Jorge
Luis Borges: "De los diversos instrumentos del hombre, el más
asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo… pero
el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la imaginación y la memoria."
El título del siguiente
artículo es bastante sugerente y evocador como habrán podido observar, ya que nos invita a soñar en esos paraísos
apenas inexistentes en esta sociedad que muchas veces se ha vuelto poco
empática. Pues sí, todavía existen y están de rabiosa actualidad, me estoy
refiriendo a los Clubes de Lectura que comenzaron durante la década de los
ochenta en España y que se han convertido en un fenómeno cultural muy
reclamado.
Por aquel entonces,
Blanca Calvo, su creadora, desarrolló estas tertulias literarias en nuestra
región, concretamente en Guadalajara. Al principio comenzó como una actividad a
nivel local pero, poco a poco, se fue extendiendo por todas las comunidades de
nuestro territorio convirtiéndose en un proyecto de carácter nacional.
Muchos de ustedes, que
sientan la curiosidad de cuales serían los parámetros y los entresijos de un
club de lectura, se preguntarán: ¿cómo funciona y cuáles son los retos que se
proponen?. Tal y cómo lo define su creadora, Blanca Calvo: ”se trataría de un
grupo de personas que leen un libro al mismo tiempo”. Sin embargo, el trasfondo
que subyace va más allá, puesto que se convierten en lugares mágicos al igual
que muchos de esos parnasos que encontramos en esas “islas de los libros”. Además
se practican actitudes tan valiosas como la tolerancia, la amistad y los
enriquecimientos no sólo a nivel histórico, literario y artístico sino también
personales.
Estos grupos de personas
se reúnen con la finalidad de leer un
número determinado de páginas o incluso el libro entero y después hacer una
puesta en común sobre los temas que se han abordado en esos textos y que
ciertamente son el jardín del parnaso de la tertulia literaria. Las reuniones
pueden variar, desde una vez cada quince días hasta una sola vez al mes. Además
cuentan con un número determinado de lectores que oscila entre diez o veinte,
dependerá de cada club.
Las edades que predominan
pueden ser muy variadas, entre los
cuarenta años en adelante y hasta una edad avanzada. Sus objetivos principales son
fomentar la lectura, y comprender mejor las temáticas que se abordan en dichos
libros, haciendo referencia a su autor o autora, su biografía y las corrientes
literarias que influyen en sus escritos.
Evolución de los clubes
de lectura
Durante los últimos tiempos
se han ido adaptando a la diversidad de necesidades del entorno y siempre
contando con la buena predisposición de las bibliotecas, las cuales van
ofertando diferentes tipos de Clubes. Así podemos encontrar una amplia gama, muy variados tales como los de cine, comic o
el de literatura escrita por mujeres de la Biblioteca Francesca Bonnemaison o
incluso clubes de lectura en inglés que sirven de aprendizaje de una lengua
extranjera y clubes de lectura sobre la vida de Santos Carmelitas, estos
últimos han arrancado hace poco tiempo
en Tomelloso.
Más recientemente han
aparecido una amplia selección de clubes de lectura “online”, mucho más
modernos y adaptados a las nuevas tecnologías; así se han creado algunos de
ellos que los promocionan la misma red de bibliotecas y son “a la carta”, planteados
bajo diversas temáticas, por ejemplo la poesía, la novela policíaca, los
clásicos, etc. Sin embargo, muchos de ustedes discreparán ante tanta variedad
literaria de forma online. Evidentemente, los Clubes nacieron con el objetivo
de alfabetizar a la población y de convertirse en tertulias pensadas para el
aprendizaje y el conocimiento. Existen bibliotecas que ofrecen no solo
información básica sobre el club en la web, sino que también han creado blogs
que permiten a los clubistas colaborar con sus publicaciones, “posts”.
Los cafés literarios son el segundo paraíso literario que, aunque no por ello menos relevante, fueron el germen de la creación de los actuales Clubes de Lectura, que les han seguido. Estos cafés literarios eran frecuentados por los grandes de nuestra literatura quienes eran clientes asiduos de esas tertulias. Cabe destacar algunos cafés como el famoso Café Gijón, un lugar bohemio repleto de artistas de la talla de los poetas de la Generación del 27, Lorca, Alberti, Miguel Hernández entre algunos y otros como Cela, Arturo Pérez Reverte, Pío Baroja, Benavente, Umbral e incluso hasta algunos de nuestros autores más famosos de Tomelloso como Francisco García Pavón y el dibujante José Luis Cabañas. El Café Gijón fue fundado en 1888 por un asturiano llamado Gumersindo Gómez.
Otro café literario en
Madrid, es el famoso Café Comercial, fundado en 1887. Es el más antiguo y se ha
convertido en un histórico lugar de encuentro y de tertulia, entre los
tertulianos más relevantes están Pérez Galdós, Tierno Galván y Amenábar.
El Café Oriente con
vistas al Palacio Real también sigue impresionando por su enclave, en un
antiguo Convento de Franciscanos, frecuentado por el dibujante Mingote y
Plácido Domingo. Otra cafetería que cabe destacar es la del Círculo de Bellas
Artes que vio la luz en los años ochenta y fue conocida como el Salón de la
Pecera por sus enormes ventanales y con una clientela muy exquisita, interesada
en las artes plásticas, la literatura, las ciencias, la filosofía, las ciencias
y las artes escénicas.
El Café del Príncipe,
ahora llamado El Parnasillo, reconvertido en un pub irlandés, fue un lugar de
encuentros tertulianos que acogió a escritores del Romanticismo como Larra.
Otros cafés ya prácticamente desaparecidos son el Café de La Fontana de Oro que
inspiró las novelas de Pérez Galdós o el Café Pombo en la Calle de Alcalá, ya
desaparecido. Y también el Café de la Montaña donde en una de sus tertulias, en
una desafortunada discusión, Valle Inclán perdió su brazo.
Los siglos XIX y XX
fueron decisivos para la creación de estos Cafés literarios, de estilo bohemio
y transgresor, donde los intelectuales se reunían con inquietudes y ganas de
cambiar el mundo. Estos cafés se convirtieron en templos sagrados de la palabra
y se extendieron por las ciudades de la vieja Europa. En París, destacó el
famoso Café de Flore con figuras tan emblemáticas como Víctor Hugo, Émile Zola o Charles
Baudelaire. En Roma, el Café Greco,
donde charlaron Goethe, Keats, Byron, Ibsen, Andersen o María Zambrano, entre
otros. En Viena, el Café Central, reconocido por la UNESCO como patrimonio
cultural de la humanidad.
A mí, personalmente, me llama la atención el pensar en los antiguos Cafés literarios que se crearon durante los siglos XVIII y en adelante, allí se reunían los escritores, filósofos, artistas y pensadores componiendo y entretejiendo los más sublimes legados literarios y movimientos que se hayan creado. En estos lugares comenzó la génesis de estos “trovadores poéticos y soñadores” que declamaban sus versos y exaltaban sus ideales para transformar nuestro mundo. También se dieron luz a movimientos literarios como el Naturalismo, el Surrealismo y la Generación del 27, entre otros.
Tanto los cafés literarios como los Clubes de Lectura
guardan la similitud de que ambos son espacios dedicados al intercambio de
ideas y a la discusión literaria. Los cafés literarios eran más abiertos e
improvisados, se respiraba en ellos un ambiente de inspiración y eran mucho más
transgresores. Eran los típicos bohemios experimentales que siempre nos sorprendían
con sus ocurrencias y genialidades. En las ciudades de París, Londres, Buenos
Aires, todavía existe esa tradición de mantener la esencia de los cafés con
ciertos encuentros para escritores y lectores.
Para ir terminando quiero sugerirles una serie de
interrogantes que espero formen parte de las próximas tertulias que tengan con
sus amigos o amigas. Reflexiones sobre: ¿En qué se parecen los nuevos clubes de
lectura a los antiguos cafés literarios? ¿Se genera creatividad a través de la
literatura? ¿Se puede cambiar la sociedad a través de esta arma poderosa que es
la lectura?. Y desde luego, les invito a realizar un tour por todos estos Cafés
literarios de Madrid.
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Miércoles, 18 de Diciembre del 2024
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