Estamos contentos en La Voz de Tomelloso, Carlos Moreno
Benito volverá a subir al escenario del Marcelo Grande a recoger uno de los
premios de la Fiesta de las Letras. Por segunda vez el veterano “plumilla” ha
sido galardonado con el Premio de Artículos Periodísticos “Juan Torres Grueso”.
Esta vez con un trabajo sobre los tres locales que abrieron sus puertas enTomelloso hace 40 años y como con ellos cambió la historia de la ciudad. Es la
segunda vez que este medio, con apenas cinco años de existencia, recibe un premio
en tan prestigioso certamen.
Los periodistas charlamos en El Rinconcito, en una agradable
mañana en la que el sofocante calor ha dado un respiro. Hablamos del artículo
con el que Moreno ha ganado el premio, de los tres locales que tuvieron el
acierto de abrir sus puertas en aquel lejano 1982 y de periodismo. Y es que esa
disciplina, ese arte tan denostado en estos tiempos, es la verdadera pasión de
Carlos Moreno. A pesar de llevar treinta años ejerciendo este bello (e ingrato)
oficio de contar lo que pasa, sigue amando como nadie la profesión,
esforzándose como el primer día a la hora de encarar una historia.
—No es la primera vez que recibes un premio en la Fiesta
de las Letras…
—En 1996 obtuve un accésit con un trabajo periodístico sobre
la historia del brandy en Tomelloso. Veintiséis años después volvemos a repetir
suerte.
—¿Estarás contento con el galardón?
—Por supuesto. Un premio siempre viene muy bien porque es un
reconocimiento a tu trabajo. Y más en un oficio como el nuestro que, como sabes,
es un poco ingrato y muy esclavo.
La diferencia que he encontrado entre este premio y el
anterior es que en 1996 no existían las redes sociales. Ahora todo tiene más
alcance, llega a más gente y han sido muchos quienes me han felicitado. La
verdad es que estoy como en una nube y creo que tengo derecho a disfrutar del
premio. Habrá un 0,1 por ciento que no le habrá gustado que me lo hayan dado,
pero a esa gente hay que decirle que otras veces me he presentado y han ganado
otros trabajos, sencillamente porque eran mejores que el mío.
—Es el segundo premio periodístico que recibe La Voz de
Tomelloso en su corta vida, ¿no?
—Así es, y creo que no es casualidad porque una de las
filosofías de trabajo de La Voz es hacer bien las cosas. Desde el primer día, en
diciembre cumpliremos cinco años, nos planteamos mucha producción propia, hacer
reportajes, darle voz a la gente del pueblo… Cuando la vorágine informativa de
Tomelloso nos deja, elaboramos reportajes como este. Te pasó con el de Luis
Quirós y ahora a mí con este sobre la movida tomellosera.
—Aprovechas el 40 aniversario de tres emblemáticos locales
de Tomelloso para hablar de aquella época de cambios.
—Cuando nos enteramos de que prácticamente coincidía en el
tiempo, y en el espacio casi, la singladura de estos tres locales, sabíamos que
estábamos ante una historia preciosa para contar. No solo por el éxito de esos
tres establecimientos como locales de ocio y de copas, también por la
aportación que hicieron a la cultura de la ciudad. Cada uno, creo yo, en un
vector diferente, pero muy interrelacionados porque el que iba al Café a una
hora, acudía al Patio a otras y acababa en el local de Pepe Torres.
—Además, la apertura de esos tres locales fue un punto de
inflexión en Tomelloso, ¿no es así?
—Como me cuenta la gente con la que he hablado para el reportaje,
efectivamente marcó un punto de inflexión en lo que era hasta entonces el ocio
de la ciudad. No solo fue para la gente de aquí, sino que atrajo a mucha gente
de fuera ya que Tomelloso adquirió fama gracias a esos tres locales por la
oferta de ocio que ofrecían y por la cultura que difundieron. Jugaron un papel increíble.
—En una época en la que todo estaba cambiando…
—Efectivamente. Estamos hablando de principios de los años
80, de 1982 concretamente. El año del Mundial, el año del concierto de los
Rolling Stones, que es justo ese día cuando abre El patio. Empezó a haber otras
revoluciones en el país, en la región o en el propio pueblo.
—¿Cómo te planteaste el trabajo?
—Tenía claro que había que hablar de un contexto general,
que señalo en la introducción del artículo y, por supuesto, también tenía muy
claro que tenía que hablar con los protagonistas. Era necesario charlar con
esos tres grandes visionarios que fueron Rafa, Álvaro en compañía de Victoria y
de Luis, y Pepe. Con esas dos premisas empecé a elaborar el reportaje, con el
añadido de que también hablé con trabajadores, que jugaron un papel fundamental
porque, entre otras cosas fueron muy conocidos. Gente como Pepe Sánchez, que
estuvo en los tres locales, Carlos de la Osa, Luis Fernández Amores, José María
Quevedo, Ana Rosa Plaza… Conversé hasta con diez personas con un común
denominador en lo que me iban diciendo, que disfrutaron mucho trabajando en
esos locales.
—¿Te ha sido fácil el acceso a tantas personas?
—Sí, me han atendido muy bien, sin problemas. Con todos
hable cara a cara, excepto con Pepe Torres que está en Madrid.
—¿Has descubierto algo que no supieses de estos tres
bares durante la elaboración del reportaje?
—Lo me contaron yo lo conocía porque lo viví como joven que
fui entonces y que frecuentaba los tres sitios. Lamentablemente de esos tres
locales solo sobreviven dos. Quiero romper una lanza en favor de Pepe Torres que
tal fue el que más difícil lo tuvo. A mí me parece que tiene que tener un
reconocimiento en Tomelloso. Que fuese capaz de montar ese bar, de dar
visibilidad a un colectivo, de montar esas exposiciones tan transgresoras o esa
cultura que supo difundir… Y lo que tuvo que sufrir, porque la tolerancia no es
la misma en todas las personas. Me parece para quitarse el sombrero lo que hizo
Pepe, uno de los personajes que he conocido durante mis treinta años de
periodista y por el que más admiración siento.
—¿A quién vas a dedicar el premio?
—Los premios son para dedicarlos. Primero a mi compañero de
viaje en el proyecto de La Voz, con el que coincido en tantas cosas y por eso
el rumbo del barco lleva la dirección que lleva. También se lo voy a dedicar a
mí hermano Ángel Luis, que está luchando con un problema de salud que tiene. Es
un amante de la feria que no va poder disfrutar la de este año como a él le gusta,
pero que habrá otras más para hacerlo y que espero compartir con él.
—¿Estás trabajando en otro proyecto?
—El periodista cuando elabora reportajes no lo hace para
ganar premios sino para el agrado de sus lectores. En cuanto a reportajes en
profundidad estamos trabajando un uno muy bonito que es el de las cuevas de
Tomelloso. Está siendo uno de los signos distintivos de La Voz, visitamos una
cueva por semana y ya llevamos 111. Queremos recapacitar y de todas ellas y destacar
las generalidades, contrastes o aspectos curiosos de esos tesoros de la ciudad
de Tomelloso. Ahí estamos los dos juntos con la colaboración fundamental de José
María Díaz que nos abre todas las puertas; también nos ayuda la arquitecta Ana
Palacios que descubre muchas cosas que a nosotros se nos escapan, incluso
esporádicamente hemos contado con otra arquitecta, María Carretero. Nos hace
mucha ilusión hace ese proyecto pensando, sobre todo, en los lectores.
—¿Son compatibles la rapidez y el rigor en el periodismo
digital?
—Se puede hacer un periodismo rápido, como obliga un medio
digital como el nuestro. Pero también hemos de ser rigurosos, dado buena estructura
a las noticias, con buena redacción, siendo capaces de contrastar posturas,
buscando un buen titular y cuidando en lenguaje. Todas esas cosas que con el
aluvión de información que aparece en las redes parece que está en peligro y
que nosotros vamos a defender a capa y espada.
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Lunes, 5 de Septiembre del 2022
Domingo, 4 de Septiembre del 2022
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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