Opinión

La suerte es siempre caprichosa

Fermín Gassol Peco | Martes, 23 de Julio del 2024
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Uno de los motivos básicos a la vez que más justos y lógicos, existen otros de mayor calado, que me hacen creer en una existencia posterior que compense a la que ahora nos traemos entre manos es que en ésta los humanos disfrutamos o padecemos de suertes muy dispares sin haberlas buscado; nos vienen dadas y no sabiendo el porqué; desde quienes tienen una corta vida, en algunos casos sin llegar a respirarla, hasta aquellos que  nunca supieron que han sido seres humanos, pasando por toda una amplísima gama de circunstancias personales.  Pero la intención de este escrito no es la de ser transcendente.

De ahí que les comentaré en otro tono las distintas suertes de las que gozamos o padecemos los humanos. Hay quienes tienen toda la buena suerte del mundo; obtienen premio sin haber jugado nunca a nada tocándoles algo o mucho, siempre después del sorteo; ellos sabrán cómo lo consiguen y nosotros creo que también; son los “listos de la clase”.  

A continuación, venimos el gran pelotón de comunes que engrosamos la “zona media” y razonablemente acertada teniendo, lances repartidos de fracasos y éxitos, cierto que en muy distinta medida.

Pero existen personas que son auténticos cenizos, vidas que son cadenas más o menos largas de auténticos despropósitos, son a los que la mala suerte los tiene rezagados en su pelotón de cola olvidados allá a lo lejos. Un ejemplo de la mala suerte concatenada la tenemos en un inglés que pasó en la cárcel veintisiete años  por un delito que ahora se ha podido confirmar no cometió y que al salir de la cárcel y cruzar la calle fue atropellado por un taxi.

No me digan que no es difícil acertar ciertas “la primitiva”, toda una demostración de lo que les digo; que existen loterías en las que te dan el premio sin jugar un duro, pero en este caso el desgraciado fue “agraciado” con dos seguidos.

Siempre habrá quien justifique tan desafortunados hechos, un hipocondriaco por ejemplo, diría que esto sucede por poner puertas de salida en las cárceles y además situarlas en sitios de mucho tráfico y  Murphy también lo justificaría: La luz al final del túnel es la del tren que viene de frente; en el caso de este pobre hombre fue la luz del  taxi.

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