El ser humano siempre llevamos en la mochila, lo que más nos gustaría, lograr en las metas que recorremos y en los caminos que ya recorrimos, que es la ilusión. Sabemos que la ilusión no es una realidad, pero nos ayuda, con la forma de nuevos proyectos. Cada año que empieza, nos llenamos. Esa mochila, llena de cosas por hacer. Y a la vez también descartamos las cosas que no se lograron, ¿por qué no se lograron, yo pregunto? ¿Qué fue lo que se hizo mal? Que en ese viaje no se consiguiera, ahora me encuentro con más fuerza, para conseguirlo. Este año será el que lograré lo que me he propuesto. Tengo más ganas, más fuerzas, sé que el camino tiene obstáculos, y pequeñas piedras, y lagunas de desánimo. ¿Pero no me ha de faltar la ilusión, ni esa capacidad de imaginar más allá de las fuerzas o de la realidad? En el viaje, la ilusión es lo que nos impulsa, es el motor que nos da la fuerza y, con seguir desafíos y poder llegar, alcanzar el próximo fin del 2025, con el viaje realizado y las esperanzas cumplidas.