Opinión

Quiero ser asesor

Joaquín Patón Pardina | Sábado, 25 de Noviembre del 2023
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Hacía días que había quedado a tomar un café de media tarde con mi amigo Ciri, su nombre completo es Ciriaco, pero desde niños en el cole él decidió que lo llamásemos Ciri, porque su nombre completo le traía unas sensaciones como de rudeza, de leño viejo, de algo arcaico; decía. 

Cuando de mayor en el instituto se interesó por la etimología de las palabras y se enteró de que su nombre provenía de la locución griega Κυριακός, y esta misma de Kύριος en español la traducimos por señor, quiso cambiar, pero ya era tarde, por más que nos insistió una y otra vez, resultó imposible el cambio.

Llegados a la cafetería buscamos una mesa en la que se percibiera menos el bullicio de los clientes. Después que nos sirvieron nuestros cafés con leche y la correspondiente magdalena por cabeza, me espetó:

—Amigo, habiendo tenido conocimiento del número de asesores del que disponen los políticos autonómicos y de la nación he decidido que yo también quiero ser asesor. 

—¿Cómo dices? —le pregunto.

—Atiende, —parte y moja, ayudándose del tenedor, un trozo del manjar, lo saborea y me responde—: Es muy difícil saber cuántos asesores tienen nuestros dirigentes, eso que he consultado diferentes fusentes de todas las ideologías. Ellas me dicen, dependiendo de su inclinación que el político contrario tiene “x”  y ellos solo “x-y”. He echado cuentas y me salen que los presidentes de nación no bajan de cuatrocientos en números redondos. No te voy a aburrir con el detallaje de los cálculos, pero salgo ganando en días de descanso y dinero. Me tocaría trabajar con el presidente, en persona, 1´731 días al año, no da tiempo a más con tanta gente asesorando. Comprenderás que no podemos proponer todos a la vez.

Yo, mientras, con mi foco de atención puesto en el café para no mancharme, so pena de regañina al llegar a mi domicilio, lo miro con extrañeza. Él aprovecha mi pasajero mutismo para continuar con su argumentario.

—Hay que aprovechar la ocasión. La gente de la calle, la gente común como tú y yo nos asesoramos leyendo libros, nos informamos oyendo la radio viendo la tele, comentando con amigos, pero ellos no, ellos prefieren que alguien les diga las cosas de viva voz y en un bis a bis. Eso es lo bueno; tengo que andar los pasos para conseguir ser asesor, con lo que a mí me gusta preguntar estaría al día de cualquier información.

—Amigo Ciri, sin que te molestes, debo decirte que tanto tu idea como tu deseo son bastante pueriles. Entiendo que los asesores de un presidente estarán no solo para informar, sino también para debatir situaciones y ayudar a tomar decisiones peliagudas y comprometidas.

—De total acuerdo contigo. Ahora respóndeme. Si el presidente tiene cuatrocientos asesores ¿para qué tiene veintidós ministros “y ministras…”? Esas personas deberían ser las que orientaran e informaran en temas de gobierno.

—Es que los ministros “y las ministras…” tienen sus cometidos muy concretos y particulares —le respondo—. Se hacen cargo del abanico de carteras correspondientes al gobierno de la sociedad, como bien sabes.

—Amigo reconozco que soy bastante zoquete en esta materia, además como soy mal pensado por aquello de «piensa mal y acertarás», creo que el número tan abultado de asesores es simplemente para hinchar su ego, para dar a entender que el presidente conoce perfectamente las necesidades de sus subordinados, que está informadísimo de lo que ocurre en su nación, pero luego gobierna de espaldas a los ciudadanos. Entonces ¿para qué vale tanta asesoría si los principales problemas no se resuelven?

—Querido Ciri, no creo que sea tan sencillo, me da la impresión de que se te está viendo la “patita como al lobo”, se te descubre la papeletea de tu voto.

—Ah, no. Puedo dar la impresión de criticar a los que mandan en estos momentos, pero lo que te digo vale para cualquier signo político que ostente la presidencia. Respóndeme a esta pregunta por favor: Si tan informados están los que gobiernan, no importa la ideología ¿de verdad que los problemas de los trabajadores, del paro de la violencia en Cataluña o en el País Vasco se resuelven con la independencia o más bien los movimientos de sus políticos son para engrosar sus bolsillos y cotas de presión? 

—Compañero Ciri, ¿por qué no nos centramos en nuestros cafés y magdalenas y nos dejamos de estas cuestiones que rondan las estupideces?

—Pues llevas razón…, disfrutemos de nuestra amistad y de las delicias que tenemos delante, voy a divertirme más que con la asesoría del presidente. ¡Ale, ya no quiero ser asesor!

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