Un imprevisto insalvable de
última hora me impidió llegar a Ciudad Real para asistir al merecidísimo
homenaje dedicado a mi primer amigo de verdad, Ramón Barreda Fontes. Comuniqué
mi asistencia por correo electrónico a la página de protocolo del Ayuntamiento,
pero al igual que a su entierro, esa vez por el Covid, la asistencia fue virtual,
aunque en espíritu y verdad.
Nuestra amistad surge desde la
más tierna infancia, dado que nuestras madres trataban como hermanas. Muchos
son los días, los momentos vividos durante nuestra esa infancia y juventud,
compartidos con tantos otros amigos a los que más adelante me referiré.
Mis primeros recuerdos me llevan
a su casa de la calle Nocedal; a su corralón y su icónica cueva. A mis comidas familiares
con sus hermanos Luis, Fernando, José María, Pilar, hoy ausente, y Dolores y
sus padres Fernando y Dolores y a su abuela materna Doña Pilar. El invariable
cocido como menú diario y Santa, la insustituible, familiar y añorada persona
encargada de vérselas con aquella revoltosa tropa. Una mujer que hacía honor a
su nombre.
El citado corralón servía para
realizar multitud de actividades, la más frecuente disputar partidos de fútbol
sobre un campo de líneas imaginarias y un par de piedras que marcaban los
límites de las porterías. Entre todos destacaba otro Ramón al que le llamábamos
“el chato” que regateaba como quería. Recuerdo también la facilidad con que su
hermano José María, quien siempre mostró una gran viveza, se subía por los
tejados, a saber con qué intenciones.
La Cueva fue un lugar como digo
icónico. Cuantas mañanas y tardes pasamos en ella hablando de nuestras cosas,
jugando a no recuerdo qué…y llevados de la mente siempre creativa que tuvo
Ramón, afición que hizo representáramos el Romancero Gitano ante una reducida y
familiar asistencia de público, eso sí, con fines benéficos.
Otros recuerdos me llevan, como
no, a La Membrilleja. Unos viajes en aquél Land Rover de primera generación con
tres asientos delanteros, ocupados por sus padres y abuela cubiertas con sus
obligados pañuelos para evitar la polvareda levantada, y detrás en unos
asientos laterales, Ramón, sus hermanos y quien escribe. Recuerdo que unas
veces accedíamos a la finca por la carretera de Pozuelo a Torralba y otras por
un camino que daba a la carretera de Pozuelo a Almagro, éste último lleno de
permanentes baches. La “Membri” y las carreras de burros y los baños en la
“piscina rural” encargada de regar las parcelas más próximas. Un lugar donde
más adelante celebrábamos comidas y guateques en los que participaban amigas y
amigos que evito nombrar porque sinceramente sólo recuerdo los nombres de
algunas y algunos.
Y esa juventud recién estrenada
dio lugar a nuestra “panda”, a un grupo surgido de los Marianistas, al “núcleo
duro” de amigos. José Arcos, Ángel Alcañiz, Luis Miguel Barba, Pablo Crehuet,
Antonio Cano, Enrique Carrascal, Carlos Cárdenas, Fulgencio Crespo estos dos
últimos junto a Ramón, ya ausentes. A las siete de la tarde quedábamos en la
entonces emblemática hipotenusa en la plaza del Pilar, para ir al parque para
hablar de nuestros sueños, confidencias e ilusiones y últimamente pensar en las
carreras universitarias que íbamos a iniciar. La ilusión de Ramón era ser
director de cine. A tenor de esto, recuerdo
que en las siestas de verano, cogíamos las bicicletas y nos íbamos a los cines
de verano para distraer algunos fotogramas expuestos sobre corcho para montar
su particular museo.
Crecimos y otras personas
entraron a formar parte de nuestras vidas. El círculo de amistades se entendió para
reunirnos para celebrar guateques en su
ya referida cueva, en casa de Carlos Cárdenas, Manolo Marín y en la de quien
esto escribe.
La vida nos hizo mayores y cada
uno de nosotros puso rumbo a su futuro. Ramón, Ángel, y servidor, permanecíamos
en Ciudad Real; los demás…en sus lugares de trabajo. Con Pepe Arcos coincido
todos los años en la procesión de la Virgen del Prado, nuestra patrona a la
Ramón se refirió y que forma parte de la placa expuesta el pasado viernes en la
Plaza Mayor frente a la inolvidable y frecuentado en nuestra juventud, bar de Paco, ese templo dedicado al
fino con caña, berenjenas y guitarra…”Sólo
les digo una cosa, si hubiera un ranking sagrado, más de una virgen famosa, se
sentiría celosa de nuestra Reina del Prado”.
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Miércoles, 30 de Octubre del 2024
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