He pasado buena parte de la tarde del viernes cómodamente
sentado en el sofá de mi casa contemplando por televisión la ceremonia de la
entrega de los Premios Princesa de Asturias. Me lo he pasado bien. Confieso que
estas ceremonias me gustan y admiro la destreza de los realizadores de la TV
que son capaces de poner ante nuestra mirada imágenes y expresiones que no
hubiésemos sido capaces de captar, aunque estuviésemos sentados en la primera
fila de butacas del Teatro Campoamor de Oviedo.
No ocuparé más espacio del que dispongo para comentar el
acierto del jurado que ha propuesto los nombres de los ganadores, aunque ello
suponga frustrar mis ganas de aplaudir a aquellos que dan de comer diariamente
a más de dos millones de niños marginados, a quienes han descubierto
medicamentos para curar enfermedades destendidas o a la mismísima Meryl Streep
de la que me confieso rendido admirador.
Confieso que mi interés principal estaba fijado en oír la
intervención de la princesa Leonor y sobre todo la de Su Majestad el Rey Felipe
VI. Del discurso de la princesa me quedo con su testimonio, para mí el más
valioso, cuando dijo: “El día 31 cumplo 18 años y tendré el honor de jurar la
Constitución, con lo que eso significa para mí personal e institucionalmente.”
Esta referencia a la Carta Magna, a cuya creación en los años 1977 y 1978
algunos contribuimos, me llenó, ¡cómo no! de legítimo orgullo.
El discurso del Rey
El discurso del Rey no defraudó. Dijo lo que tenía que
decir, aunque a algunos nos hubiera gustado que tanto en su tono como en su
contenido se apreciara mayor contundencia cuando evocando a la premiada Hélène
Carrère dijo que dedicó con profundidad su especialidad a estudiar la historia
de Rusia y de la Unión Soviética. Lo que
no le impidió trabajar toda su vida, para que triunfaran el esfuerzo y la
constancia, y que prevaleciera el amor por el conocimiento. “Cuanta falta nos
hace ahora —dijo el Rey— su conocimiento para analizar la terrible y oscura
actualidad que define la agresión rusa contra Ucrania”.
Maldita sea la guerra y malditos sean quienes la fomentan
Ya lo sé. Sé que más de uno de mis asiduos lectores dirá que
soy un utópico porque las guerras siempre han existido y algunas de ellas han
servido para eliminar a los malos. Permítanme manifestar que no hay guerras
buenas, ni justas ni santas cuando sus principales víctimas son seres
inocentes, débiles o indefensos... Aunque una afirmación tan contundente
precise, por mi parte, alguna precisión. Pero antes déjenme citar a mi viejo
amigo, el catedrático de la Universidad Complutense Tomás Calvo Buezas, quien
acaba de decir que “La matanza de civiles inocentes, mujeres y niños, siempre
es criminal y condenable, sean estos palestinos o israelíes, cristianos,
musulmanes o ateos, europeos, norteamericanos o latinoamericanos o asiáticos. Y
tan criminales son los autores de estas salvajadas, si son de derechas o
izquierdas, comunistas o conservadores, de cualquier religión, raza,
nacionalidad o ideología”. Sí, profesor, lo suscribo tal como también se desprende
de la intervención del Rey en su discurso de ayer.
“Este Siglo XXI nos ha traído —dijo el Monarca— el regreso
terrible de la guerra, de los conflictos bélicos en su versión más descarnada y
brutal; así como del vértigo ante el riesgo de su extensión. Como si las
lecciones severas de un pasado no tan lejano hubieran caído en el olvido,
proliferan de nuevo los enfrentamientos causando auténticas tragedias de gran
magnitud y alcance global, llenas de horror y devastación que ignoran y
desprecian la vida, la dignidad y los derechos humanos de millones de
personas”.
Hizo bien el Rey en recordar que la Fundación Princesa de
Asturias concedió en 1994 este premio, de forma conjunta al Primer Ministro de
Israel, Isaac Rabin, y al Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser
Arafat para animarles a seguir con el esfuerzo para crear las condiciones de
paz en la región, siguiendo el proceso iniciado en la Conferencia de Madrid de
octubre de 1991 que debía conducir a la pacificación definitiva del Próximo
Oriente.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo
que el que no quiere oír
Lo que está pasando en Oriente Medio no es producto de la
improvisación ni de un recalentamiento bélico, venga de donde venga. Aquí se ha
llegado a una conclusión que es más el producto de las vísceras que del
raciocinio. A más de una persona le he oído decir: ¿Se han vuelto locos los de
Hamás creyendo que Israel se iba a cruzar de brazos y no iba a responder con la
brutalidad con que lo están haciendo?
¿Por qué añadir más sufrimiento a los propios sabiendo que,
al final, los gazatíes se llevarían la peor parte? Desde 1988 y hasta el
reciente conflicto el número de víctimas palestinas alcanzó la cifra de 11.652
muertos, mientras que los muertos israelíes fueron 1.766, comparación que
muestra la profunda desigualdad del conflicto. En estos momentos el conflicto
Palestino-Israelí, ha dejado 1,400 muertos del lado israelí y 4.469 en el lado
palestino, solo desde el 7 de octubre.
El que fue fiscal jefe de la Corte Penal Internacional ha
dicho que “Hamás cometió crímenes de guerra y contra la humanidad, no hay duda.
Pero Israel no puede matar a miles de personas para acabar con el liderazgo de
Hamás. Matar, desplazar y hacer pasar hambre a civiles en Gaza es una respuesta
criminal".
Tengo el corazón “partío”
No lo negaré. Varios años he comparecido en el Pleno del Senado de España para conmemorar en nombre de los gitanos españoles el aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi alemán de Auschwitz-Birkenau por las tropas soviéticas en 1945. En 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración en memoria de las víctimas del Holocausto. Cinco millones de judíos y medio millón de gitanos fuimos víctimas de la ceguera racista de quienes se creían dioses del universo. Y con la fuerza y la convicción de sentir junto a mí el dolor en el recuerdo de nuestros antepasados víctimas del odio racista hoy tengo que manifestar mi desacuerdo con la represión criminal y asesina con que el sionismo genocida martiriza hasta la muerte a los igualmente inocentes niños, mujeres y ancianos de la Franja de Gaza.
Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya
Abogado y periodista
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Miércoles, 7 de Mayo del 2025