producir la apertura de más células urticantes del tentáculo que hayan permanecido en la picadura. Tampoco es recomendable, como mucha gente cree, aplicar una orina sobre la lesión. Es importante retirar con unas pinzas los posibles restos de tentáculos que hayan quedado adheridos, y aplicar una fuente de frío sobre la herida. 

ob.imagen.Descripcion Ejemplar de medusa "huevo frito"
ob.imagen.Descripcion Pelagia noctiluca es una de las medusas más frecuentes en las aguas del Mediterráneo
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