Opinión

Trece campanadas en la Puerta del Sol

José Vte. Cepeda Plaza | Lunes, 13 de Enero del 2025
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Estas fiestas navideñas han dejado patente que los cristianos carecemos de sentido del humor. Buscamos celebrar el Nacimiento de Dios de la forma más alegre y serena posible, disfrutando del sentido de este acontecimiento con la familia; pero todo se nos desmonta cuando otros intentan divertirnos a su modo y manera. Así somos de desagradecidos.

Parece que este era el fin de RTVE -y no otro, que no hay que ser mal pensado- al elegir a todo un crack de la pantalla y a una humorista un tanto desconocida hasta el momento pero que su fama pronto empezará a relanzarse, para despedir el año 2024. De esta manera, la llamada televisión pública -sufragada por todos los españoles, incluyendo, por supuesto, a un buen número de cristianos- dio la campanada, una más, para acompañar las doce clásicas que se dan en la Puerta del Sol. La broma, el sutil toque de humor, ya sabemos que consistió en que la humorista exhibió una imagen del Corazón de Cristo con la cabeza de la vaquilla de trapo, mascota del popular concurso televisivo con el que nos entretiene TVE durante el verano. Para la Real Academia de la Lengua Española dar la campanada es una locución verbal que significa “causar escándalo, o novedad ruidosa”. El objetivo quedó cumplido.

Nada de casual fue la “travesura” de la humorista. Nos quedamos sin saber si fue idea propia o de quien elaboró el guion. En cualquier caso, estaba muy motivada (la humorista y el chistoso dibujo). El 24 de octubre del pasado año el Papa Francisco publicó su cuarta encíclica bajo el título Dilexit nos (Nos amó) "sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo". Qué mejor ocurrencia que aprovechar la reflexión del Papa sobre esta creencia popular entre los cristianos para hacernos soltar las últimas carcajadas del año 2024. Pero ni por esas. Los cristianos erre que erre con nuestro corto sentido del humor.

Otra oportunidad desaprovechada por nuestro mal talante fue en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París de 2024, donde se ideó la ingeniosa puesta en escena en la que doce "drag queens" y una también prominente mujer representaba a los doce Apóstoles y a Jesucristo, reinterpretando la obra de Leonardo Da Vinci, “La Última Cena”. El resultado no se hizo esperar. Otra campaña emprendida por los cristianos y creyentes de otras religiones para criticar abiertamente la desenfadada escena, y poner en evidencia ante el mundo entero que somos personas bruscas.

Ante estas ingeniosas propuestas ya muy habituales a más de un cristiano puede darnos por imitar a Santiago y Juan al pedir al Señor que mandara fuego para que destruir la ciudad que no permitió la entrada al ir camino de Jerusalén. Nos convertimos fácilmente en zelotes con el cuchillo entre los dientes dispuestos a dar buena cuenta de quienes crean hostilidades. ¿Cumpliríamos así con las enseñanzas del Maestro?

Si nos consideramos cristianos es porque somos seguidores de Cristo. Él padeció burlas, insultos, humillaciones y ultrajes para ser objeto de diversión para unos cuantos. En realidad, quiero entender que más que una juerga lo que buscaban era exteriorizar un odio incontrolado. Nada más lejos de que lo que ocurre en los tiempos actuales, donde las burlas se realizan en uso de la libertad de expresión para aliviar momentáneamente del yugo y la carga pesada que supone profesar una religión cuyo líder, mira tú por donde, murió extenuado en una cruz perdonando a todos.

Veintiún siglos después los cristianos haremos bien en aprovechar estos lances para perdonar a los transgresores de nuestras creencias. Forma parte de la identificación que queremos vivir con Cristo. Nos lo dejó bien expuesto allá por el año 400 un obispo y doctor de la Iglesia, Juan Crisóstomo, apodado años después como “boca de oro”: “Nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos a perdonar”. Pues eso, con buenas palabras y ejemplos de vida. Así muchos encontraron el camino que conduce a la verdadera alegría y con mucho, mucho sentido del humor, pero del que todos pueden divertirse, porque detrás de tanta nota de humor mundano puede esconderse una amargura difícil de superar y de sobrellevar. 

Y como de humor en Nochevieja hemos tratado, invito a disfrutar con otro tipo de humor, el de José Mota con “Operación IA, IA oh”, con el que muchos disfrutamos y reímos a mandíbula batiente, como diría un sevillano. Aconsejo verlo. Y no tiene contraindicaciones para ningún telespectador.

¡Feliz año 2025 a todos, sin excepción!

José Vte. Cepeda Plaza

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