Feria de Tomelloso

Fechas, lugares y otras curiosidades de las ferias de antes

Ángel Morales revive como eran las fiestas patronales más antiguas de Tomelloso y aporta curiosos datos

Carlos Moreno | Martes, 25 de Agosto del 2020
{{Imagen.Descripcion}} Collage de entrañables fotografías de feria de Ángel Morales Ropero Collage de entrañables fotografías de feria de Ángel Morales Ropero

A Ángel Morales Ropero (Tomelloso, 1951) le fascina todo lo que tenga que ver con Tomelloso, sobre todo lo antiguo.  Guarda como oro en paño un valioso material en casa y  se pasa las horas muertas en el archivo este investigador local autodidacta, enamorado empedernido de la ciudad que le vio nacer, de esas calles que correteó de niño, en definitiva el Tomelloso  que ha sido testigo de sus muchos oficios, proyectos e iniciativas. Un hombre de bien al que volvemos a recurrir, y no será la última,  para que nos hable de las ferias de antes.

“De niño lo pasaba bien en las ferias a las que siempre iba con cinco o seis amigos que vivían en las cuatro esquinas que había cerca de mi casa, -explica-. Eran ferias de horas más tempranas, en las que incluso las atracciones funcionaban por las mañanas. Mi padre me daba diez pesetas que administraba como mejor podía. Afinábamos la puntería en las casetas de tiro, subíamos en el trenillo, el látigo, los coches eléctricos… Comprábamos gaseosas de Merlo en el paseo Ramón Ugena, nos comíamos alguna berenjena y a la vuelta comprábamos turrón espizcado, el que no quería nadie y era más barato, en los puestos que ponían entre las calles Santa Aurora y Matadero”. Recuerda la anécdota de aquel fotógrafo que iba con un burro. “Le dijimos que nos hiciera una fotografía, pero subiendo el burro en lo alto y así lo hicimos”  o aquellas pícaras intentonas de mirar por los grietas de los camerinos de madera donde se cambiaban las artistas.

Las carreras de cintas, las carreras de hombres metidos sacos, las cucañas, los concursos de lanzamiento de reja, la irresistible atracción de los juguetes, primero de madera y luego de chapa, los famosos caballos de cartón, aquel impresionante “Sansón del siglo XX que lograba arrastrar un camión ¡cogido a su cabellera!, circos, teatros, aquellas motos que daban vertiginosas vueltas dentro de un cilindro, las carreras con los ciclistas buenos de la época son otras de las estampas de feria que Ángel Morales conserva en la retina de su memoria. También se refiera a las famosas cuerdas de mulas y aperos que despertaban siempre mucha expectación.

Morales rememora las carreras ciclistas que se celebraban por la noche y en las que tuvo gran protagonismo. “Los juveniles y los ciclistas de 2ª corríamos juntos y recuerdo que me quedaba siempre entre los mejores. Después veíamos a los mayores y nos íbamos a casa. No me daba tiempo trasnochar porque al día siguiente volvíamos a correr”. El idilio de Ángel Morales con la bicicleta viene de lejos. “Siendo un niño me iba al taller de Campanolo a ayudarle. Por allí iban los Mena, Heredia y otros grandes ciclistas tomelloseros que me daban propinas cuando les arreglaba alguna cosa”.

Ángel evoca también al “Tío del mono” que tenía un puesto de garrotas de caramelo y por allí deambulaba el exótico animal al que los muchachos querían ver y tocar. “¡muchachos, dejar al mono!, nos decía el dueño”.  Siendo ya novio formal iba a los bailes que se celebraban en la calle La Cruz. Antes hubo bailes en el denominado pabellón del Plantío, al precio de 2 y 4 pesetas las mujeres y de 5 y 7 para los hombres. 

Los cambios de fecha y de lugar

De los  entrañables recuerdos de las ferias de la infancia, Ángel Morales pasa al dato preciso de las fechas y cambios de lugar que ha tenido la feria de Tomelloso a lo largo del tiempo que han sido muchos. Cuenta que la primera feria de Tomelloso pudo  tener lugar en el año 1859 y coincidió con la inauguración de la Plaza de Toros.  “Se instalaron farolas de aceite en la plaza y en algunas calles principales. Hubo lanzamiento de fuegos artificiales y al mismo tiempo tocó la banda de música”. De la Plaza de España pasó a la calle Doña Crisanta en el año 1918 porque había más espacio “. No sería este el último traslado. La feria se instalaría después en el descampado que había entre el asilo y la Plaza de Toros, más o menos por donde hoy está la calle Concordia y los puestos se colocaban en la calle Don Víctor, de ahí el nombre por el que popularmente se conoce la vía, la calle de la Feria. 

 En 1930 la feria se ubicó en la explanada y paseo de la Estación donde permaneció hasta 1973. La  pólvora se quemaba en la explanada del barrio obrero y la traca se tiraba en el Paseo de Circunvalación, desde el paseo de San Isidro a la calle Concordia. El propietario de los terrenos de la explanada, Emilio Lanuza, intentó vendérselos al Ayuntamiento, pero no hubo acuerdo.  Un año después tuvo lugar el estreno del actual recinto ferial de la calle Lugo y parque de la Constitución”. 

La fecha de celebración también ha sufrido muchos cambios por diversos motivos, sobre todo para acomodarla a la  vendimia y otras faenas agrícolas. “La feria más temprana  fue la de 1920. Se celebró del 4 al 8 de agosto. En 1885 se decidió suprimirla por la batalla que dirimía ejército español en la toma del Monte Gurugú y se donó a los soldados las 500 pesetas que había de presupuesto”,  explica Morales que añade “en tiempos más remotos la feria se celebraba en la primera semana de octubre, pero desde 1924 se fijó la fecha que va del 9 al 16 de septiembre, “de hecho, al día siguiente de acabar la feria, mucha gente empezaba ya la vendimia”. A partir de 1955, la Feria de Tomelloso tenía lugar del 28 de agosto al 3 de septiembre, hasta que en el año 1981 se instituyó el actual calendario de festejos, que va del 24 al 30 de agosto. 

Morales no para de aportar curiosos datos sobre la semana grande de Tomelloso. “La feria de 1930 se celebró del 9 al 16 de septiembre, en honor de la Virgen de Peñarroya, patrona de Tomelloso entonces, para conmemorar el IV centenario de la fundación de la ciudad. El día 9, a las seis y media de la tarde, salió en procesión por primera vez, recorriendo la calle Don Víctor y el paseo de Ramón Ugena”. 

Otro feria señalada es la de 1952, “en la que se inauguró el alumbrado con arcos”. Volviendo a retroceder en el tiempo, cuenta Ángel Morales que en el año 1920 empezó a proyectarse cine en la plaza todos los días de feria, mientras que desde 1940 a 1970 las películas se proyectaban ya en los inolvidables cines de verano, Serna y Avenida, películas españolas que tenían gran aceptación entre el público.

Las pólvoras se quemaban cerca del Real de la Feria: en la plaza, en la explanada de San Isidro, cerca del Barrio Obrero, en la calle Lugo y al final de la calle Concordia. Mientras tanto, la traca ha tenido como escenarios la plaza de España, el paseo de las Moreras, la avenida de Antonio Huertas y el parque nuevo de la Constitución. 


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