“Vosotras tranquilas, volveré cuando se me acaba el gordo. Gracias
por haberme llorado tan a gusto. Gumersindo”. “El jardín
de las boinas” FRANCISCO GARCÍA PAVÓN
Como todos los años el sorteo de
Navidad es la puerta de entrada a los acontecimientos festivos que cierran el
presente año y dan la bienvenida al siguiente. En estas fechas recordamos
algunos episodios donde la fortuna tendió su manto sobre la localidad de
Tomelloso.
El sábado 23 de diciembre de 1905
se celebraba, como era tradicional desde 1812 y como se sigue haciendo en la
actualidad, el Sorteo de Navidad con su popular “gordo”, que en aquel año
recayó en el número 32.865 (y fue premiado con seis millones de pesetas).
Aunque no fuera en el gordo, en ese sorteo la fortuna reservaba un pellizco
para Tomelloso, se trató del quinto premio que recayó en el número 03.364
vendido totalmente en la localidad.
En el periódico La Vanguardia del día
siguiente se hacen eco de este premio indicando algunos de los agraciados por
el premio; “…son don Luís Velázquez, el banquero don Alberto Vilas, varios concejales,
dos matrimonios recién casados que jugaban participaciones de medio duro, un
confitero, don Miguel Fernández, los hijos del señor Espinosa y los
dependientes de estos últimos”.
Fue este el
mayor premio entregado en la época, pero de vez en cuando, bastante menos que
los vecinos de Tomelloso desearan, la suerte se dejaba caer por la población.
Unos meses antes de “ese gordo de
Navidad”, en el sorteo del 20 de septiembre de 1905, Tomelloso resultó premiado
íntegramente en el número 26.225 con 3.000 pesetas por billete (300 pesetas al
décimo).
Pasado un tiempo, el mes de
febrero de 1906 podemos considerarlo un mes de fortuna para la villa. Así el 15
de febrero de 1906 en la Lotería Nacional recayó un premio de 6.000 pesetas por
billete (600 pesetas en cada décimo) en el número 08.962 y vendido en la
localidad. El primer premio por entonces rondaba las 200.000 pesetas.
Dos semanas más tarde, el 28 de febrero,
de nuevo la lotería nacional deja caer su mano sobre Tomelloso. Esta vez el
premio era 1500 pesetas por billete (150 pesetas cada décimo), y el número fue
vendido conjuntamente entre nuestro pueblo, Cartagena y Jerez de la Frontera.
El número agradecido fue el 12506.
En ocasiones
el camino de la fortuna es de lo más inesperado. Así debió de pensar aquel
tomellosero que hallándose inmerso en la mayor de las pobrezas por lo “que
implora la caridad pública” fue beneficiado por la herencia de un tío
suyo que había fallecido ab-intestato (sin testamento).
Tras el procedimiento judicial iniciado sobre la herencia del tío, se adjudicó un capital de dos millones de pesetas, por ministerio de la ley, al único pariente existente. De esta noticia se hizo eco el diario La Vanguardia, el 3 de diciembre de 1907.
(FUENTE: Hemeroteca “La
Vanguardia”)
Ahora en
estos años del siglo XXI estamos acostumbrados a la venta de la lotería en las
numerosas administraciones de la localidad, en los bares que invitan a sus
clientes a tentar la suerte o de las manos de los trabajadores de la O.N.C.E. u
otra organización nacional de discapacitados. Ahora ya es muy escasa la figura
del vendedor de loterías “tradicional”, no adscrito a ninguna organización, y
que buscaban la pequeña comisión sobre el precio del billete para “poder ir
tirando”.
Este personaje popular estaba tan
enraizado en la sociedad de los pueblos, que eran personas muy conocidas y
familiares para los habitantes de los mismos.
Como los describe Arturo Pérez
Reverte en uno de sus artículos del País Semanal:
“…me gustan mucho, sin embargo, los vendedores ambulantes de lotería. Me refiero a los tradicionales, especie que considero en franca extinción. A lo mejor, si me interesan es porque resulta cada vez más raro tropezárselos en su aspecto clásico….
Conozco a un par de ellos, aplomados
profesionales de lo suyo, a los que alguna vez incluso he seguido un trecho,
observando con interés casi científico su modo de abordar a los clientes. … Me
gusta el modo antiguo, mezcla de familiaridad y respeto, con que se dirigen al
personal, sus décimos por delante, sin molestar nunca. Prudentes y con ojo
avezado, experto, sabiendo a quién y cómo.
Actúan sin descomponerse, cual si tomaran
prestadas las maneras de las fotos de toreros que hay en las paredes, junto al
cartel de tal o cual feria de San Isidro. Perfectos en lo suyo, profesionales,
sin tutear jamás, aceptando una negativa con la misma dignidad con la que puede
aceptarse una honrada propina. A fin de cuentas, son ellos quienes le hacen un
favor al cliente”.
Los mayores de Tomelloso recordarán algunos de esos loteros, vendedores ambulantes, que durante muchas décadas del siglo XX llevaron la ilusión a las manos de los habitantes de nuestro pueblo. Uno de ellos era Gonzalo Sánchez, conocido por el sobrenombre de “el Tipitín”.
(FUENTE: Hemeroteca “Lanza”)
A lo largo de su dilatada actividad como lotero ambulante, vemos a continuación el suceso ocurrido en febrero de 1951 cuando este popular tomellosero repartió en la localidad el segundo premio de la lotería. El diario Lanza se hizo eco de este suceso e intentando indagar sobre los agraciados por la fortuna entrevistó a “el Tipitín” intentando sonsacar la identidad de los premiados. Sin embargo, bien fuese por desconocimiento de los mismos o casi seguro, por una discreción propia de su personalidad, poco pudieron obtener los periodistas de él.
(FUENTE:
Hemeroteca “Lanza”)
La transcripción del artículo periodístico del Diario Lanza, del
17 de Febrero de 1951, es la siguiente:
“… Una de
las series del 33413 favorecido con el segundo premio de la Lotería Nacional en
el último sorteo -10 de febrero-, ha correspondido a Tomelloso y, la noticia
escueta, nos pone alerta para indagar, quien o quienes, son los afortunados poseedores de este número agraciado y favorecido con la
bonita suma de 200.000 pesetas, llegadas por el azar de la suerte que, en
muchos años, no encontrara camino practicable para llegar hasta nuestra ciudad.
Al adquirir detalles en la administración para encauzar nuestros primeros
pasos, los primeros informes no pueden ser más desalentadores. El billete
estuvo expuesto y hubo compradores que, mostrando otras preferencias, lo
rechazaron, siendo entregado con otros al vendedor ambulante Gonzalo Sánchez
“el Tipitín”, desconociéndose quien puede ser el afortunado poseedor.
Al entrevistarnos con “el Tipitín”, no sacamos en claro, para
completar nuestra información y satisfacer la curiosidad de los lectores, más
que lo que a continuación escribimos:
—¿Recuerdas
cuándo vendiste el billete?, preguntamos.
—Exactamente no puedo recordarlo,
pero debió ser en los días de Carnaval, el lunes o el martes.
—¿Puedes decirme donde supones lo vendiste?
—No es nada fácil recordarlo, pues fueron
varios los billetes que por esos días vendí y en los distintos sitios que frecuente, pero
posiblemente en el Bar Juanito o en el de Cayetano.
—¿Te supones quien pueden ser sus afortunados poseedores?
—Si lo recordara exactamente ya lo
sabían todos, pero como de cuantos suponía pueden tener participación, les he preguntado y,
sólo he podido sacar en claro que eran confusiones mías con otros números
vendidos, forzando mi imaginación recuerdo el haber vendido dos medios billetes
o dos billetes enteros a unos señores de Daimiel, que conozco por Juan Antonio
“el Tratante” uno y otro apellidado Ruíz de la Hermosa, pero no sé si
serán los del número favorecido, aunque
me inclino a pensar que pueda ser porque, entre mis muchos clientes de esta
localidad no lo tengo vendido según he podido
comprobar.
—¿Cómo –le pregunto en broma- das lugar a que se lleven fuera una cantidad semejante por no vender el número a tus clientes de ésta?
—Los compradores tienen la culpa. Yo lo ofrecí
a varios, rechazándolo
por no gustarles, y en una peña en el bar hubo uno admirado a adquirirlo, y sus
amigos le quitaron ese deseo con esta frase ¡si no toca nunca!, y yo creo que,
para justificar ese dicho, tuvo, alguno de los que visitan Tomelloso, no
ponerle reparos y llevarse esos cuarenta mil duros que han correspondido aquí.
—¿Recuerdas algo curioso sucedido
con este número?
—De eso sí me acuerdo bien, pues éste, como
todos los favorecidos,
también ha tenido su historia. A uno de mis asiduos clientes se lo ofrecí y sin
mirarlo se lo fue a guardar, pero la curiosidad le hizo mirarlo y al ver que
terminaba en 13 me lo devolvió diciendo “dame uno que no tenga esa terminación
tan fea”.
—Y esto es todo cuanto hemos
podido averiguar de este afortunado
envío que, la Lotería, nos ha hecho pero que por lo visto ha cambiado la dirección.
—Es indiscutible la importancia social de la lotería en la sociedad española. Tanto los décimos como las consabidas participaciones han formado, y siguen formando, parte de una tradición secular cuyo arraigo pasa de generación en generación. No en vano tenemos que recordar que esas participaciones han sido una de las fuentes más común de ingresos de todas las asociaciones y grupos sociales que han vertebrado la actividad cotidiana de nuestros pueblos desde hace dos siglos.
Participación de 1962, con la imagen de la Patrona de Tomelloso (FUENTE: Fondos de Ángel Morales Ropero)
Casi veinte
años después que la mano de la fortuna fuese la de “el Tipitín”, un nuevo
premio cayó en la villa tomellosera. Así el 6 de junio de 1968 la portada del
diario Lanza comparte dos noticias tan dispares: “Bob Kennedy, en estado crítico” después
que un jordano musulmán le disparara tres tiros de pistola, y “Una
serie del gordo de la Cruz Roja, en Tomelloso”.
En efecto el primer premio del
sorteo extraordinario celebrado el miércoles 5 de Junio de 1968, en Madrid, que
recayó en el número 03974 y valorado en 25 millones de pesetas correspondió a
Tomelloso, Hospitalet de Llobregat y Zaragoza.
El corresponsal José Luís
Albiñana del diario Lanza escribió así, desde Tomelloso, la noticia:
“ Una serie completa del primer premio del sorteo extraordinario de la Cruz Roja, de la lotería nacional, ha sido vendido en esta ciudad en la Administración de doña María Justa Álvarez, sita en la calle Mayor, número 10.
De los diez décimos de esta serie del gordo
se conocen detalles de cinco de los citados décimos. Este medio billete se
juega de la siguiente forma: un décimo don José Plaza, cobrador de un
establecimiento de ventas a plazos; le han correspondido, por tanto, dos
millones y medio de pesetas. Otro décimo fue adquirido por don Alejandro
Villena Serna, agricultor. Dos décimos los juega don Alejandro Villena
Martínez, dueño de un establecimiento de comestibles, al que le corresponden
cinco millones de pesetas. El otro décimo lo tiene don Valentín Lara Olmedo,
agente comercial de esta localidad.
El otro medio billete, según se nos informa,
fue vendido a un viajante que visitó esta plaza no hace muchos días y cuyo
nombre y demás circunstancias se desconocen. Si dicho señor adquirió los cinco
décimos para sí, le habrán correspondido doce millones y medio de pesetas.
El más afortunado de los premiado de
Tomelloso, el señor Villena Martínez, al conocer su buena suerte, continuó
despachando en su establecimiento y atendiendo normalmente a sus clientes”.
Como vemos en esta ocasión se conocen los
beneficiados por la fortuna en Tomelloso y se desconocen los forasteros; al
contrario de lo que vimos en el caso anterior del número premiado por “el
Tipitín”.
Pero, por desgracia, lo que queda
claro es que muchas veces un premio en la lotería no siempre es el inicio de
una mejor vida para el portador del billete premiado y, por extensión, de sus
familiares próximos.
Como ejemplo, el breve cuento que
Francisco García Pavón narra dentro de su obra “El jardín de las boinas”
publicado en 1980. En él se nos cuenta como la cónyuge de Gumersindo, junto con
sus cuatro hermanas y la suegra del mismo, lloraba la pérdida de su marido. En
este triste trance, en el día del entierro justo a las seis y media de la
tarde, un amigo de la familia, Reflejos García alias “Culososo”, da una
impactante noticia ya que “siempre queda un rodal de luz”. La
confidencia fue sorprendente: “…A tu difunto esposo le ha tocado el gordo
de la lotería”.
La sorpresa
fue tremenda y el amigo aseveró lo dicho afirmando que el lotero del pueblo,
Regino, se lo había comunicado diciéndole que se lo vendió hacía cuatro o cinco
días. Evidentemente la reacción de las mujeres fue inmediata y puesto al mando
la suegra buscaron por todos los rincones del hogar el décimo dichoso. La
sorpresa fue que tras la búsqueda se halló un papel donde el supuesto difunto
Gumersindo informaba que agradecía las lágrimas, por su falso fallecimiento y
que “volveré
cuando se me acabe el gordo”.
Otro hecho anecdótico,
relacionado con la lotería en Tomelloso lo vemos en otra narración de Francisco
García Pavón. En este caso es el cuento “Las desilusiones de Plinio” publicado
en 1970. El autor nos narra como Nicomedes Azpeitia, vasco asentado en
Tomelloso, que había sido tratante de mulas, fue enterrado en la localidad un
17 de diciembre. Pues bien, el siguiente 22 de diciembre y tras el
correspondiente sorteo nacional de Navidad las dos hijas y los yernos de
Nicomedes cayeron en la cuenta de que el fallecido estaba abonado a un número
fijo de lotería de una administración de Bilbao. Curiosamente cuando vieron el
número en el que había recaído el gordo se dieron cuenta que el fallecido debía
de tener un décimo premiado.
Buscaron por todos los sitios de la casa y como no lo encontraron supusieron que estaría en algún bolsillo del traje nuevo con el que fue amortajado el finado. Por esto recurrieron al juzgado tomellosero para poder exhumar el cadáver y buscar el recibo. Así, el 24 de Diciembre y en presencia del secretario del Juzgado, se desenterró el cuerpo y, no sin bastante esfuerzo debido a la rigidez del cadáver, consiguieron rescatar el papelito de uno de los bolsillos.
De esta manera, una hija de Nicomedes “… la rubia más alta, de un sobre azul muy combado, había sacado un décimo de lotería que todos miraban. A ella le caía una crencha rubia sobre la frente, desmandada por el esfuerzo. A las dos, leyendo el décimo, se les inflamaba la nariz aristocrática. Y apretaban los labios”.
Como vemos, los caminos de la fortuna son
inimaginables.
Una centuria después, ya entrados
en el siglo XXI y después de la concesión de más premios, por lo general de
pequeño montante, la mano de la fortuna vuelve a estar relacionada
estrechamente con Tomelloso aunque esta vez el vínculo sea, como poco, raro y
chocante.
El 22 de octubre de 2010 el gordo
de la lotería de Navidad recayó en el número 79250. Entre las administraciones
en las que fue vendido este número se encontraba el despacho “La Mejicana” de
Alcorcón (Madrid).
Pues bien, según la titular del comercio el premio cayó allí gracias a la ayuda de una joven médium de 29 años que había sido contratada por la regente de la administración. Esta joven era Victoria Braojos, natural de Tomelloso, y que declaraba que “su secreto ha sido una ceremonia mágica, un ritual especial a base de velas y de olores típicos del exoterismo para llenar un ambiente de buen karma y de buenas vibraciones”.
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Martes, 13 de Mayo del 2025
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